Estuve en mi escritorio echando un vistazo a las noticias del día de ayer. Como todo lunes, hay que resaltar las noticias que conciernen al trabajo y proseguir en la búsqueda de información que pueda darnos una antelación de algún movimiento del mercado de trabajo entre otras actividades en el quehacer mediático de nuestra sociedad. En fin, estuve saltando de noticias curiosas, caricaturas que reflejaban la realidad con algo de sorna, e informativos que tenían una especial forma de narrar las noticias que exigían mi concentración para entender los entredichos de aquellas frases intrincadas que pensé en algún momento que se redactaban así para prestar mayor importancia en lo que tratan de comunicar.
Entre letras y noticias de último minuto, disfruté revisar mi correo fugazmente para leer un mensaje de hace unos meses, en el que G me escribió frases cortas que me comunicaban mucho. Sonreí.
Llegué a la sección internacionales. En algunas versiones se mostraban noticias de diferentes partes del planeta, sentí que cada país se ocupaba de sus intereses y a la vez resaltaban algunas cosas importantes que acaecieron en la semana en algún otro país en el mundo. Nada suficientemente real como lo que sucede en aquel otro lugar. Algunas imágenes plasmaban parcialmente el entorno y la coyuntura política, además se podían observar algunas emociones , muchas de ellas intensas, en la mirada de los personajes en la fotografía.
En una de aquellas fotos se mostraban tres jóvenes, adolescente en realidad. Que asidos a unas pistolas apuntaban al fotógrafo con una sonrisa curiosa y traslucía en sus pupilas aquella preocupación por el entorno político que estaban viviendo. Ellos estaban en un momento libre, en la gran reunión de los musulmanes en La Meca, como culminación del peregrinaje llamado Hajj, una ceremonia de tres días en el centro simbólico de su espiritualidad. El lugar donde confluyen personas vestidas de blanco y cumplen con el cometido de su visita, la represantación de su trascendencia humana en la lucha del bien y del mal. Naturalmente el país de Arabia Saudí les otorga, según sus posibilidades, la seguridad para poder ejercer su culto. Pero la realidad de las relaciones internacionales con los paises vecinos, es otra. Muy cerca de ellos está Palestina, donde residen judíos y también cristiano, pueden ser muy amigos, conocidos o sólo una persona con quien se cruzan en la calle. Pero las ideologías que son motor de su fe son muy disímiles y originan luchas armadas y tristes problemas de discriminación. Esta imagen me hizo recordar sobre los problemas de relación que se generan al momento de conocer a alguien que no tiene las mismas creencias que tú.
En muchas oportunidades ha de ocurrir esto, no sólo en lugares de Oriente, sino también muy cerca a nosotros. Claro que la tolerancia es menor por estos lares, pero eso no significa que no hayan creencias rígidas respecto al bagaje cultural y religioso. Suelo ser un defensor de la libertad religiosa, pero tengo algunas restricciones cognitivas respecto a la libertad de culto. Considero que una personas es libre de declarar quién es y qué cree, siempre y cuando no infiera o ataque a otro ser humano con quien comparte espacio en este planeta tan multicultural. Conozco personas de muchas religiones y me agrada en algunos momentos poder conversar sobre sus creencias y analizar el curso y contenido de sus pensamientos. Me interesa mucho también reconocer cómo se inician estas conversaciones, con frases pequeñas que implican mucho del uso de la razón y de la información que el argumentador tiene a la mano. Las discusiones pueden ser cortas, pueden durara horas y otras pueden quedarse en pausa debido al impulso de emociones en temperamentos impetuosos.
He ahí cuando encuentro una similitud con parte de la teoría de Eric Berne sobre "los juegos que realizamos". Son transacciones, tan sólo intenciones o actitudes que comunicamos conscientes de lo que decimos y que en muchas formas puede ser malinterpretado, eso nos hace plausibles de error. Somos humanos y podemos aprender mucho de aquello. Tal vez recordar la actividad que se espera de nuestras cogniciones para buscar el cambio, "darse cuenta". Tal vez sólo ese ejercicio, sea necesario para buscar comunicarnos mejor.
En una de aquellas fotos se mostraban tres jóvenes, adolescente en realidad. Que asidos a unas pistolas apuntaban al fotógrafo con una sonrisa curiosa y traslucía en sus pupilas aquella preocupación por el entorno político que estaban viviendo. Ellos estaban en un momento libre, en la gran reunión de los musulmanes en La Meca, como culminación del peregrinaje llamado Hajj, una ceremonia de tres días en el centro simbólico de su espiritualidad. El lugar donde confluyen personas vestidas de blanco y cumplen con el cometido de su visita, la represantación de su trascendencia humana en la lucha del bien y del mal. Naturalmente el país de Arabia Saudí les otorga, según sus posibilidades, la seguridad para poder ejercer su culto. Pero la realidad de las relaciones internacionales con los paises vecinos, es otra. Muy cerca de ellos está Palestina, donde residen judíos y también cristiano, pueden ser muy amigos, conocidos o sólo una persona con quien se cruzan en la calle. Pero las ideologías que son motor de su fe son muy disímiles y originan luchas armadas y tristes problemas de discriminación. Esta imagen me hizo recordar sobre los problemas de relación que se generan al momento de conocer a alguien que no tiene las mismas creencias que tú.
En muchas oportunidades ha de ocurrir esto, no sólo en lugares de Oriente, sino también muy cerca a nosotros. Claro que la tolerancia es menor por estos lares, pero eso no significa que no hayan creencias rígidas respecto al bagaje cultural y religioso. Suelo ser un defensor de la libertad religiosa, pero tengo algunas restricciones cognitivas respecto a la libertad de culto. Considero que una personas es libre de declarar quién es y qué cree, siempre y cuando no infiera o ataque a otro ser humano con quien comparte espacio en este planeta tan multicultural. Conozco personas de muchas religiones y me agrada en algunos momentos poder conversar sobre sus creencias y analizar el curso y contenido de sus pensamientos. Me interesa mucho también reconocer cómo se inician estas conversaciones, con frases pequeñas que implican mucho del uso de la razón y de la información que el argumentador tiene a la mano. Las discusiones pueden ser cortas, pueden durara horas y otras pueden quedarse en pausa debido al impulso de emociones en temperamentos impetuosos.
He ahí cuando encuentro una similitud con parte de la teoría de Eric Berne sobre "los juegos que realizamos". Son transacciones, tan sólo intenciones o actitudes que comunicamos conscientes de lo que decimos y que en muchas formas puede ser malinterpretado, eso nos hace plausibles de error. Somos humanos y podemos aprender mucho de aquello. Tal vez recordar la actividad que se espera de nuestras cogniciones para buscar el cambio, "darse cuenta". Tal vez sólo ese ejercicio, sea necesario para buscar comunicarnos mejor.
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