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29.11.10

Valiente, como tu padre...

- Mamá, ¿dónde está papá?
- De viaje, Martín
- ¿Cuándo llega?
- Pronto, Martín, pronto
- Segura, sabes que lo extraño mucho, además el a veces llora por las noches o grita mientras duerme, despierta asustado y tu conversas con él. Yo sé porque cuando el llega no duermo porque quiero estar todo el tiempo que sea posible, además no puedo con la bulla de las chicharras.
- No, Martín, no es nada. Tu papá no llora, el recuerda las cosas de la guerra. Pero pronto se le pasa, es muy fuerte, el quiere lo mejor para nosotros. Por eso va a pelear por la libertad, por tener un mejor gobierno, un gobierno que le dé a cada uno lo que le corresponde. Sin jefes malos ni corruptos, sino por un orden en el que el pueblo tenga el poder de elegir.
- Mamá... y cuando sea grande podré yo también ser como mi papá.
- Si, serás tan valiente como tu papá.
- Si seré muy valiente como mi papá
(Dos disparos secos que tienen en su estruendo un mensaje de soledad, un olor a tierra o a sangre que se queda en a mitad del tabique, un silencio profundo que da miedo y que se esconde en medio de la selva, en medio de la tierra que nadie conoce y nadie pretende conocer.)

***

¡Mamá, mamá! ¡No!

Ya no estás, hace cinco años que esto acabó y te sigo extrañando. No me deben escuchar que lloro. Esto ya pasó que importa. Los culpables son sólo ellos, no merecen mi perdón. No merecen siquiera que puedan pisar este lugar. Perderan su vida tal y cómo te la arrancaron enfrente de mi. Los odio. Felizmente mi padre está acá. Ahora podremos tenderles la enboscada y no escaparan. No se atreverán...

Ese día fue el mas largo de mi vida y sin embargo también el más importante. Después de los disparos salí corriendo en medio de los gritos de todos los que vivían en las cabañas vecinas, corrí sin mirar atrás, sin siquiera pensar en quién me seguía. Corría para encontrar a mi padre, para decirle que habían matado a mi madre. Que habían llegado los cachacos para llevarnos a la ciudad. Que querían cambiarnos la mente. Que nos van a torturar, incluso. No le encontré, pero llegué a una vertiente del río Ene. Era pequeña pero muy húmeda, aún sentía el calor de las llamas sobre el techo de la cabaña de Miguel, mi amigo. Me encontré con Miguel hace un año, el estuvo un tiempo prisionero pero felizmente lo salvaron. Esa noche me quedé llorando mucho, casi ahogándome con mis propias lágrimas escuchando el lamento hiriente desde lejos, el lamento de mis vecinos, mis hermanos. A la mañana, me fui a ver cómo estaba todo. Mi ropa estaba mojada y mis ojos estaban sumamente rojos, no sentía las piernas y me dí cuenta en el camino de regreso era muy largo. Conseguí ir por una colina para ver de lejos el campamento. Todo era cenizas y unas cuantas cabañas aún en pie servían de los cuerpos que habían claudicado en la defensa de su terreno, de sus posesiones. Imaginé que tu cuerpo estaba ahí también y rebusque en mis ojos si aún quedaba alguna lágrima. No encontré alguna. Regrese a la vertiente del río, el cielo y el camino se alargaban a cada paso, era todo muy difícil de comprender, peor con el sol abrasador y la húmedad de la selva y el chirrido incesante que traen consigo las espaldas de las chicharras.

Mi padre estaba por ese entonces a diez días de camino, en la comunidad de Aucayacu reuniéndose con algunos comuneros y dirigentes. Todo iba a salir como lo planearon. Mi fuerzas se iban, estaba desfalleciendo y mi padre no estaría ahí para ayudarme. Llegaron a mi pueblo sigilosamente mis amigos, después de haber salido a cazar, se dieron cuenta que el campamento había sido destruido y con él todos los habitantes, el olor de las cenizas se extendían varios metros a la redonda y el humo crecía como una columna que sostenía las nubes de lluvia que pronto desataría un tormenta eléctrica sobre la zona. Se dispersaron como solían hacerlo para distraer a los venados o sajinos. Luego quedaron en reunirse en la cima de la colina que horas antes yo había pisado. Al reunirse, supieron qué tenían que hacer: Buscar refuerzos.

Camino a Monzón me contraron, desmallado por el calor. Y me preguntaron si sabía dónde estaba mi padre. yo les contesté que si, que estaba en Aucallacu. Y me dijeron que estaba bien, que estaba seguro y que iríamos a Monzón para conversar con otros líderes en la Revolución. ¿Revolución? pensé. No sabía hasta ese entonces de qué se trataba la revolución pero me dieron un pistola y con eso bastó para unirme al grupo. Ahí me encontré con el chino Wilfredo, el jefe del grupo. Nos guió a través de la selva para llegar rápido a Monzón. Todo parecía estar claro para mí. Esos cachacos venían a quitarnos nuestras tierras, mi padre estaba conversando con los gobernadores para llegar a un acuerdo y mi madre había sido victima de aquellos cachacos malos que algún día cuando crezca iba a matarlos con esta pistola que tengo en mis manos. Todo exactamente igual para que no se olviden de mi. No me importa si llego al infierno, son sólo creencias de débiles. Había Algo que no me cuadraba y era ese asunto de la Revolución, que luego Wilfredo, intentó explicarme muchas veces pero no entendía. Me perdían cuando empezaba a hablar sobre el Presidente Gonzalo y daba arengas y levantaba su brazo y comentaba sobre un tal Fujimori, o Montesinos, en la época cuando casi llegamos al poder. Pero todo era muy confuso. Yo sólo quería vengarme, pero el quería algo más. Quería tal vez ese gobierno que mi madre me comentaba aquella noche, donde todos tengan lo que merecen tener, donde no hayan ricos ni pobres. Pero no entiendo cómo puede lograrse eso.

Miguel también se salvó cuando su papá se dio cuenta que venían los cachacos y se escaparon unas horas antes, fueron en un viaje largo a través de la espesura de la noche y los peligros de la selva hasta llegar a Aucayacu y encontrar a mi padre para contarle lo que había pasado. Me dijo, después cuando nos escontramos que mi padre sólo se puso triste un rato viendo a la fogata con una mirada que daba escalofríos, una mirada tan dura como cuando nos fuimos en la primera emboscada. La misma. Una mirada sin lágrimas, sin pena, sin dolor... sólo con sincersa necesidad de controlar y arreglar todo lo que estaba mal en el gobierno. Mi padre lloró en público esa noche sólo por tres minutos y luego se fue a dormir. Pensaba que yo también había muerto así que no le quedaba más motivo para vivir. Así que esa noche trazó un plan que según él salvaría a nuestros pueblos de la dictadura derechista y aseguraría la toma del poder del marxismo-leninismo-maoísmo. Esa noche intentó ahogarse en sus recuerdos, encontrar una sólo idea que le haga dar energía para llevar a cabo el plan, pero encontró un vacío inmenso, esa noche la lluvia no permitió ver el cielo y sus estrellas los únicos dioses que tenía y el vacío se hizo muy grande que lloró en privado por tres horas y se quedó dormido pensando que las fuerzas lo abandonarían y moriría de pena. Pero no murió. A la mañana siguiente un galló cantó y recordó como yo imitaba la voz del gallo en la mañana y cómo a veces perdía el tono inventando nuevas tonadas. Sonrió y su energía se revitalizó. Su mirada se llenó de fuego y decidió llevar a cabo su plan. Pero falló. Sus colaboradores no eran lo suficientemente visionarios para acompañarlo en la conquista del poder y al verse minados sus esfuerzos hicieron retirada hasta volver a conseguir las municiones que habían perdido.

Cuatro años de entrenamiento después, nos encontramos. Mi padre me abrazó con sus manos de hierro y noté que tenía una cicatriz en su hombró me dijo que los cachacos terminaron con cicatrices más grandes. Y que ahora la revolución estaba próxima. Ese día planificamos la primera emboscada. Wilfredo y mi padre conversaron y parecía que se entendían a la perfección. Hicieron arengas al presidente Gonzalo de quien había visto una foto en el periódico cuando fuimos de civiles a Tingo María. Un señor de barba blanca y lentes, me dijeron que él era un gran pensador. Pero que lo atraparon por la traición de algunos insolentes que ya fueron castigados. Ahora tengo doce años y estoy dispuesto a vengar la muerte de mi madre, no me importa ese asunto de la Revolución, pero si es una ayuda para la venganza entonces, también lo defenderé, pues mi padre lo defiende y yo  soy valiente como él y fingiré que no tengo miedo y venceremos a los derechistas. A pesar de que no los conozca.

***
¿El silencio de nuestras voces podrá callar las ideologías ajenas? ¿El grito de nuestros pensamientos ayudará a dar paz a aquellos corazones turbados?

28.11.10

Alguna vez, hoy

La luz se dirigía a través del recinto
Sobre un un pequeño camino
Tal vez sólo parte de la imaginación
Tal vez de la realidad.

El unvierso que inundaba el aire parecía pequeño
Y en su pequeñez repletaba todo
Por lo tanto también era inmenso
También lo era.

Las hojas de los árboles, mecidas por la brisa
Reflejaban en sus tejidos un brillo suave
Quizas etéreo, quizas tangible.

Esto y nada más quedará en mi memoria
Para recordarlo, para olvidarlo y volverlo a recordar.
Para imaginar que hubiera sido si...
Para pensar en que pasó y qué podría pasar.


De pronto, es de día
De repente, es noche
La luna y el sol en una constante danza dispar
El tiempo y el espacio en sintonía


En un pequeño espacio de luz
Los segundos se acaban, se esparcen
Se quedan jugando al rededor de un columpio
Al rededor de un tobogán.


Se divierten, corren, gritan y juegan
¿Acaso no es duficiente?
¿Acaso no se podría ser feliz de otra forma?
Acaso no, acaso si.


Recuerdas cuando sucedió aquello
Lo recuerdas bien y sonríes para tí
Como si fuera una travesura,
Como si fuera un chiste
Como si fuera...


El silencio inunda
El patio de afuera
Las luces se mantienen tenues 
A pesar que es de día


El tiempo regresa a su curso
El espacio se contiene a sí mismo
Tu sonrisa se mantiene
Las sombtas se han ido

25.11.10

Día LIbre

Hoy, por motivos académicos pedí permiso en el trabajo, así que tuve un día libre para hacer lo que me ayude a completar la documentación y luego aprovechar en recreación para esperar el fin de semana. Entonces es presumible que la primera parte del día estuve frente a una cámara fotográfica (hubiera pagado por estar detrás de una mas bien pero bueno... ya será para otro día), Luego estuve esperando por comprar los documentos para presentar en la secretaría de la universidad. Eso ocurrió durante la mañana y no tuvo mayores sobresaltos que el hecho de encontrarme por unos momentos con G, conversar un ratico (estilo Juanes) y darnos un beso pequeño de despedida con muchas historias por contarnos y poco tiempo para hacerlo, supuse que pronto encontraríamos un momento para comentarnos nuestras anécdotas. En fin, luego a seguir haciendo trámites y corrigiendo algunos otros trámites. Todo continuó con aparente normalidad. Al parecer.

Bueno, revisando en las noticias noté algo particular, un lazo en la yoría de los periódicos la mayoría de aquellos lazos era blanco, inferí que se trataba de alguna búsqueda de paz. En efecto lo era. El Día Internacional Contra la Violencia Hacia las Mujeres, y lo escribo con mayúsculas como para no olvidar. Es muy interesante el hecho de que se publique y se promocione este hecho, dado que muchas estadísticas avalan la situación que tienen los países respecto al índice de mortalidad de mujeres víctimas de la violencia. Me parece que las medidas de promoción de la salud (psicosocial) son tomadas y aprovechadas por la publicidad para poder entregar una mejor información respecto a cómo proceder se es víctima o espectador.

Recuerdo que en consulta, en muchas ocasiones, las implicancias del denunciar se hacían mucho más ilusorias por el esquema mental aprendido durante las pocas oportunidades de enterarse del tema. Y esto por las increpancias, incluso, de la familia de origen. La impotencia de poder salir de aquel circulo vicioso tralucía en sus miradas, pero no era suficiente. Tendría que ocurrir una oportunidad de poder asegurar lo que consideraban valioso para sí. Algunas por desinformación de control de natalidad o por su sumisión a la pareja tenían tres o cuatro pequeños a quienes entregaba sus cariños y afectos a razón de especial cuidado pues el amor que tuvo alguna vez por su pareja se había convertido en una costumbre de sentirse mal por haberle reclama su irresponsabilidad como padre y luego haber recibido golpes que la hacían sentir peor, tal vez cuestionarse porqué cambió tanto o porqué no lo conoció bien antes de dejarse llevar porlas emociones y de pronto empezar una familia. Sus hijos por otro lado sienten esa impotencia proyectada en los golpes del padre y de la madre y suelen configurar personalidades que tienen pocas espectativas de futuro y que dedican su tiempo a trabajos que le permitan vivir el momento. Así no sólo se mantiene el ciclo de violencia sino también el legado transgeneracional de ésta.

En una conversación con algunos compañeros de trabajo discutíamos sobre cómo legir una pareja. Por ahi se escuchó "y si no me toca alguien adecuado". Fue una suposición bastante esperable más no tan apreciable según mis cogniciones. Consentí en aconsejarle que antes de empezar una relación lo recomendable es que se pueda conocer a la persona, aunque suene descabellado (para algunos) significaría "enamorarte de tu amiga(o)". En efecto la(lo) conoces tan bien que sabes cómo podría reaccionar. Me parece que tal vez esa actitud sería un salvaguarda para futuros disgustos. Así que este día es un día libre, pues se busca la libertad de la violencia doméstica, en primer lugar y luego su réplica en otros estratos sociales, y para esto se necesita un cambio en el esquema cognitivo de muchos y muchas interactuantes en nuestra sociedad. Aloha.

24.11.10

Juegos cercanos

Estuve en mi escritorio echando un vistazo a las noticias del día de ayer. Como todo lunes, hay que resaltar las noticias que conciernen al trabajo y proseguir en la búsqueda de información que pueda darnos una antelación de algún movimiento del mercado de trabajo entre otras actividades en el quehacer mediático de nuestra sociedad. En fin, estuve saltando de noticias curiosas, caricaturas que reflejaban la realidad con algo de sorna, e informativos que tenían una especial forma de narrar las noticias que exigían mi concentración para entender los entredichos de aquellas frases intrincadas que pensé en algún momento que se redactaban así para prestar mayor importancia en lo que tratan de comunicar.

Entre letras y noticias de último minuto, disfruté revisar mi correo fugazmente para leer un mensaje de hace unos meses, en el que G me escribió frases cortas que me comunicaban mucho. Sonreí.

Llegué a la sección internacionales. En algunas versiones se mostraban noticias de diferentes partes del planeta, sentí que cada país se ocupaba de sus intereses y a la vez resaltaban algunas cosas importantes que acaecieron en la semana en algún otro país en el mundo. Nada suficientemente real como lo que sucede en aquel otro lugar. Algunas imágenes plasmaban parcialmente el entorno y la coyuntura política, además se podían observar algunas emociones , muchas de ellas intensas, en la mirada de los personajes en la fotografía.

En una de aquellas fotos se mostraban tres jóvenes, adolescente en realidad. Que asidos a unas pistolas apuntaban al fotógrafo con una sonrisa curiosa y traslucía en sus pupilas aquella preocupación por el entorno político que estaban viviendo. Ellos estaban en un momento libre, en la gran reunión de los musulmanes en La Meca, como culminación del peregrinaje llamado Hajj, una ceremonia de tres días en el centro simbólico de su espiritualidad. El lugar donde confluyen personas vestidas de blanco y cumplen con el cometido de su visita, la represantación de su trascendencia humana en la lucha del bien y del mal. Naturalmente el país de Arabia Saudí les otorga, según sus posibilidades, la seguridad para poder ejercer su culto. Pero la realidad de las relaciones internacionales con los paises vecinos, es otra. Muy cerca de ellos está Palestina, donde residen judíos y también cristiano, pueden ser muy amigos, conocidos o sólo una persona con quien se cruzan en la calle. Pero las ideologías que son motor de su fe son muy disímiles y originan luchas armadas y tristes problemas de discriminación. Esta imagen me hizo recordar sobre los problemas de relación que se generan al momento de conocer a alguien que no tiene las mismas creencias que tú.

En muchas oportunidades ha de ocurrir esto, no sólo en lugares de Oriente, sino también muy cerca a nosotros. Claro que la tolerancia es menor por estos lares, pero eso no significa que no hayan creencias rígidas respecto al bagaje cultural y religioso. Suelo ser un defensor de la libertad religiosa, pero tengo algunas restricciones cognitivas respecto a la libertad de culto. Considero que una personas es libre de declarar quién es y qué cree, siempre y cuando no infiera o ataque a otro ser humano con quien comparte espacio en este planeta tan multicultural. Conozco personas de muchas religiones y me agrada en algunos momentos poder conversar sobre sus creencias y analizar el curso y contenido de sus pensamientos. Me interesa mucho también reconocer cómo se inician estas conversaciones, con frases pequeñas que implican mucho del uso de la razón y de la información que el argumentador tiene a la mano. Las discusiones pueden ser cortas, pueden durara horas y otras pueden quedarse en pausa debido al impulso de emociones en temperamentos impetuosos.

He ahí cuando encuentro una similitud con parte de la teoría de Eric Berne sobre "los juegos que realizamos". Son transacciones, tan sólo intenciones o actitudes que comunicamos conscientes de lo que decimos y que en muchas formas puede ser malinterpretado, eso nos hace plausibles de error. Somos humanos y podemos aprender mucho de aquello. Tal vez recordar la actividad que se espera de nuestras cogniciones para buscar el cambio, "darse cuenta". Tal vez sólo ese ejercicio, sea necesario para buscar comunicarnos mejor.

18.11.10

Después de cinco años

Recuerdo todavía el primer día, cuando con miradas tímidas memorizábamos los rostros de nuestros compañeros y sus nombres. Cada cual tenía un monólogo interior que relacionaba con sus experiencias pasadas y que las vinculaba con aquellas nuevas personas con las que compartiría tiempo, conocimientos y un aula de clase. Ya han pasado cinco años y parece que tenemos la misma esencia de antes, aunque con unas arrugas más o un peinado diferente, seguimos siendos los mismos y a la vez somos otros.

Fue en la universidad cuando conocí a mis amigos que dentro de unas semanas nos graduaremos y compartiremos momentos esperados desde hace mucho más de cinco años atrás. Recuerdo cuando compartimos el aula con otras promociones y con algunos que se quedaron en el camino pero que siguen avanzando, eso es muy importante. Algunos otros, se fueron y no supimos más de ellos, otros todavía mantienen contacto y la amistad se hace más fuerte en la distante comunicación. Es impresionante darse cuenta que han pasado cinco años. Tiempo en que cambiamos, en que aprendimos, en que soñamos y reímos. Fue en los últimos años en que conocí a G, y en un concierto me enamoré de ella, incluso escribí sobre aquello (XD). Fue en los primeros años en que progresivamente íbamos describiendo a nuestros compañeros como intentando saber de quiénes se trataba y nos conocimos más en las salidas de estudios y en las actividades deportivas o tal vez en alguna circunstancia triste o en algunas vivencias personales. Todo cuando vivímos nos enseñó que la vida nos regaló una oportunidad de conocer a personas con afinidades parecidas vocacionalmente, pero dispares en intereses y en objetivos incluso. Aprendimos a tolerar, a pedir perdón, a perdonar y a sonreír con bromas, quejas y chistes que hacían la vida académica más llevadera y nos alentaban a continuar en la lucha por un título profesional, aún falta un esfuerzo más pero la meta ya se ve más cerca cada vez.


Alguna vez tuvimos que reunirnos para estudiar, para hacer resúmenes de libros o para jugar o celebrar que terminamos el ciclo, algunos que aprobaron y otros por compañía o para olvidarse del profesor. En algún momento nos peleamos y en otros olvidamos los malentendidos, tal vez en una broma que hacía recordar buenos momentos del pasado, o alguna intención buena incondicional. Aprendimos que no estamos solos en lo académico y que podíamos pedir prestado unos apuntes para estudiar o a lo mejor un repaso de todo el curso para no jalar el examen final. Fuimos a pasear por Lima, Cañete, Lurín, Huancayo, Satipo, Jicamarca, Chosica, Santa Eulalia y muchos otros lugares más. 


Todas esas experiencias nos hicieron más fuertes, nos ayudaron a poner en práctica lo que estábamos aprendiendo en paralelo en las aulas de clase, tal vez con algún estrago en medio de la clase con algún profesor, tal vez con sueño pues las clases eran de tarde o en algún ataque de ansiedad por el examen teórico de Neuropsicología o Psicopatología. Puedo concluir que durante estos cinco años he cambiado y junto conmigo, mis compañeros. Ahora somos casi psicólogos, casi bachilleres. He dejado algunos prejuicios y he podido comprender que seguimos siendo los mismos de hace tiempo con algunas habilidades interpersonales mejoradas, tal vez con conocimientos ahora mucho más abiertos a los que pensábamos, Ahora estamos un poco más preparados para enfrentar el futuro y ayudar a personas que precisan de nuestro apoyo. Gracias amigos.

16.11.10

Volar

¿Te cuento un secreto?

Ya...

Cuando era pequeño yo sabía volar, era muy fácil. Sólo me iba corriendo rápido por todo el parque, luego extendía mis brazos y me concentraba enérgicamente en distribuir mi peso, llevarlo poco a poco desde mi cabeza hasta mi pecho, luego a mis piernas y luego liberarme de él enviándolo al piso. Después de eso, sólo volaba, como lo hacen las aves, giraba, hacía maniobras y luego regresaba al mismo punto en la tierra donde había dejado mi peso. Lo recuperaba. Luego, sólo caminaba. Eso hacía por mucho tiempo, varias veces, cada vez que quería sentir el viento sobre mi rostro y tocar las nubes de algodón y evadir las ramas de los árboles levantadas por ráfagas de viento. Era muy sencillo hacer eso, aunque mientras crecía se iba poniendo más arriesgado cada vez. Llegó un día en que decidí dejar de hacer eso porque encontré una forma más segura de volar ¿Sabes cuál es?

No...

Escribiendo, tengo todo a la mano para sentir el viento en mi rostro, para visitar lugares lejanos en sólo un aletear de mi imaginación, y luego regresar al punto dónde deje el peso de mis problemas y seguir adelante. Así puedo volar, pero antes de volar de tener recursos para volar, así que leo, leo mucho cuando puedo. Luego con todas las palabras que conozco empiezo a correr, extiendo mis brazos y cojo un lapicero o lápiz según sea el que esté al alcance. Luego simplemente y con mucha práctica dejo mis problemas en un punto del terreno y puedo volar, como siempre varias veces.

Trinos Matutinos

Buenas noches, autobus. Dime a dónde nos llevarás, a algún lugar donde antes no haya ido. Es el transporte a un nuevo destino, donde dejo mi reflejo en el vidrio. Preguntaría pero no sabemos cuán lejos esta interestatal va, o cuán profundas son las raices de la ciudad...

***

Los segundos de diluyen en medio de la tarde que oscurece. Golpeo su puerta y no está, o tal vez si está pero no quiere abrir. El sonido hace eco en el corredor y empiezo a perder la paciencia. Las luces de la calle de afuera empiezan a encenderse tenues, en orden. Las sombras se apoderan del dormitorio y no logro convencerla de que me abra la puerta, no si quiera me responde. Ábreme o tiro la puerta, grito y no tengo respuesta. Yo sé que está adentro pero no hay sintoma de que me esté escuchando siquiera. Intento una vez empuejar la puerta. El sonido alerta a los vecinos pero no me dicen nada. Piensan que esetoy loco. Piensan que no puedo controlarme. Piesan que debo ser más discreto.

Ábreme. No lo hace.

Golpeo mi cuerpo fuertemente contra la puerta hasta que finalmente logros desbocar la cerradura un poco, sé que el siguiente intento no debe ser tan brusco. Pateo y la luz de la calle se filtra en la entrada del cuarto como un camino de luz naranja tenue, triste. Me abro paso en la entrada y la encuentro en el piso, echada, pálida y en su mesa de noche un diario con las hojas rosadas que tiene muy bien escrito sus planes de qué hacer y que no hacer si las "cosas salen bien". En una esquina dice "R y D =)". Y todo cobra sentido...


Nos conocimos hace dos años en el parque de Ica. Aquel agradable y soleado lugar, espacioso, todo lo contrario a donde me encuentro, y con aquella estrella en el centro de su extensión por razones que tantas veces me explicaron. Estaba descansando de un trabajo que había ido a realizar por allá y decidí visitar el parque, descansar un momento observando los árboles alrededor y después de esa pausa continuar con mi labor. Busqué alguna banca libre y no había alguna, sólo donde estaba ella, era un espacio donde podría sentarme. No sería capaz de sentarme junto a ella, solía ser tímido. Me acerqué con mucho temor, mis piernas temblaban. La conocí con temor y me pareció muy asequible a pesar de que había reconocido mi nerviosismo. Nos hicímos amigos en minutos y sólo tuve que decirle que me tenía que ir pues ya el horizonte estaba en ocaso.


Luego, en el tiempo que estuve por allá nos citábamos para encontrarnos cada día en el mismo lugar, la misma banca del parque, el mismo parque, la misma hora, todo igual como si no quisieramos que el tiempo se diluya en nuestra relación. Así ocurrió. Le prometí que regresaría para conversar después de tres meses, en el tiempo que regresaba a la universidad para seguir con mi carrera, ella accedió pero antes de irme escribió en mi brazo su número de celular para que no pudiera olvidarla, con tinta indeleble. La autopista me llevó de regreso por el desierto y llegué a mi centro de estudios con la convicción de regresar a verla, en tres meses. Estudié sin distraerme mucho, tenía la convicción de que el tiempo pasaría más rápido si no me detenía a pensar en lo que podría suceder sino más bien enfocarme en mis objetivo próximos. Día tras día, en cuanto podía, la llamaba. Ella siempre disfruto de mis llamadas antes de caer la noche. Como para mantener un patrón de conducta telefónica. Siempre se libraba de responsabilidades para esa hora y por mi parte disfrutaba de esos pocos minutos en el auricular.

Al tiempo siguiente de mis clases en la universidad, regresé para encontrarme nuevamente con ella en aquel parque que tenpia en el centro una estrella. La visité y paseamos en los días que tenía libre. Me sorprendió mucho el saber que sus padres sabían que yo existía, incluso que éramos buenos amigos y que nos habíamos conocido en el parque bajo la sombra de un árbol. Luego, todo se hizo más fácil, pues ella decidió venir a estudiar enfermería a Lima, fue muy agradable recibir esa noticia y el apoyo de sus padres. Aunque su tíos no estaba muy de acuerdo pero sentía que a pocos me iba a ir aceptando, pensé. Todo sucedió en cuestión de dos años y supe que las cosas iban para bien. Ella ya había empezado sus estudios de enfermería y por mi parte yo ya estaba a un año de terminar mi carrera. Todo estaba en el lugar y momento preciso.

Hasta que llegaron los problemas, ella empezó a ponerse triste pues vivía sola y con las chicas en su salón no se trataban. Las ansias con las que había venido se fueron esparciendo como hojas al viento. Intenté animarla integrándola a grupos de apoyo comunitario y también a que conozca a mis amigos y fue mejorando su estado de ánimo. Pero las tristezas del alma llegan a ser más profundas cuando no son resueltas a tiempo, y menos si no se pide ayuda, así que noté que empezó a adelgazar mucho y cuando me miraba había una sombra bajo sus ojos que se escondía de los problemas para no llorar en público, sólo a solas porque "así es más fácil". Las siguientes vacaciones tuve que ir al norte y ella regresó al día siguiente después de terminadas las clases a casa. Nuestra comunicación se mantuvo viva a través del teléfono pero siempre después de cada adiós encontraba una lágrima escondida otra vez.


Al regreso de vacaciones, nuestra distancia parecía haberse acortado no sólo físicamente sino también emocionalmente pues teníamos más tiempo para abrazarnos y conversar de todo. Ella me contaba de sus clases y sobre inyectables, al parecer era un tema que le causaba mucha curiosidad. Nunca imaginé que eso mismo la llevaría a quedar pálida e inerte en este piso de su dormitorio. Todo aconteció tan rápido, en unas cuantas semanas. Tal vez no debí decirle para tomarnos un tiempo, tal vez tuvimos que conversar en la mañana cuando me abordó en una conversación con mis amigos. Tal vez hubiera actuado más rápido y evitado que se vaya corriendo y me deje pensando en cómo hubiera sido si...


Tal vez en algún momento en el viaje, en donde sea que se encuentre, pueda escuchar aquellos trinos matutinos que le gustaba escuchar en aquel parque donde nos encontramos. Espero mucho que ocurra eso, pues sabré que puede perdonarme no haberla atendido, pues sabré que me entenderá por lo difícil que es hacer esfuerzos porque nos podamos sentir mejor, y encontrar un lágrima escondida siempre. Tal vez debí decirlo, quizás pude ser más sincero... espero poder serlo pronto...

12.11.10

Confesiones parciales

Si hubiera tan sólo un sólo motivo por el cual agradecer a la vida, es por el privilegio de respirar y de abrazar... pero hay más motivos que sólo ese.

A lo largo de la historia de la humanidad han habido muchas oportunidades para documentar historias, relatos, leyendas, sospechas, cuentos, incluso chismes. El hecho de echar una mirada atrás implica no sólo tener información valiosa en cuanto a los recursos que usamos hoy, sino también al uso que podemos darle. Por momentos pensamos que tenemos algunas cosas nuevas, pero tarde o temprano reconoceremos que tenemos lo mismo que antes tuvieron algunos pero desde otra perspectivas. Las perspectivas nos hacen ver las cosas antiguas como nuevas, nos permiten obtener intenciones del objeto en otra dimensión. El hecho de tan sólo mirar ya nos permite saber en qué consiste algo y así tomar interés para luego examinarlo. En muchas oportunidades tomamos posturas de un niño curioso, le damos vueltas al objeto y poco a poco nos vamos acercando, estás acciones son cualidades en el ser humano, podríamos incluso considerarlas innatas o incluso instintivas. Hay circunstancias en el vivir que valoramos así, nos acercamos poco a poco como para medir su grado de peligrosidad o simplemente por curiosidad inabarcable que nos incita a saber porqué eso está ahí. Progresivamente vamos experimentando con la muerte, con la alegría, con el amor, con el respirar, con la risa, con el enojo, con la confianza, como si fueran cosas extrañas a nosotros o razones que se suscitan en situaciones extremas o de necesidad de tranquilidad. En el tiempo que crecemos vamos descubriendo nuevas emociones, nuevas perspectivas y nuevas valoraciones para nuestras experiencias.


Alguna vez, leyendo algo de historia de la filosofía, me enteré que los grades filósofos pre-socráticos empezaron por preguntarse ¿de dónde venimos?, esta se convirtió en una de las preguntas claves para los filósofos y muchos le han dado una respuesta parcial, desde perspectiva claro está. Empezaron por analizar, observar, incidir en todo cuanto les rodeaba. Estrellas, planetas, luces, naturaleza, plantas, animales, minerales, organismos pequeños y sin querer fueron desarrollándose disciplinas que hasta ahora seguimos estudiando por ser de carácter intrigante, siempre queremos seguir sabiendo más, tal vez encontrar la vastedad de una ciencia y escudriñarla hasta lo mínimo, sabiendo que puede ser una tarea larga tomamos el riesgo y aceptamos el reto, aún el intento bastará, nos sinceramos con nosotros mismos, y continuamos con la tareas. Es interesante recalcar que lo primero que se le ocurrió ala humanidad es ver objetos para analizar, los que están mas distantes. Tal vez ahí encontremos la respuesta de dónde vinimos, fue su cognición. Y avanzando en sus investigaciones fueron entendiendo que se hacía muy difícil conseguir explorar todo el universo que nos rodea, pensando como ellos ("somos el centro del universo") podremos entender un poco sobre qué pasa con nosotros cuando descubrimos el universo mientras somos niños. A corta edad y por la atención que tenemos de los mayores, pensamos que también somo el centro del universo y nuestra atención se centra en todo cuanto podemos ver y analizar. Preguntamos el porqué las cosas suceden así o qué significa tal palabra o qué es tal objeto y empezamos a nombrarlos tal y cómo nos enseñaron que debe llamarse tal o cual objeto. Es el mismo descubrimiento histórico el que vamos realizando nosotros mientras crecemos, incluso vamos desarrollando años de investigaciones en cuestión de conversaciones con padres, tíos, hermanos mayores o alguna persona que consideremos significativa o fuente de conocimiento. En el transcurso vamos descubriendo que le viento sólo se siente y no se puede ver, vamos entendiendo que el agua tiene propiedades diferentes a la tierra, texturas, matices y características enormemente diferentes que la hacen ser agua y empezamos a relacionar cosas, hechos y aprendemos. 


Después de todos los estudios del planeta y sus alrededores, los estudiosos griegos empezaron a preocuparse por encontrar día a día más respuestas y dejaron de ver afuera para ver hacia adentro, llegando progresivamente a la madurez de su pensamiento y al arte de la mayeutica, del pensamiento reflexivo, de la oratoria y del cultivo de hábitos que lleven al ser humano a su desarrollo físico y moral, aunque conociendo a los griegos sólo algunos pudieron ser muy morales, otros quedaron en el intento. Su legado se reflejó en el latín y luego en sus idiomas vertientes, y con el idioma algunas ideas, creencias, incluso hechos que se fueron heredando y mejorando. Mientras crecemos empezamos a descubrir que dejamos de ser el centro del universo y nos damos cuenta que hay materia más haya de nuestros ojos, que hay seres humanos con quienes compartimos todo lo maravilloso que nos regala el universo. Entendemos que es muy útil el uso de un idioma y con este la capacidad de emitir mensajes claros para una mejor convivencia social en conciliación y armonía. Pero también dejamos de ver afuera para analizar los fenómenos internos que subyacen en nuestra conducta. Nuestros pensamientos y algunas emociones irrefrenables. Y llegamos a la conclusión que compartimos características, propiedad comunes entre los habitantes racionales de este planeta y logramos decir: "Soy un humano". El esfuerzo se encuentra en asumir la vida de un humano, asumir las responsabilidades que se comparten en la convivencia social y que las normas de vida las dicta nuestra conciencia, nuestro sistema de creencias y nuestra praxis de la equidad. ¿Hasta qué punto estamos dispuestos a sentirnos más humanos?

10.11.10

Algún día, de algún modo

¿Cómo diablos terminamos así? ¿Porqué no fuímos capaces de ver las señales que ignoramos y cambiar la situación?

Me gustaría que aflojaras tus puños y desempaques tu maleta, ultimamente ha habido muchod e esto pero creo que todavía no es muy tarde.

Nada está mal, siempre y cuando sepas que algún día yo...

Algún día, de algún modo, vamos hacerlo bien pero no ahora, sé que te preguntas ¿cuándo? (Sólo tú lo sabes)

Someday - Nickelback

Hoy pasó algo raro me dijo, no té la seriedad en sus labios y comprendí que no era tiempo para bromear.Me empezó a contar sobre lo que había sucedido la noche anterior cerca a la casa de una de sus amigas. Me causó extrañeza que ocurriera tan pronto, sin previo aviso. Bueno, creo que es así como tiene que ser ¿verdad? La muerte nunca avisa, al menos eso se cree. Entonces, empecé a imaginar.

***
"Nos conocimos hace tres años, él siempre me quizo y yo también. Creo que yo siempre quice que nuestra relación funcionara, pero el no ponía tanto de su parte como yo. Ya han pasado muchos días que no me llama, que no quiere si quiera salir conmigo para conversar. Comprendo que no le gustara cómo lo traté la última vez, pero ya le pedí disculpas.Y aún asi no quiere hablarme. Es un estúpido, un insensible, por qué me tuve que enamorar de él." Repetía frases como esta en su pensamiento, constantemente cuando se encontraba en su cuarto la mayoría de veces, tal vez en el salón mientras la profesora trataba sobre semiótica, o a lo mejor sobre la calidad de vida en los pacientes en UCI. Sería difícil para ella prestar atención o tan sólo concentrarse para leer un libro. Su relación habría tenido un tiempo prolongado en que ellos compartían actividades e intentaban no separarse, incluso se amalgamaron sus emociones. A veces sentían que debían reír al mismo tiempo o estar en el mismo lugar sólo por el hecho de estar juntos y a pesar de su comodidad.

"Solían vernos juntos, siempre de la mano. Eso me llenaba de alegría. Pero tuvo que decirme esa frase maldita ¿Porqué tuvo que sucederme esto a mí?¿Porqué él tuvo que terminar conmigo?¿Acaso no se da cuenta que me hace sufrir? Quisiera que todo esto se acabara de una vez, que venga me diga que se quiere ir conmigo lejos, lejos donde nadie nos encuentre y podamos vivir como siempre soñamos, juntos sin restricciones, sin problemas, sin ninguna persona mayor que nos diga que es lo que tenemos que hacer o dejar de hacer." Sus ideas poco a poco se fueron convirtiendo en más radicales, mucho más difíciles de racionalizar. Las absoluteces invadieron su razón y decidió tener dos opciones en medio de todo el universo de culpas, incertidumbres y sospechas. Él por su parte sólo pensaba que las cosas estarían mejor por un tiempo, por aquel espacio de libertad que logró conseguir cuando terminaron, tal vez influido por lógicas juveniles, tal vez por que simplemente lo quiso así. Ella por su parte estuvo sufriendo a gritos en un lugar donde el ruído opacaba sus estridencias. Vestía de colores extraños, poco usuales para una mujer de su edad, tan joven. Lo que se puede esperar de chicas en esa edad es que tengan la picardía en sus ojos, ella incluso habpia perdido el bríllo y sólo buscaba una forma de que alguien se diera cuenta que estaba sufriendo. Aún así. Si alguien le hubiera preguntado ¿Estás bien? Ella hubiera respondido con una media sonrisa que si. Pero no sería suficiente para calmar su dolor.

"Tal vez no quiere estar conmigo porque soy muy insistente. Pero qué puedo hacer, el me gusta mucho y siento que quiero estar con él todo el tiempo. Antes lo pasábamos bien, qué habrá pasado con quién habrá conversado. Lo llamaré"

-¿Aló?
-¡Hola! Te sorprendí ¿verdad?
-Hola... ¡Qué tal!
-Bien, pensando en tí... ¡Ay! no debí decir eso. Perdón
- Je, je... Oye, voy a entrar a clases. Luego te llamo ¿ya?
-No te preocupes, sólo basta con haber escuchado tu voz. Ciudate. Te quiero ¿Tú me quieres?
-Claro, como amigo. Ya me voy. Chau.
- Ya, chau.

Apretó aquel botón rojo y sintió que el universo se caía. "como amigo" se revolvía en su cabeza como ropa en una lavadora. Una y otra vez, sin cesar. ¿Sería tiempo de confrontarlo?¿De llamar de alguna forma su atención?¿Habrían otros motivos en sus pensamientos para planear lo que sucedería? No se sabe, tal vez ni ella misma lo supo.

"Tengo que buscarlo, me arreglaré. Estaré bonita para él. Y esta, esta si que es la última oportunidad. Hay muchas cosas que he dejado por él. Primero mi familia, luego algunos cursos, incluso mis amigas y él siempre hablándome de su carrea y de lo bien que podría acompañarle en el ejercicio de su profesión. Pero no, no es suficiente. Me tendrá que querer como soy." Se armó de valor y  se arregló lo mejor que pudo. Poco a poco durante toda la tarde y gran parte de la noche planificó todo con detalles. Escribió en su diario, todo y cuanto deseaba hacer. Escribió las alternativas que podrían sugerir un cambio en sus planes, no eran muchas. Sólo dos. Al finalizar, cerca a la media noche escribió suavemente, al pie de la página rosada de su diario la palabra "RyD =)".

Sus ojos se despertaron con primer brillo del sol que se colaba por el espacio pequeño entre las cortinas, a través desu ventana. Era domingo, el día indicado. Se despertó como si el peso de la noche anterior se hubiera caído en algún lugar de su dormitorio y no había necesidad de recogerlo. Se bañó y vistió con detalle y cuidado, verificando que todo esté tal y como había sido planeado. Decidió salir finalmente de su cuarto después de tres días de soledad y nostalgia, este no tenía porqué ser un día igual, todo por fín iba a terminar. Salió a su restaurante preferido y pidió su jugo de frutas favorito, también un sándwich de pollo, sólo con mayonesa. Caminó contando sus pasos, midiendo el tiempo, disrutando de la vida hacia la convención donde se encontraba él, sintiéndo el aire soplar sobre su rostro. Llegó y lo vio caminando con un grupo de colegas. Se acercó sigilosamente y lo sorprendió. Él no supo que decir o hacer. Se quedó paralizado. El plan estaba saliendo a la perfección. Casi a la perfección.

Le dijo que mejor sería conversar a solas y él accedió. Se alejaron un poco de la multitud que venía elegante a la convención...

- ¿Por qué viniste?
- Quería darte una sorpresa.
- Si, pero... sabes cómo hemos quedado...
- Ya, no te enojes conmigo sólo por querer hacerte sentir bien
- Hacerme sentir bien... pudiste haberme llamado y quedábamos para conversar
- Oye, si nunca me contestas el teléfono qué querías que hiciera
- Pero... además no tengo porqué darte explicaciones. Todo se acabó.
- No, todavía nada se acaba. Sabes, yo quería que las cosas vayan mejor, pero tu y todas las cosas que me dijiste me aburrían, pero igual yo intenté mejorar nuestra relación y, sabes que, está es la última vez que te voy a molestar. No me volverás a ver, pero siempre vas a saber que voy a estar contigo. Nunca te podrás librar de mi. No me importa que hayas pasado cosas tristes antes, yo quise que tu cambiarás pero tus siempre con tus alucinaciones, tus locuras. Ya... no me volverás a ver.
- Oye, tranquilízate. No tienes porqué ponerte tan histérica.
- Chau...
- Nos vemos mas tarde.

Le dio un golpe en el pecho y el se quedó nuevamente paralizado. La distancia se fue haciendo cada vez más larga para llegar a casa. Se topaba con personas, todas vestidas elegantemente oscuro. El día empezó a caer en una neblina con forma, con peso, que caía entero sobre un vacío localizado en su estómago y no lo llenaba, sino que empezaba a rebalsar en sus ojos. Era imposible liberarse de esa sensación. Algunas personas le saludaban y le preguntaban si estaba bien. Ella sólo escuchaba sonidos sordos a lo lejos. Llegó casi a gatas a su dormitorio. Abrió su diario y vió aquellas letras tímidas que decían "RyD =)" Luego dió la vuelta a la página y encontró la estrategia, la segunda opción, escrita en letras delgadas como si no quisiera que exista o como si fuera el último recurso, en efecto lo era. Empezó a leer las palabras lentamente pues las lágrimas se interponían en el curso de la lectura. Poco a poco fue preparando la pócima que le llenaría el vacío localizado en su estómago. Sintió cómo iba ingresando el líquido frío por sus venas. Todo estaba terminando. Quizás esperaba que con su reacción implacable él regresaría, tal vez la recataría de los efectos del líquido. Tal vez si era cierto que todo había acabado en su relación, ella por fin terminaría entendiendo que él ya no la quería más. Al cabo de pocos minutos su cuerpo lucía inerte al lado de su cama, perdiendo su color de vida, ella repasaba en su memoria frases y las contestaba según sus creencias.

Todo ha acabado. - Esto recién empieza para tí.
Escuchen alumnas, esto es ético, no lo hagan por juego. - Lo siento, profesora, no puedo soportarlo.
Hija, cómo te va con ese chico. - Todo bien papá, todo sigue igual.
No me volverás a ver, pero siempre vas a saber que voy a estar contigo. - Si, siempre lo sabrás.


Al cabo de media hora, el vacío se había convertido en dolor y la lógica había perdido su sentido. Él no llegaría hasta la tarde en la encontraría, fría, pálida y con los ojos rojos. Todo había acabado.

***
Me miró y me preguntó que me pasaba. Yo le dije, no nada, sólo algo que estaba imaginando. Intenté conversar de otro tema, aún así aprendí algo que luego buscando en algún texto encontré reflejado.

La vida es breve; el arte, largo; la ocasión, fugaz; la experiencia, engañosa; el juicio, difícil.
Hipócrates, Aforismos, I, 1

6.11.10

Luciérnagas en un crepúsculo de vainilla (IV)

Porque tendría miles de abrazos de aquellos bichos luminosos e intentarían anseñarme como bailar...

El silencio no es tan malo, miro a mis manos y me siento triste porque los espacios entre mis dedos están justo donde los tuyos encajan perfectamente...

Ayer nos encontramos por sólo unos minutos. Tal vez necesitábamos estar más tiempo pero las responsabilidades se hicieron tangibles y tuvimos, cada cual, que seguir en nuestros quehaceres.

***
La mañana se mostró tímida, el sol seguía su rumbo y todo cuanto tenía que esperarse no llegó. Era el último día de nuestro los recuerdos se dibujaban como si hubieran quedado mucho tiempo por aquella ciudad. Los planes se habían llevado con aparente normalidad: el viaje de llegada unos horas un poco más tarde de lo planeado, la visita de comunidades el día siguiente, paseos por el centro de la ciudad en la noche, visita a centros turísticos al día siguiente y las comidas grupales de camaradería. Este último día era el viaje de regreso, todo debería salir como estuvo planeado.

Le planteé a G ir a comprar artesanías, conocer un poco más de la ciudad y tal vez comer algo que todavía no habíamos probado. Fuimos a desayunar, tomamos leche de vaca. Luego preguntamos por algunos productos lácteos y su precio. Después, fuimos a observar algunas artesanías en el centro de la ciudad. Tal vez comprar algunos recuerdos para amigos de Lima o simplemente para planear comprar algo en una futura visita. Vimos mantos, cerámicas con forma de casas, personajes, máscaras, también llaveros, lapiceros, pisapapeles con motivos andinos, entre otros objetos muy particulares. Mientras observábamos los recuerdos, recibí una llamada comunicándonos que los pasajes ya estaban siendo comprados por un grupo de amigos que viajaron también con nosotros. El carro saldría a la una de la tarde. Al regresar al lugar donde nos hospedábamos estaba dando Finding Nemo y descansamos un momento hasta que sea hora de partir.

Al llegar al terminal terrestre, recordé sus ventanas amplias y el terreno circundante. Llegamos a tiempo para subir al bus y acomodar nuestras maletas y esperar que el carro llegue a buen tiempo a Lima. Dejábamos atrás un lugar muy agradable y teníamos por delante un viaje de siete horas aproximadamente para disfrutar del paisaje y dormir. Observar el río Mantaro en su compañía por ciertas partes del viaje y de los cerros algunos muy poblados de árboles, otros con el peso de los minerales en sus lomos raídos y grises. Algunas lagunas extensas y quietas, otras secándose y ahogándose en su propio caudal. Cumbres blancas a lo lejos y rocas imponentes y cercanas. El viaje se hizo menos pesado debido a una película y conversaciones personales, tanto como bromas entre los viajantes. Nos dimos cuenta que ya estábamos cerca a Lima por la presencia de los túneles, pueblos pequeños y con luces amarillas al borde de la carretera zigzagueante en los cerros y por el sol decreciente en el horizonte que nos anunciaba que las siete horas aproximadas se iban a ser un poco más largas. Recordé algunos años atrás cuando me tocó pasar por ese camino por muchos motivos, el primero fue cuando era aún muy pequeño y las sombras me avisaban que el viaje largo iba a terminar en un lugar muy campestre. Fue hace viente años aproximadamente. Ahora, los motivos eran otros y siempre, en todas las oportunidades me quedaba absorto viendo el horizonte y el sol ocultarse, muriendo en su ocaso hasta el día siguiente resucitar por el lado opuesto del paisaje, ya estando yo em Lima.

Llegamos de noche y decidimos culminar el viaje con una cena en grupo con todos nuestros compañeros de viaje. Apreciamos mucho el valor del apoyo a la comunidad y también de las bromas de camaradería y de las visitas tanto como del clima. Tal vez, inconscientemente, me estaría prometiendo regresar. Quizás viajando en luciérnagas sobre un crepúsculo de vainilla.

4.11.10

Luciérnagas en un crepúsculo de vainilla (III)

Me gustaría hacerme creer que el planeta Tierra gira lentamente. Es muy difícil decir que prefiero estar despierto mientras duermo, pues todo nunca es como parece...



Miraré la noche tornándose en celeste, pero no es lo mismo sin tí porque se necesitan dos para susurrar tranquilamente...

La nubes silenciosas se extendían sobre el cielo y cubrían el sol. Estuve despierto mirando el techo durante dos minutos y luego salí a observar el firmamento por la ventana que hacía de pared. Recordé la noche anterior cuando caminamos de la mano, cuando sonreímos para tomarnos fotografías y cuando sonreímos juntos. Era el día para visitar la ciudad y conocer paisajes que nos relajaran, probar comida típica y conocer todo cuanto sea posible. No debíamos esperar más.

Bajé las escaleras para encontrar tu puerta, pregunté si estabas. Me recibiste con un beso, sentí que el tiempo se detenía por un segundo, luego todo siguió su curso. Me miraste como si quisieras ir también, deberíamos ir a desayunar pero antes esperar el carro que nos guiaría a través de la ciudad. Salimos a esperar el vehículo, mientras tanto decidimos tomarnos algunas fotos, conversar y seguir esperando.


Una vez que llegó el carro, fuimos a la feria en Av. Huacavelica. Comimos y luego partimos a visitar los pueblos aledaños a la ciudad. Hualhuas, conocido por su textilería, vimos telares y también nos gustaron las artesanías y la creatividad que representaban tanto como su tradición. Luego fuimos a San Jerónimo, ya habíamos estado ahí el día anterior, esta vez conocimos una las actividades económicas más representativas de la comunidad, la orfebrería en especial de plata. Luego fuimos en un viaje más largo hacia Concepción, subir escaleras. A veces me ayudabas otras yo te ayudaba, era un ejercicio que nos exigía como cuando jugábamos basket, tal vez más. Llegamos a la cima y me dieron unas ganas de cargarte. Luego visitamos a la estatua de la Virgen de la Imaculada Concepción que se erigía en la cima del cerro. Fue asombroso ver la ciudad desde ese punto tan alto. Sonreímos.


Luego fuimos a conocer una empresa donde se fabrican productos lácteos. Comimos helados de leche, me dieron ganas de probar yogurt, queso y otros derivados más, pero recordé que después visitaríamos Ingenio, la piscigranja y su restaurante. Ahí también lo pasamos genial, comiendo trucha a la parrilla, papa a la huancaína y tomando chicha de jora. El único exedente fue la música, aunque también le sacamos partido a aquello. Fue muy divertido. Antes de regresar a la ciudad, fiumos también al Convento de Ocopa, un centro arquitectónico de la época de la conquista, tal vez de unos años después. Se encontraba en medio de un bosque de cipreces y reunía sonidos de viento y pajaritos a lo lejos. Me gustó caminar por aquel lugar, silencioso. Y luego, regresamos a la ciudad para visitar un mirador y un zoológico cercano. Vimos a los monos, águilas, al cóndor, pequéños y medianos roedores, tanto como a un grupo de leones muy curiosos y peligrosos. El cielo poco a poco se iba tornando más oscuro y decidimos regresar al lugar donde nos hospedábamos. Llegamos sólo para pensar a dónde más podríamos salir, podría ser al centro de la ciudad, quizás visitar la catedral o a lo mejor ir al Parque de la Identidad, tomarnos fotos y caminar. Ocurrió lo segundo. Disfrutamos del día de paseo y sobretodo, nos conocimos mejor.

3.11.10

Perdonar el pasado

Durante el viaje, tuve tiempo de conocer personas que deseaban conversar. Algunos que me conocen saben que no hablo mucho, incluso que disfruto mucho del silencio. Con aquellas personas la relación era distinta, naturalmente por mi trabajo y por mi vocación de disfrutar escuchar y examinar las actitudes y esto alimentó mi interés por seguir mi carrera hasta lo último. Me encontré con muchas personas que necesitaban saldar cuentas con el pasado. Actualmente se piensa mucho que la terapia puede, incluso debe, centrarse en el presente y en el futuro y, no lo dudo, tiene buenos resultados. Desenfoca la preocupación incesante por el pasado y por escenas que solemos repetir haciéndonos más daño. Aún así las repetimos con la esperanza irracional que en alguna oportunidad tengamos la fuerza de cambiar la verdad por una historia más agradable a nuestro curso de pensamiento y creernos la mentira, un mecanismo mental para defender nuestro ego, nuestro insistente orgullo.


No todas las personas con quienes conversé tenían deudas con su pasado, pero las que si tenían percibía que dependían mucho de él. Tal vez viviendo su propia novela, tal vez porque fue el único ejemplo que tuvieron, al momento de formar su personalidad, para solucionar problemas, tal vez porque no hay más herramientas que las obtenidas mediante las creencias impuestas por los padres. Aquellas voces del pasado, imágenes que se repiten y que dañan una y otra vez nuestra integridad moral, nuestra búsqueda de la felicidad y del bien. Al conversar intentaba de muchas formas realizar un "darse cuenta", como dijera un psicólogo de renombre "traerlos al aqui y al ahora", o a lo mejor subsanar aquella herida con un recuerdo que cuente la historia tal y como sucedió y asumir los sentimientos negativos, aceptar que somos humanos vulnerables y que es normal sentirse triste, agustiado y en duelo, pero que son emociones que pasan también. Que una de las cualidades también inherentes a nuestra raza es la de aprender de aquello, de ver lo que tenemos a la mano y seguir adelante, de motivarnos con la energía que tenemos aún y seguir hasta alcanzar la meta. En muchas oportunidades, preferimos negar aquello y dejarnos llevar por las circunstancias como una rama caida del árbol en el caudal de un río. Creo que si asumimos el reto de perdonar el pasado, pedir perdón a los protagonistas de ese pasado, de motivarnos en el presente y trazarnos una meta en el futuro, así podremos vivir aceptando nuestras emociones e incrementar nuestras oportunidades de encontrar el camino llamado "felicidad".

Luciérnagas en un crepúsculo de vainillla (II)

Pues ellas llenan el ambiente y dejan lágrimas por todas partes, te pareceré rudo más sólo estaría de pie y observaría atento...

Porque yo duermo seguro y profundamente, pero extraño tus brazos abrazandome. Te enviaré una postal pues deseo que estés aquí...

El cielo se mostraba como una cúpula naranja que se tornaba en azul oscuro, las gotas de lluvia se aferraban a las ventanas, todas ellas en diagonal. Ella se divertía riendo, cantando y aplaudiendo y yo reía al ritmo de la lluvia junto con todos en el lugar, también acompañaba las canciones. Ya era tarde y no habíamos comido durante el día a pesar de aquello, sentíamos que ya estábamos cerca a nuestro destino y los truenos, relámpagos y paisajes alimentaban nuestro interés por llegar antes que por comer. Llegamos cuatro horas después de lo planeado, la lluvia daba sus últimos suspiros y la noche ya había llegado con el cielo cada vez más azul. Nos reunimos todos y decidimos conseguir un hospedaje y salir a comer cuanto antes para luego descansar hasta el día siguiente. Todo parecía nuevo, aún así nuestro interés se volcó en descansar. Comimos, caminamos visitando el centro de la ciudad, ver de lejos la catedral y averiguar algunos precios de artesanias, conversar y contarnos historias tanto como tomarnos fotos. Teníamos que aprovechar el tiempo pues el viaje se trataba de tres días.

***
Llegó el día siguiente. Salí muy temprano para comprar algunas cosas que olvidé comprar la noche anterior, el sol estaba lúcido en el cielo, las nubes parecían grandes cúmulos de algodon y se mostraban cargadas, prestas para llover, aún así mi instinto me avisó que pasaría mucho tiempo para que llueva. Al caminar por esas calles recordé mi niñez cuando íbamos con mi padre a visitar el correo un edificio de un piso que estaba frente a la municipalidad y que me gustaba ir pues podía ver aquel diseño de las cartas: fondo blanco y rayitas rojas en los bordes que me daban la impresión de tener viaje muy lejanos y regresar íntegras, siempre con sus rayitas rojas a los bordes. Claro que ahora ya no se las usa mucho. Claro que el parque antes parecía más grande. Decidí regresar luego de realizar lo que había planeado hacer y me encontré con dos niños, vestidos con busos de algodón grueso y chompas tejidas, con caras redondas y pintadas de sucio por su temprano despertar y su vida en la calle, llevaban consigo una caja para lustrar zapatos que habían dejado a un lado y que se habían dedicado a jugar pintando con carbón y algunas tizas sobre la vereda. Me inquietó el corazón el sólo hecho de verlos transformar su inconsciente sobre trazos gruesos y algo inseguros en la vereda. Les entregué dinero para que desayunaran. Rogué en un pensamiento que me hagan caso.

De vuelta al hotel, decidí darme una ducha y luego alistarme para visitar una comunidad cercana a la ciudad que en varias oportunidades había escuchado hablar de ella. G, estaba lista también así que nos dimos un abrazo infinito de 4 segundos y nos encontramos con nuestros compañeros de viaje en el turno de la compañia de quienes serían nuestros guías para visitar aquellas comunidades. Néstor, se llama aquel muchacho que nos acompañaría, tenía gracia para darnos comentarios e informarnos sobre los lugares que encontrábamos camino a su comunidad. Nos enseñó sobre la universidad de la ciudad, sobre un instituto también, sobre las actividades económicas de cada región cercana y del clima. Luego de una hora de viaje llegamos a San Jerónimo, un pueblo agradable de calles cortas y caminos con zanjas, flanqueado por bosques de eucalipto y con un buen clima que nos acompaño hasta la tarde. Fue un momento que agradecí mucho vivir. Néstor nos llevó con una familia muy acogedora que nos recibió en su casa como si nos conocieran de mucho tiempo, nos preguntaron nuestros nombres y me enteré que habían conocido un familiar mío. La confianza se hizo más cercana. Nos invitaron desayuno, un alimento que extrañaba comer. Le comenté a G que me encantaba conocer lo nuevo de la ciudad al lado de ella. Y ella me sonrió como sólo sabe hacerlo, sentí que me decía cosas muy agradables sin siquiera articular alguna palabra. Fuimos a la iglesia con aquella familia y compartimos la ceremonia religiosa con la congregación. Nosotros, dos amigos, G y yo, apoyamos en cuanto pudimos al grupo. Me invitaron a tener el mensaje de la mañana y esperé que me entendieran y no tartamudear mucho. Almorzamos juntos y luego me dediqué a tomar fotos, mientras G cantaba y un amigo tocaba la guitarra. El sol se escondía y dejaba ver tras las nubes de algodón brillante.

Para la tarde, compartimos más historias con los jóvenes de la comunidad y sentimos que podiamos ayudarles. Tal vez pronto volveríamos a visitarlos, pensamos. Llegaba la noche y con ella un viento frío que nos invitó a abrigarnos y refugiarnos en casas pequeñas hechas de quincha. Ya era tiempo de regresar. Néstor, nos acompañó en el retorno a la ciudad, aquella ciudad donde nací y donde tengo algunos espamos de recuerdos "como en un sueño". Luego visitamos el otro aspecto de la ciudad, un lugar donde comimos comida china y caminamos hacia un centro comercial, ya era tarde y decidimos dormir una vez regresando a lugar donde nos hospedábamos. Esa noche soñé que podía volar sobre luciérnagas, de la mano de G. El siguiente día sería también de visita. Pero todavía tenía que disfrutar más de mi sueño...

Luciérnagas en un crepúsculo de vainilla (I)

No darás crédito a tus ojos si diez millones de luciérnagas iluminan el mundo mientras yo duermo...

Las estrellas se inclinan para besarte, acostado y despierto te extraño, viérteme una fuerte dosis de atmósfera...

Sus ojos en la oscuridad me regalan su brillo intenso, un brillo que se conjuga con las sombras y puedo recordar todo cuanto compartimos, el silencio del viaje a lo lejos se diluye en árboles al lado de caminos, atardeceres naranjas y luces tenues en los pueblos pequeños que aguardan al lado de la carretera por un visitante, un foráneo que los acompañe. - El camino se hace más fácil de de arriba a abajo - me susurra al oído y yo supongo que es verdad pues son palabras mías que ella las hace presente y me hace acordar que siempre mis observaciones del mundo han de seguirme junto con las frases que digo, son palabras que una vez dichas no regresan para ser modificadas, se quedan ahí, en el ambiente, en la memoria, en el olvido también.

Poco a poco, en mi reflejo sobre sus ojos, empiezo a recordar cada día que pasamos desde que llegamos allá. Fueron pocos días más aún tengo la sensación que no hemos regresado. Me parece que el sol despertará en la ventana y me avisará que es tiempo de caminar. De visitarla y planear "a dónde podremos ir ahora".

El viernes partimos muy temprano de Lima, fue una decisión veloz y con muchas expectativas obtenidas desde días antes cuando nos abrazábamos cada vez que recordábamos cuántos días faltaban para el viaje. En ese momento cuando estábamos ya en el bus que nos llevaría, las ganas de estar pronto, de hacer correr al tiempo, se hacían urgencia. Pero quién se atreve a apurar el tiempo muchas veces obtiene lo contrario. Así ocurrió. Quizás por razones, o circunstancias, que no se pueden explicar con una simple casualidad. Partimos y decidimos conciliar que el viaje nos regalaría uno y más recuerdos que permanecerían mucho más allá que en el brillo de sus ojos cada vez que los vuelva a ver. 

El cielo cambiaba de color y al lado de la carretera las plantas también mutaban de especie en especie según la tierra y conforme el viaje nos llevaba cada vez más arriba, casi hasta tocar las nubes, o tal vez no tanto. La cordillera se mostraba atrayente entre sus quebradas, entre sus cerros y los laberintos de pistas que escondían, los túneles en el trayecto y los pueblos que parecían estar estáticos en el tiempo siempre, inmutables. El cielo tornándose y descubriéndose cada vez más celeste y las nubes formando cúmulos de algodón que se cargan de lluvia y descargan según el viento les lleve a lugares de donde pueden nacer riachuelos o regar sembríos. Todo se mostraba ante nuestros ojos como elementos conjugados sabiamente y a la vez muy sorprendentes. Eran paisajes todos diferentes y reconocibles en sus cambios, en sus colores. La costa, según íbamos subiendo, iba cambiando. Una flor por acá, una árbol alto por allá, un sol reluciente arriba y el río tímido acompañando el trayecto de nuestro vehículo. Mi memoria me traía imágenes de la niñez que intentaba describir con detalle todo cuanto podía, historias de travesuras, de fotografías que antes había visto, de recuerdos borrosos "como en un sueño", de lluvias y eucaliptos que pronto ella conocería y también recordaría su niñez. Era muy agradable pensar en que nuestros mundos se encontrarían, mi pasado se mostraría con geografía ante sus ojos y sus recuerdos me ilustrarían variaciones del paisaje que veríamos en pocas horas, según lo planeado. Todo sería nuevo a pesar de que ya había estado allá en muchas oportunidades.