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26.4.09

Te amo (en el limbo)

¿Cuándo tendré enamorada? Ahora es imposible ¿Y después? Bueno, después debe ser posible, pues si no llega a serlo entonces… Ay, ay, ay, es muy difícil ponerse en esa situación cuando hace unos años atrás ya imaginaba con casarme (naturalmente, eran ideas muy forzadas, pero sobretodo muy de un adolescente). Hoy miro a mis coetáneos, unos caminando felices en parejas, otros en camino a ser pareja como se dice normalmente sacando plan, otros mas en ayuno y oración para que le diga que sí, y me miro y digo: ¿qué me pasa?… ¿He cambiado tanto que ya ni sé quien soy? ¿Acaso tengo que recuperar mi filosofía de quien se ha llevado mi queso? ¿O debería cumplir con todo lo que pide la religión en términos de buscar a la persona adecuada? Al parecer esa es la mejor alterativa, por muy mente cerrada que parezca para algunos.

Sin embargo, a toda esta confusión, que produce la cognición empírica de estar enamorado, se suma un pequeño y tal vez significativo aspecto que hace unos años no había tomado en cuenta: mis horarios, la universidad, y los estudios, pues no puedo compartirlos. Aunque recordando la secundaria cuando estaba con enamorada y sacaba buenas notas me da cierta nostalgia pues en ese instante si era posible esa hazaña, en cambio ahora se suma el trabajo, y me dirige la interrogante hacia unos años más adelante, cuando me atreva a formar una familia y tenga que velar por ellos, además de buscar mi autorrealización y cumplir con lo que la sociedad demanda. Lo tomo como parte del desarrollo. No tengo dificultades en asimilarlo, felizmente.

Lo que si me impulsa a pensar de una forma simple concisa y precisa, sobre quien será aquella mujer que comparta mis metas y que sus cualidades me permitan crecer tanto como las mías a ella, es el hecho de que ahora en estas semanas no tengo tiempo para nada (sólo para escribir un poco para el blog a manera de catarsis) y es literal.

Conozco a una chica muy linda, indago sobre su vida, le cuento sobre mis intereses para que ella me conozca y tenga una imagen de que es lo que persigo en este mundo (ser un alma libre), pero llegamos a comprender que tal vez en otra vida (la cual no existe a menos que creas en ella) llegaremos a congeniar pero en ésta, no. Y punto. Nos saludamos interdimensionalmente como queriendonos decir te amo en plena trasmigración pero regresamos a la realidad y simplemente reconocemos que la realidad es más fuerte que nuestra atracción etérea.

Me encuentro con Ella, me sonríe y me deja pensando en Ella, con esa extraña habilidad que va dominando cada día mejor que antes. Para cuando recapacito en mi realidad, Ella ya se había ido.

Cruzo miradas con J y pretendemos quedarnos conectados, sin embargo la cultura y los prejuicios, además de tres salones, nos separan. Y me doy por vencido cuando se trata de ser el que tenga que elegir, de ser el que tenga que dar el primer paso, de ser yo el que con detalles busque conquistarla, y de ser el que no tiene tiempo para entregar y dirigir nuestras miradas al futuro. Creo que llegará el día en que al encontrarme, con Ella o con la chica muy linda o con J o con someone cute, en el limbo, ahí justo donde los sueños se guardan esperando el siguiente vuelo hacia la tierra onírica semiconsciente donde se puedan expresar en su corta vida de oscuridad o sutil luz y absurdos lugares personajes o simplemente deja sentis o deja vus, y le diga: Te amo, peo tienes que comprender qué es lo que te puedo dar, estoy dispuesto a ponernos de acuerdo y regalarte un poco de mi tiempo, un poco de mi trabajo, un poco de mis estudios, un poco de mis días, un poco de mis noches, un poco de mí cada día hasta que cuando ya sea demasiado tarde me daré cuenta que estamos casados… ¿qué opinas?

Pensando en ti, donde sea que te encuentres quiero orar (y que ores) por ti., por mi, por nuestra relación. Te amo.
zach

Lima, 23 de abril del 2009

23.4.09

Delirio de trasnoche

Hoy me dolió la cabeza como nunca antes, no fue un dolor intenso, pero tampoco fue uno que se podía ignorar, fue uno como lo es una chica de 22 años de edad, lo suficientemente hábil como para hacerte recordar implícitamente hasta el siguiente encuentro y no recuerdes su nombre más sí su rostro. Espero dejarme entender. Este dolor de cabeza empezó ayer en la mañana, debido a una imprudencia mía de estar viendo una película hasta muy entrada la noche. Pero, ¿Quién no mira una película hasta muy entrada la noche? ¿Quién es lo necesariamente temperante como para dejar de hacerlo? De haberlos, los hay, esto está muy claro, pero ¿están dispuestos a intentarlo una vez y llegar a la conclusión de que no es un autocastigo agradable? Claro esta, nuevamente, que llega a ser agradable cuando se realiza con patas (camaradas “como decían en mi época”), más todavía si se lleva a cabo con amigas (lo dejo a la imaginación de personas sin malicia. A las mentes con malicia: tómenlo desde el punto de vista tranqui, zanahoria, suave, etc.)…

Después de la película hubo tiempo, como en toda noche de película hay, para hablar de chicas, aquellas que no tienen 22 años pero que ya están obteniendo aquella extraña habilidad que aún no comprendo como funciona (valga la pena aclarar que, en el empirismo, me agrada conocer y describir las respuestas condicionadas y particulares en cada chica, con fines de comprender, si es que en algún momento llega a ser posible para un varón, aquella forma particular de pensar).

Empezó la clásica conversación de todos los lunes de noche: Y ¿cómo te va con Ella? - ayer la vi, broder, estuvo un poco seria, luego me comentó que estuvo un poco estresada con las tareas, y tu ¿Cómo vas ah? – Ahí pes, todavía no me decido, me falta conocerla un poco más creo – mmm… bueeeeeno…

Lamentablemente (para ellas), empezamos ha pensar en varias opciones y a ver los pro y los contra, fue en cierta forma gracioso y digamos algo futurista (ya deben imaginar a qué me refiero con futurista). La imaginación es un arma muy poderosa que hasta en algún momento, en especial de sueño a eso de la uno o dos de la madrugada, te empieza a causar estragos en la proyección y en la formulación de metas, cuánto más aún en lo que realmente importa: la valorización de la relación actual con la fémina elegida.

Vagando en nuestros delirios de trasnoche, llegamos al punto de reflexión, de resaltar las cosas que las hacían ver como diosas, sin embargo, era sólo para el interesado, pues el interlocutor cómo que no se percataba de eso dado que estaba, también, pensando en su Dulcinea (y me refiero a Dulcinea por la analogía de la situación). Es como un ángel cuando le llega la iluminación adecuada del ángulo adecuado – yaaa, eso no te creo broder – En serio… - entonces a Ella le tienen que hacer un trono con estrellas si tu flaca es un ángel – Ja, ja no te pases de chistoso ah?...

Poco a poco cuando la iluminación de la razón venía junto con el cielo sereno de las 4 de la madrugada nos dimos cuenta que eran conjeturas e imágenes superpuestas las que describíamos. Cuando en algún momento, tan de pronto, el silencio invadió la habitación y el sueño había ganado una vez más “la carrera de la trasnoche”. Unas cinco horas después el dolor de cabeza se hizo presente y lo relacioné con Ella, sonriendo y obteniendo esa extraña habilidad que en aproximadamente año y medio conseguirá dominar y me hará delirar y construirle un trono de estrellas durante cada sueño, que prometo será más frecuente, pues si realmente planeo iniciar algo serio, habrá que priorizar, más aún su tienes que dividir tu tiempo entre estudio, trabajo y amiga con derecho (posiblemente en una proximidad lejana: novia), las horas de sueño y de actividad.

zach.

Lima, 22 de abril del 2009

20.4.09

Tímida

Sólo ocurrió ayer, tal vez lo esté valorando demasiado, tal vez este interpretando desde un punto de vista demasiado sentimental, y ¿es extraño sabes?, pues fue una respuesta inesperada fue un momento en el cual uno llega a pensar ¿qué está pasando?.

Creo que todo empezó desde una semana atrás, semana santa, específicamente el sábado. Fue cuando nos reunimos con un grupo de amigos que recién conozco desde mediados del año pasado, en ese grupo está incluida C. Con ella nos llevamos bien, no resalta dentro del grupo, es muy reservada y además tiene intereses un poco desconocidos, inclusive para el grupo, mas aún para mí. Decidí conversar con ella en una oportunidad pero como que los terminamos aburridos en esa conversación tan clásica de presentación. Decidí, sólo tratarla como amiga (entiéndase que en la conversación le hable un poco como cortejándola) y esperar a que ella me conozca un poco más también. No imagine que sería tan rápido.

Regresando al momento en `que estábamos en todo el grupo, unos tuvieron la iniciativa de cantar, como mis habilidades musicales no están tan bien desarrolladas, yo sólo decidí observar. C por su parte, se unió al grupo y empezaron a cantar. Algunos eligieron canciones con un ritmo un poco fuerte y conociéndola me percaté que no le gustaba, la miré y ella encontró mis ojos en el camino. Se acercó y me dijo: cuéntame algo, pues… No sé si lo hizo por verme sólo intentando sacarle unas notas a la guitarra o qué.

Fue entonces cuando su iniciativa de conversar fue espontánea y tuvimos la oportunidad de intercambiar ideas durante media hora más o menos. Sin embargo, durante ese día ya no hubo oportunidad que esa para continuar con la conversación.

Ayer, sábado también, fue cuando esa cercanía se hizo más estrecha. Estuvimos presenciando, entre todos los amigos, una charla muy interesante y me doy cuenta que ella estaba conversando con una amiga. Me acerco a saludarla, ella se percata de mi intención y a unos dos metros de distancia me hace unas señas para que me siente a su lado y articula: Ven, siéntate, me siento sola. Mmmm, está con su amiga y se siente sola, pensé. Me acerqué y la saludé también a su amia y me senté a su lado, y la abracé. No ofreció resistencia y entendí a qué se refería cuando dijo sentirse sola, o al menos lo interpreté de la forma en que sigo pensando aún.

Al finalizar la charla, ya era de despedirse, la miré y me acerqué para despedirme y ella extendió sus brazos y me dio un fuerte abrazo, yo no me quedé sorprendido y también acepté el abrazo rodeándola con mis brazos. Waw! Qué extraño, sólo en dos semanas, y para ser específicos tres días durante esas dos semanas, ocurrió que nos dimos la confianza necesaria para darnos ese abrazo. No lo esperé de una chica como ella. Aún tengo una gran interrogante en mi cabeza ¿Será o no será?... Lo averiguaré este sábado o tal vez intentaré convencerme que debo ser sólo un buen amigo.

zach.

Lima, 19 de abril del 2009

día triste como para no olvidar

Hoy fue un día triste, pero un día como para no llorar, como para recordar siempre que el orgullo nos invade y nos convierte en un cúmulo de pretensiones y órdenes sólo porque sí.

Hoy en la universidad hubo un aire a felicidad incompleta y de tristeza vacía, de igual modo era un sentimiento muy extraño pues ni siquiera se trataba de sentimientos encontrados, aunque era muy cercano a eso. Empezó con la noticia, que ya había corrido ayer, que un pastor, y a la vez doctor (de teología), había muerto y su cuerpo estaría siendo velado en el salón de actos. En realidad, para mí empezó con un dolor de cabeza del más difícil de tratar debido a su etiología: comida que cae mal. Llegar tarde a la clase de la mañana era el mismo trajín de todos los jueves, ponerme a jugar un videojuego antiguo y dejar pasar la hora, bañarme y cambiarme apuradísimo, tomar la primera moto que se encuentre en el paradero y leer el texto de apoyo para no llegar a la clase insapiente de lo que se trataría si es que, de acuerdo al humor del profesor, me permite entrar. Bueno al llegar no más y pasar apurado por un periódico mural me fije de reojo el nombre del pastor, y a la vez doctor, que había fenecido.

Corriendo y dejando chillar mis zapatillas en el piso recién encerado me dispuse a subir las escaleras que me llevarían hacía el salón donde tomaría las clases. El profesor, de buen humor por cierto, aún no había comenzado la clase (lo cual era muy extraño). Ni bien me senté, empezó a hablar y llamó lista…

Al terminar la clase, salí corriendo, bajé las escaleras y subí otras para ir a practicar ping-pong en la residencia de varones, donde estaban jugando unos amigos. Fue cuando me encontré con un estudiante de teología que, otrora, fue mi compañero de salón en la secundaria. Y me comentó: qué chévere debe ser morir de esa forma - ¿por qué? – pues porque el se puso en regla antes de… tu sabes – o sea, el ya sabía que iba a morir – si, y antes de que ocurra decidió arreglarlo todo – pidió perdón y ofreció disculpas… asu que chévere…

Después de esa conversación, me quedé pensando sobre la muerte; es tan corta, es tan fugaz, es tan próxima, es tan singular e inesperada. Los libros te dicen que existe un proceso de duelo y que tendría que completarse el proceso de una forma adecuada para evitar posibles problemas conductuales, emocionales o de otra índole pero… ¿cuán difícil es dejar las letras impresas en el libro y vivirlo en la persona próxima que, tal vez, nunca imaginaste que le pasaría? ¡qué difícil!... me parece que lo mejor que podríamos hacer es dejar que el momento llegue y vivirlo al máximo (y no me refiero a rasgarse las vestiduras, sino a aceptar nuestro dolor y vivirlo tal y como una persona debería vivirlo, siendo que no tenemos un ejemplo a la mano, me parece que debería ser lo más realista posible y nuestro comportamiento lo más cuerdo posible), aunque me parece que el término de “vivirlo al máximo” no es el correcto sino… bueno creo que ya me dejé entender (en algo por lo menos).

Bueno hasta el almuerzo y después de este estuve pensando sobre este tema. Luego, sólo me quedó continuar con la monotonía de las clases y pasar 4 horas atendiendo las clases para no perderme de nada y, con mayor razón, dormirme. Finalizando las clases, aunque un poco accidentadas, fui a echar un visazo a la gente que también estaba en el equipo para el encuentro de la noche contra otra facultad, y los encontré en el taller de teatro. Allí estaba J, un broder buena gente que ya había sido eliminado pues le tocó jugar con un patita que jugaba rápido y lo apuró y entre tanto juego rápido lo más próximo que se tiene es fallarte las mejores bolas, justo donde tendrías que acabar el juego. También estaba R, un broder más chibolo, cachimbo para los entendidos. Y faltaba JN que no sé dónde se habría metido.

Durante el taller, les hicieron cargarse, modelar y posar… en otras palabras perder el miedo al ridículo. Al finalizar comprendí porqué estaban en ese taller. Chicas. Lindas chicas, cachimbas para los entendidos.

Fuimos a jugar. Practicamos un momento, J entró para hacer barra, JN estaba ya practicando, R y yo practicamos en una mesa. Unos minutos después, los árbitros empezaron a llamar y me tocaba después de JN. Así que, empezaron. JN perdió. Ahora nos tocaba a R y a mi jugar al mismo tiempo, jugar en mesas diferentes. Mientras R jugaba, se hacía en sorteo en la mesa. Me tocó sacar.

Mi contrincante se llamaba E, era chibolo, digamos de 1,65 m de estatura, delgado y con unos lentes que daban cuenta de su estilo de vida, callado, lo calificaría como flemático, no sonreía, tal vez entre dientes, tenía un buen revés, potente, me di cuenta en los primeros minutos que tuvimos para practicar. Yo, no tan viejo que digamos, de 1,73 m de estatura, grueso y sin lentes como para darle más miedo sabiendo que en realidad debería usarlos no lo hice. Empezó el partido y fue tomando la delantera me llevó por cuatro tal vez más puntos, yo me desfasé del letargo y empecé a matar y poco a poco le alcancé hasta llegara a 10 – 10. “¡Maldición! Tengo que ganarle” me dije. Me puse las pilas y le gané el punto, pero el me empató en el saque, otra vez saqué y me ganó el punto, ahora yo estaba en desventaja. Salte sobre mi sitio y me preparé para su saque, y le respondí suave, me devolvió alta, y simplemente me decidí por matar. Punto. Después de unos tres puntos más yo tenía la ventaja y finalmente gané con un punto de mate.

Cambiamos de posición en la mesa, él sacó y fue cuando empezó todo, me nublé, me repuse después de 4 puntos. Pero la diferencia poco a poco iba acrecentando. Sólo me quedó liquidarme y seguir al otro set, el definitivo.

Empezó, estaba en mi cancha, pero otra vez me nuble e intenté matar, su juego me apuró y ya no sabía qué hacer, escuchaba: “¡Vamos E! tú puedes” ¿acaso eso significaba que yo iba ganando? Al parecer no, vi el marcador de reojo y me percaté que iba perdiendo, escuché ahora una voz familiar parecía de J: “Sólo voléala” Mmm dije para mi, debo poder hacerlo, y funcionó, pero esta vez le tocaba sacar a él, su juego rápido me aceleró las respuestas y terminé fallando en el punto en el que era necesario mantener la calma para finiquitar el partido. Perdí. Pero fue un partido muy divertido. Le agradecí en cuanto mi orgullo no se sobreponía.

De regreso, recordé este día que será como tantos después de unos meses más, sólo sabré que hoy, fue un día triste para no olvidar.

zach

Jueves, 16 de abril del 2009. Será en otra oportunidad.

PD.: R también perdió.

adolecentes de 15 años

La semana pasada llovió, cuando llueve me dan ganas de escribir, no como hoy, que soleó, sin embargo como la semana pasada no tenía un papel y un lápiz a la mano entonces creo que esas ganas de escribir las pospuse para hoy, siendo que ya es tarde, siendo que me duele la cabeza, siendo que fue un día desastroso, y eso que no es lunes, o será porque es miércoles.

En fin, llovió y yo me encontraba en la combi de siempre, yendo esta vez en dirección contraria a la que suelo ir un día normal, aunque en efecto no era un día normal, era el jueves santo, y llovió. Pero, ¿quién se atreve a ir a Chosica, cuando está lloviendo y en jueves santo? Yo, y unas cien o doscientas personas más, excluyendo a las que viven en Chosica, además de los acampantes que, en efecto, están yendo a Chosica, pero no exactamente a Chosica sino a las zonas alejadas de Chosica, lugar al que yo iba pero, para ser más exactos, era al centro de Chosica.

La pileta, el parque, los juegos, los anticuchos, la “canchita”, la gaseosa, etc., etc., etc… pero faltaba algo o alguien para ser más explícitos. Fue cuando recordé un episodio que muchas veces hace ya unos 4 ó 5 años había recordado para olvidar. Era 2004, el mes me parece que fue agosto o septiembre y había quedado con mi enamorada (en eso habíamos quedado cuando me declaré por chat (éramos compañeros de salón y la acababa de conocer unos dos o tres meses antes y cuando se me ocurre mandarme, ya estaban por terminar las clases y bueno lo más próximo que podía estar de ella era el Chat, ¿además qué esperaban de un adolescente de 15 años?)) en ir a pasear a Chosica (en eso habíamos quedado como pretexto, pero en realidad, como es de esperarse de adolescentes de 15 años, íbamos a ir a besuquearnos como si fuéramos grandes (los dos lo habíamos entendido así, pero para los amigos ( y en especial para sus padres) sólo fuimos a pasear)). Y para `completar el plan había quedado con mi pata del alma, el camarada de fechorías (como dijeron los abuelos algún día), salir en plan de 4. Pero, su enamorada no obtuvo permiso (sus padres eran más cuidadosos, además me parece que se las veían venir, y como mi broder no era tan santo que digamos…).

Al fin y al cabo, estábamos sólo los dos solos en medio del parque de Chosica, una señora se nos acercó y me dijo: Jovencito, anda no seas malito, cómprale una rosa a tu enamorada, pues. Yo la miré (a mi enamorada) y dije: Esta bien. Ella sólo sonrió y se acercó a mi oído y me susurro: te quiero mucho, pero mejor no, pues le dije a mi mamá que salía para hacer tarea a la casa de --- (era su amiga) y si me encuentra con una rosa, tu sabes cómo se va a poner. Yo sólo la miré (nuevamente) y le di el dinero a la señora, recibí la rosa y le entregué sonriendo como si no me hubiera dicho nada. Me pareció que se sintió un poco triste y me dijo: te amo (¿qué significa eso?, a esa edad…). Era el juego a ser mayores. Le dije: vamos a casarnos. Ella guardo la rosa entre las hojas de su cuaderno del colegio (que había traído como para hacer más convincente la excusa) y me dio la mano y caminamos.

Llegamos a pileta, me apoyé en una baranda donde cae el agua y después la aferré a mí. La excusa quedó atrás y empezamos a hacer lo que habíamos planeado hacer desde aquel primer día en que quedamos en vernos, y lo hicimos como los adolescentes de 15 años lo hacen. Después de abrir los ojos, le dije: yo, te acepto como mi esposa para quererte todos los días de mi vida y te lo prometo hoy tal día de tal mes del 2004 que no me acuerdo. Sonrió y me dio un beso con sus labios rojos y gruesos (no tan gruesos como para decir “Asu” sino como para decir “wau que lindos”) y sus ojos dejaron un destello de luz que venía de la pileta reflejarse. Y me dijo: con este beso te acepto como mi esposo para quererte todos los días hasta que mi corazón deje de latir. Y me abrazó y se recostó sobre mi pecho. Cinco minutos más tarde estábamos jugando con el agua y riendo. Cinco meses más tarde estábamos mirándonos de lejos y mordiendo frases de decepción o de odio… como los adolescentes de 15 años lo hacen.

zach

Lima, 15 de abril del 2009. Blessings L.

PD.: Después del recuerdo me senté en una banca para disfrutar de la “canchita” con gaseosa y en la banca del frente la señora le ofrecía a una pareja una rosa.

10.4.09

Atrapados.


Hace mucho que no la veía. En su momento fue alguien que me ayudó mucho, a costa de sí misma, y lo mejor de todo fue su sinceridad y su amistad amalgamada con amor.

Todo empezó en el primer año de la universidad, se presentó como una amiga y siempre la vi así, nunca imaginé que en el segundo ciclo sería lo suficientemente sincera como para decirme que me quería (you know what she meant to say). Fue un baldazo de agua helada en la espalda. Y yo como todo hombre orgulloso (y en ese entonces recuperándome de un episodio depresivo) le dije que mejor que lo tomáramos con calma y que no nos apresuremos pues todavía faltaba mucho para pensar con los pies en la tierra y en el futuro, pues recién estábamos empezando la carrera… etc etc etc… y lo interpretó como todas las chicas inteligentes lo saben interpretar (ya deben saber cómo).

Me sentí triste después de haberlo dicho, pero ya era tarde, por lo tanto sólo me quedaba creérmelo y ya. No imaginé que un año después estaríamos abrazándonos en una despedida que sólo duraría una o dos horas. Dejábamos de abrazarnos, nos dábamos el beso en la mejilla y su pensamiento la traicionaba, la dejaba a la deriva de sus instintos, luego sólo quedaba abrazar tiernamente al ser humano que en ese entonces era el amigo con derecho que hacía unos minutos atrás en el primer abrazo ya había perdido los estribos y lo único que lo mantenía cohibido de sus instintos era el hecho de estar a la vista de unos wachimanes chismosos.

Quedamos en encontrarnos en el paradero donde se toman las combis para ir a Lima, a eso de las 3 de la tarde para que pueda acompañarla a una reunión con sus amigas, y dado que ella se mareaba cuando viajaba en la combi (no había costumbre, supongo) y yo “que no quería”, le dije que si, que no había problema en acompañarla, además que podríamos ir un poco más temprano para pasear y aceptó tomando en cuenta “que no quería”.

Llamó a su amiga, me pasó con ella y yo sólo recibí explicaciones sobre cómo llegar. Tomamos el carro, llegamos a otro paradero para tomar otro carro, una vez en el segundo carro me tomó de la mano y yo aproveché para abrazarla, mi mano traviesa (como ella solía llamarla) empezó su tarea, de su hombro pasó a la cintura. Se percató de mis intenciones, así que me tomó de las dos manos e hizo que la abrazara y se recostó sobre mi pecho. Fue cuando me gustó más pues sabía hasta qué punto dejarme avanzar y hasta qué punto darme alas para quererla. Respetaba las reglas de los amigos con derecho.

El viaje duró una hora por toda la avenida Javier Prado hasta la altura de la Biblioteca Nacional, una cuadra más adelante, era el lugar donde ella debía ir. Pero como aún era muy temprano, decidimos pasear por ahí, llegamos a un parque con un diseño muy singular, y como si fuera poco un conjunto de bancas que quedando solas esperaban que las ocupemos. Nos sentamos en la primera, perdón, me senté en la primera banca. Se percató de mis intenciones. Se sentó una banca más allá como diciendo “si quieres quererme tendrás que seguirme”.

Le di el alcance y la abracé como queriendo protegerla ella se recostó en mi pecho y cruzó mis manos alrededor de su cintura y pronunció las palabras definitivas: “tu amistad me da más alegría que tu amor”. Y esperó a que yo le preguntara qué era lo que quería decir.

“Es que no sé, tú eres chévere, pero… me gustas más como amigo que como enamorado” dijo para explicarme, ahora ya no podía hacerme al tonto que no entendía, lo comprendí completamente. Sonreí, dejé de abrazarla, y me puse a pensar con la cabeza gacha: ¿en qué consistía este juego? ¿acaso ella estaba haciéndome recordar cómo se sintió hace un año atrás? ¿o la estaré hostigando demasiado con mis abrazos y besos en la mejilla (pues un amigo con derecho nunca besa en la boca, al menos para los que están de espectadores es así)? ¿y si de una vez por todas le propongo empezar algo serio (con el sólo hecho de llamarlo algo ya estoy perdiendo seriedad)? no, no creo, me acaba de decir que le caigo mejor como amigo que como enamorado…

Fue una tarde agradable pues después tuvimos tiempo para conversar como lo que éramos, una pareja atrapada en sus sentimientos de amistad y amor… terminamos de la mano y sonriendo acerca de nuestra relación tan extraña y caminando hacia el punto de reunión con sus amigas, me presentó como su amigo y nos despedimos con un beso (en la mejilla).

zach

Lima, abril del 2009 recordando lo que pasó dos años atrás

Ella, la de la mirada esquiva


Recuerdo que uno de esos días en los que suelo soñar, uno de aquellos en los cuales no me doy cuenta si estoy durmiendo o estoy despierto, uno de ellos cuando el estado de vigilia es tal que no recuerdas como se llama Ella, me encontré con Ella y la llamé por su nombre, que no recuerdo, sólo sé que la llame por su nombre porque en medio de tanta gente no hubiera respondido tan alegremente como lo hizo en esa oportunidad.


Recuerdo también que decidí acercarme cuanto más cerca era posible. Ella sólo sonrió y desapareció entre la multitud dejando suspender sus cabellos por el aire que soplaba y se escabuía atravesando los cuerpos de las personas que caminaban de un lado a otro atropellando y obstaculizando el uno al otro, el paso.


Recuerdo que después de un largo silencio, paradójico por cierto pues me encontraba entre muchas personas, recapacité y nuevamente recordé a quien me hacía recordar aquella chica de la cual no sabía su nombre, y que se escapaba escondiéndose detrás de hombros y espaldas.


Recuerdo los momentos que pasé con Ella y con aquella que me hacía recordar y que coincidentemente se llamaban igual, Ella. Simplemente así como así, Ella y nada más que Ella. Lo más probable es que haya sido Ella misma. Pues “tenía un aire” a Ella, y sonreía como Ella, tenía el modo de caminar de Ella. Pero había algo que me hacía pensar que no era Ella.


Recuerdo cómo la conocí, desde siempre tuvo esa mirada esquiva, desde siempre sonreía en cualquier momento, inclusive en el menos esperado, su risa entre dientes era única, su voz también, y eso que estaba afónica (con mayor razón, verdad?).


Recuerdo que me acerque tan igual como en el sueño de mentiritas, le pregunté como estaba y empezamos a conversar como si cada uno hubiera separado el momento para conversar, era como si nos entendiéramos en un nivel mas allá de la simple conversación trivial, común y protocolar.


Recuerdo que sus ojos estaban marcados con ojeras, de seguro porque no durmió por hacer su tarea o por prepararse para la clase del día siguiente, de seguro cuando estaba en su cama recostada estuvo recordando aquellas cosas que las chicas siempre recuerdan a esas horas, de seguro se quedó viendo una película hasta tarde.


Recuerdo que su voz, aunque un poco quebrada, sonaba agradable. Recuerdo que siempre buscábamos un pretexto para seguir conversando, y fue cuando me enteré que estuvo preparándose para la clase del día siguiente. Hizo un esquema, con cuadraditos y de colores para entenderlo mejor. Comprendí que era detallista.


Recuerdo que prometí nunca jamás olvidarme esa situación tan agradablemente forzada y con decisión de parte mía y suya de seguir conversando y de seguir mirándonos y conversando en el pensamiento con palabras no encubiertas, con palabras de aceptación, con palabras de admiración, con palabras de querer y con palabras de mejor que no te enteres que no es verdad lo que yo siento pues no te conozco.


Recuerdo que hicimos catarsis, como para conocernos cuanto más pronto sea posible, buscando tal vez una comprensión y relación adecuadamente rápida y duradera. Tal vez no lo queríamos demostrar, tal vez sólo dejar entrever que queríamos y que el otro debería proponerlo, aprisionándonos en un juego de intercambio de miradas obvias y cínicas que decían todo y a la vez nada y que sin el intento de alguno no iba a terminar. Me propuse terminarlo, sólo me propuse pues se acabaron las excusas y sólo dejé fluir el protocolo y la parafernalia que nos hacía despedirnos y luego, el silencio paradójico que te decía: Habrá otra oportunidad.

zach

Pensando en Ella.

Lima, 01 de abril del 2009, unas horas después...