El viento se pasea sobre el vacío, a lo lejos la niebla cubre el horizonte pero no cubre el vaivén de las olas. La brisa del mar se acerca a mi rostro y me conversa, me dice que todavía es momento de esperar. Lima, incomprensible toda, inestable, impredecible, en estos días se muestra más difícil que antes. El mar al frente se muestra calmo, esperando paciente el verano cuando recibirá en sus costas a todos los habitantes de esta urbe cada vez más poblada.
Es feriado, tengo muchas ganas de olvidar las responsabilidades laborales y salir a caminar, una actividad que dejé de hacer hace mucho y que me cuesta la sobrecarga de estrés que experimento cada cierto tiempo. Decido salir. Ir lejos. Pensar y hasta conversar conmigo. Imaginar escenas, dibujar en el espacio, cantar para mi, contarme secretos, sorprenderme con lo que se me puede ocurrir y saber que tarde o temprano he de regresar con los pies cansados, con mi mente recreada, con las ganas de enfrentar el mañana de trabajos y con la promesa de regresar a tener un día así después de haber alcanzado una meta, un objetivo secreto, un compromiso personal, un premio, un engreimiento.
Lunes sin trabajo, suena extraño tan sólo escucharlo pero es cierto. Lunes, como pocos. Lunes que despierto y a pesar de dolerme la cabeza decido que no me afectará en lo planeado, ir de paseo. Tomo el carro que me lleva a través de medio Lima para llegar al paradero del Metropolitano. Almuerzo. Visito un centro comercial donde me cruzo con polos skaters, hippies, hipsters, metal, tiendas de videojuegos, tiendas de videos, tengo la tentación de comprar la tercera temporada de House pero me digo que tengo mucho por hacer este mes y que si me detengo a ver la series puedo procrastinar tanto que no llegaré a cumplir con la meta, busco materiales deportivos, encuentro stands con peras de box, protectores para los sparrings, colchonetas, zapatillas para todo tipo de actividad, pelotas de fútbol, básquet, rugby, tenis, frontón, entre otras cosas más. Me aturdo y decido seguir mi camino. Luego, voy a tomar mi carro. Bajo a la estación del Metropolitano y encuentro una escena de una pareja encontrándose a la entrada de un embarque, tengo un deja vu de hace más de un año. Recojo mi memoria y prosigo. "Te extraño G" repite mi mente a través de un latido.
Tomo el carro y espero.
Bajo en el paradero que planeé. Camino hasta el parque Kennedy, alguna vez llegué ahí de niño para observar un espectáculo criollo en el anfiteatro, creo que ya no es muy usual ahora, pero la brisa que recibí entonces y ahora es la misma. Una brisa de descubrimiento, de que el tiempo sobraba y de que, ahora que conocía mucho más el lugar, tendría tiempo para caminar aún mas por ahí y sus alrededores. Me percaté que había una muestra de humor gráfico que llevaba un mensaje claro respecto a la conservación de nuestro planeta, con creatividad y raciocinio, una excelente forma de despertar el interés y preocupación por mejorar nuestras condiciones de vida y supervivencia en nuestro mundo.
Fui a un mall, a ver algunas prendas de vestir, juguetes y muebles. Pronto me encontraba caminando entre pasillos de ropa, artículos deportivos y electrodomésticos otra vez, sólo que dispuestos y ordenados de otro modo.Caminé como observando todo y buscando nada. Revisé, según mi interés que primaba, algunos monitores, laptops, raquetas de tenis, pelotas de basquet, bicicletas estacionarias, juguetes educativos, juguetes de dibujos animados, reposteros, juegos de sala, adornos, entre otras cosas más. El tiempo me llevo a pensar que debería aprovechar mi estadía por ahí para ver el mar y conversar con su susurrante brisa. Así lo hice.
Aquella conversación me trajo convicciones y aciertos respecto a lo que quiero y puedo hacer por el futuro. Hay poco de lo que puedo contar respecto a ello, pero espero que se sepa muy pronto.
Se hizo un poco tarde y ya quería regresar a casa. Recordé las conversaciones por el teléfono con G y su preocupación por mi salud durante el paseo, le avisé que me encontraba mejor, que ya no me dolía mucho la cabeza y que desearía que ella estuviera conmigo entonces para poder caminar y disfrutar del paseo juntos. Sé que volverá a ocurrir y será pronto. Creo que lo que ocurrió me trae a reflexionar que siempre es bueno darse tiempo para uno. Que siempre es tiempo para conversar con el mar. Que siempre es bueno pensar hacia el futuro.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario