Durante el viaje, tuve tiempo de conocer personas que deseaban conversar. Algunos que me conocen saben que no hablo mucho, incluso que disfruto mucho del silencio. Con aquellas personas la relación era distinta, naturalmente por mi trabajo y por mi vocación de disfrutar escuchar y examinar las actitudes y esto alimentó mi interés por seguir mi carrera hasta lo último. Me encontré con muchas personas que necesitaban saldar cuentas con el pasado. Actualmente se piensa mucho que la terapia puede, incluso debe, centrarse en el presente y en el futuro y, no lo dudo, tiene buenos resultados. Desenfoca la preocupación incesante por el pasado y por escenas que solemos repetir haciéndonos más daño. Aún así las repetimos con la esperanza irracional que en alguna oportunidad tengamos la fuerza de cambiar la verdad por una historia más agradable a nuestro curso de pensamiento y creernos la mentira, un mecanismo mental para defender nuestro ego, nuestro insistente orgullo.
No todas las personas con quienes conversé tenían deudas con su pasado, pero las que si tenían percibía que dependían mucho de él. Tal vez viviendo su propia novela, tal vez porque fue el único ejemplo que tuvieron, al momento de formar su personalidad, para solucionar problemas, tal vez porque no hay más herramientas que las obtenidas mediante las creencias impuestas por los padres. Aquellas voces del pasado, imágenes que se repiten y que dañan una y otra vez nuestra integridad moral, nuestra búsqueda de la felicidad y del bien. Al conversar intentaba de muchas formas realizar un "darse cuenta", como dijera un psicólogo de renombre "traerlos al aqui y al ahora", o a lo mejor subsanar aquella herida con un recuerdo que cuente la historia tal y como sucedió y asumir los sentimientos negativos, aceptar que somos humanos vulnerables y que es normal sentirse triste, agustiado y en duelo, pero que son emociones que pasan también. Que una de las cualidades también inherentes a nuestra raza es la de aprender de aquello, de ver lo que tenemos a la mano y seguir adelante, de motivarnos con la energía que tenemos aún y seguir hasta alcanzar la meta. En muchas oportunidades, preferimos negar aquello y dejarnos llevar por las circunstancias como una rama caida del árbol en el caudal de un río. Creo que si asumimos el reto de perdonar el pasado, pedir perdón a los protagonistas de ese pasado, de motivarnos en el presente y trazarnos una meta en el futuro, así podremos vivir aceptando nuestras emociones e incrementar nuestras oportunidades de encontrar el camino llamado "felicidad".
No todas las personas con quienes conversé tenían deudas con su pasado, pero las que si tenían percibía que dependían mucho de él. Tal vez viviendo su propia novela, tal vez porque fue el único ejemplo que tuvieron, al momento de formar su personalidad, para solucionar problemas, tal vez porque no hay más herramientas que las obtenidas mediante las creencias impuestas por los padres. Aquellas voces del pasado, imágenes que se repiten y que dañan una y otra vez nuestra integridad moral, nuestra búsqueda de la felicidad y del bien. Al conversar intentaba de muchas formas realizar un "darse cuenta", como dijera un psicólogo de renombre "traerlos al aqui y al ahora", o a lo mejor subsanar aquella herida con un recuerdo que cuente la historia tal y como sucedió y asumir los sentimientos negativos, aceptar que somos humanos vulnerables y que es normal sentirse triste, agustiado y en duelo, pero que son emociones que pasan también. Que una de las cualidades también inherentes a nuestra raza es la de aprender de aquello, de ver lo que tenemos a la mano y seguir adelante, de motivarnos con la energía que tenemos aún y seguir hasta alcanzar la meta. En muchas oportunidades, preferimos negar aquello y dejarnos llevar por las circunstancias como una rama caida del árbol en el caudal de un río. Creo que si asumimos el reto de perdonar el pasado, pedir perdón a los protagonistas de ese pasado, de motivarnos en el presente y trazarnos una meta en el futuro, así podremos vivir aceptando nuestras emociones e incrementar nuestras oportunidades de encontrar el camino llamado "felicidad".
No hay comentarios.:
Publicar un comentario