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27.11.09

Un poco sobre "elpis" (rebuscando en la caja de Pandora)


Encontré una frase muy agradable:


En el corazón de todos los inviernos vive una primavera palpitante,

y detrás de cada noche, viene una aurora sonriente.

Khalil Gibran


Y entre todo lo agitada que estuvo esta semana me tomo un momento para reflexionar sobre la esperanza, sobre aquella cualidad inherente a cada ser humano, que sin lugar a dudas alberga en lo profundo de sus emociones, en el motor de su voluntad. Se le suele llamar "esperanza", en otros momentos "resiliencia", en otras situaciones "fuerza de voluntad", se suele calificar a los que la usan como "perseverantes", "firmes", "dedicados", entre otros adjetivos. Pero ¿es esa cualidad algo particular que nace en el corazón de algunos? Puedo pensar que no, me obligo a pensar que no. Al tiempo en que me limito a concluir en mi mente que las decisiones no están determinadas por el destino me doy cuenta que en algún lugar de Lima está ocurriendo un embarazo precoz, una muerte de un adolescente por "ajuste de cuentas" o por no poder convencer a sus padres de su "amor imposible", en una suerte de Romeo y Julieta claro está. Y me pregunto ¿Sirve de mucho que piense en la esperanza y llegue a tales conclusiones cuando el país se desmorona día a día? Yo sé que sirve de mucho cuando se presenta una situación grave como una enfermedad terminal y una familia anímicamente debilitada necesita de un apoyo fraterno, y se pueda repetir aquella frase de "la esperanza es lo último que se pierde" y esta frase me llevó a pensar (una vez más, para variar) en la mitología griega.

El pithos (caja?) de Pandora donde quedó Elpis (esperanza) me causo mucha extrañeza que contuviera los males, y que se considere a Elpis como uno de ellos, se generó el conflicto cognitivo he intente dilucidar por medio de la razón esta consternación. ¿Cómo esta cualidad que permite esperar en alguna manifestación divina la solución a un problema se convierte en un mal para la humanidad y hasta me atrevo a pensar que por el último mal en aquella urna tuvo que ser uno de los más poderosos? Acá va mi conclusión . En muchas oportunidades caemos en la adicción de depender demasiado en la esperanza y ésta se transforma en ocio, en un letargo por que un revés de la vida nos dé la riqueza como en un valdazo de agua fría en la espalda cuando estamos observando en la televisión nuestra serie favorita (otrora novelas, creo que ahora ya no gusta llamarlas de este modo), ese puede ser un caso ¿no?. Otro, aquellas falsas esperanzas aguardadas como poteniales hechos realizables cuando siendo sapientes del resultado nos hacen más daño del que podríamos obtener aceptando lo evidente, si bien es cierto no nos gusta sufrir pero debemos hacerlo en varios momentos de nuestras vidas para madurar y comprender en el proceso nuestro motivo de vida. Un caso más de los que faltarían por enumerar y que considero ustedes también pueden pensar después de leer este sencillo repaso de ideas, el fin de la esperanza es muchas veces la observación pasiva de un evento que se desenvuelve como esperamos sin mover tan sólo un dedo, considero que eso nos hace daño como aquel que no hemos liberado del pithos de Pandora.

Ahora bien, las cosas positivas. El ánimo desgastado por la nostalgia, ansiedad, dolor... se reluce y se obtienen nuevas fuerzas para seguir adelante, considero que a eso se refiere Khalil Gibran al pintarnos este cuadro tan agradable del amanecer. Que nuestro Elpis enclaustrado en el pithos de nuestro corazón debe ser liberado de una forma que nos impulse a actuar y ser parte del milagro y no esperarlo de brazos cruzados. ¿Acaso será posible hacer algo parecido con los otros males de la caja de Pandora?

16.11.09

El algarrobo (tercera parte)

Las ramas del algarrobo se iban haciendo cada vez más fuertes, las arrugas en su tallo se iban demarcando día tras día, tanto como en el rostro de su cuidador el campesino. El árbol obtenía juventud en sus hojas, en su postura en la sombra que podía otorgar y que el campesino cansado y adolorido aprovechaba para descansar. Cada día crecía, cada día el campesino se levantaba temprano y observaba a su hijo adoptivo fortalecer sus ramas, nacer hojas en aquellas y estirar sus brazos cada vez más hacia el sol (tal vez esa pueda ser la razón por la cual parecía ser muy frondoso). Una noche, el mar empezó a bailar con la luna, aquellas olas intentaban alcanzarla y la luna jugaba a las escondidas ocultándose en las nubes traslúcidas. Esa noche, fue la última noche del campesino, quien cayó de su cama con un dolor fortísimo en el pecho, arrastróse hacía la puerta de su casa y lo último que vio fue al algarrobo con sus hojas agachadas y llevadas por el viento, en el fondo el mar en aquella danza ilusoria buscando alcanzar a la luna y ésta ocultándose. Murió.

A la mañana siguiente la esposa del campesino, ocultó su pena y no brotó de sus ojos lágrima alguna, cogió un algarrobo que ella cultivaba en secreto y lo trasplantó junto a su semejante en el desierto frente al mar, luego enterró a su esposo debajo de las raíces del primer algarrobo y se enterró con el segundo para nutrir a las dos plantas y encontrarse con su amado en el sinfín del tiempo. Fue así como sucedió fue cómo las dos plantas estiraron sus raíces tanto como pudieron y las entrelazaron bajo tierra. El sol sonrió y la luna lloró, se mezclaron aquellos elementos: la risa y el llanto y siendo trasladados por el viento llegaron a caer sobre las raíces entrelazadas dando inicio a la historia. Los dos algarrobos demostraban aquella cualidad de la vida, en la que la dualidad permite un equilibrio para su mantenimiento. El sol y la luna, el mar y la arena, el viento y el fuego, los dos algarrobos.

Estas dos plantas, entrelazadas sus raíces, decidieron entonces ser más que dos plantas en medio del desierto, decidieron cumplir lo que no cumplieron en sus vidas. Ahora, estando en el control de las plantas podían darles emociones y conversar entre sí con susurros del viento en sus hojas. Sin embargo, el temor del primer algarrobo aún no había sido superado.

El algarrobo (segunda parte)

Aquel árbol de vida primario se erigía débil, sobre la tierra y mañana tras mañana alzaba sus ojos al cielo y extendía sus hojas cual brazos para alcanzar las nubes. El campesino día a día se despertaba más feliz pues sentía que la naturaleza estaba de su parte, el sol sonreía y alumbraba cuanto podía y debía, la luna por su parte permitía según su ciclo que la marea se mantenga alejada de la planta y sólo se acerque para entregarle nutrientes subterráneos, el viento evitaba acercarse con tanta fuerza y buscaba alguna forma de mantener limpias las hojas de la pequeña planta. Hasta que llegó el día de los cuentos.

Aquel día las olas sonaron diferente, aquel día el sol alumbró diferente, aquel día el viento sopló inclemente, aquel día la luna no salió, aquel día las nubes cubrieron cuanto pudieron el cielo, aquel día la tierra puso su cara más fea, aquel día fue el peor día. Lo único que se supo fue que el campesino observó desde su casa de adobe cómo se acercaba la tormenta de arena iniciada a lo lejos, en el horizonte. Observó, impotente de proteger al algarrobo, cómo aquella tormenta se acercaba y cubría todo alrededor, en un desliz de la vista cómo la tormenta cubría el mar y éste cómo se embravecía haciendo un conflicto intenso y extraño en la región (sino el único). Todo pasó en un instante y fue catastrófico. Al disiparse todo rastro de peligro, el campesino que se encontraba abrazando a su esposa cubriéndola de la arena en un rincón de su casa levantó la vista y se limpió los ojos para poder calcular los daños que aquella tormenta de arena le había dejado. Empezó a barrer con su vista el lugar, y no encontró otro daño que el techo de su casa que había sido lanzado unos metros lejos de la casa y el ambiente había quedado empolvado todo. Se puso de pie y echó un vistazo por la ventana viendo al pequeño algarrobo cubierto con arena entero, pero felizmente la tormenta no le había arrancado de la raíz y aún se podía mantener en pie.

Nunca surgió una pregunta sobre la razón de ese extraño fenómeno, nunca nadie supo porqué se inició aquella tormenta, nunca nadie supo quién la inició, nunca nadie supo si se pudo evitar, lo único que se supo fue que ocurrió. Los días después de éste fueron de más cuidado, después de reparar la casa de adobe y el techo de ésta, después de reconstruir el cerco que protegía al algarrobo de transeúntes que nunca vendrían, el campesino se puso a construir una pared de precaución, también colocó en la parte alta de la pared una bandera que le avisaría si el viento incrementaba su velocidad. El sol regreso a su estado natural, escondiéndose de vez en cuando en las nubes para no dar demasiado calor, el mar se calmó nuevamente, y la luna salió aquella noche aunque tímida, pero salió. La tierra puso nuevamente su rostro alegre y todo continuó como solía ser, pero la incertidumbre de aquella tormenta que ya había quedado olvidada por el campesino y su esposa, no fue olvidada por el pequeño algarrobo que día a día se fortalecía para algún día dar inicio a la historia.

15.11.09

El algarrobo (primera parte)

En el sinfín del tiempo, cuando las cosas eran y las plantas tenían emociones, inclusive podían hablar. ¿El inicio? Bueno, el inicio fue como en todos los cuentos: "Había una vez..." y es que en efecto hubo aquella vez una semilla, la que inició todo, la que se reprodujo e inició la historia, la semilla era de algarrobo que tembló en sus entrañas sobre las manos del campesino. Aquel campesino fue quien esperó mucho tiempo para plantarla, esperaba el momento en que la señal en el cielo se mostrara, la luna llena y la luz sobre la arena del desierto. La plantó de noche aquella noche de noviembre con brisa lozana, aquella noche en la que el mar se podía escuchar a lo lejos, muy lejos. Escarbó un pequeño hueco en la tierra y colocó la semilla, mientras se arrodillaba hacia la luna, que le sonrió concediéndole el privilegio de cuidar aquella planta que crecería para dar inicio a la historia. Era medianoche y el campesino decidió regresar a casa, el viento lozano le había otorgado somnolencia y ni bien entró en su casa de adobe muy propia de la zona, buscó su cama que se refugiaba en el calor de la pared opuesta a la entrada, y descansó.

A la mañana siguiente, el sol estuvo radiante, al otro lado del cielo se observaba la luna, también sonriendo y perdiéndose en el cielo azul, al horizonte muy de lejos se veían las olas del mar que sonaban jugando entre risas. El montículo de arena aún se mantenía húmedo y resaltaba en todo el desierto, como un pequeño chinchón en la cabeza de un niño pequeño que recién aprende a caminar. El campesino inició su labor de cuidado, haciendo un cerco alrededor para que cualquier visitante, en el caso que llegara alguno, no pueda afectar la zona de siembra. Cada cierto tiempo regaba la zona con agua de un riachuelo alejado de su casa y que una vez por semana iba a recoger agua de allí, la recogía en unos contenedores grandes que cargaba en una carreta de madera. El sol de vez en cuando reconocía que daba demasiado calor y se mantenía oculto tras las nubes que aparecían de la nada y esperaba a que necesitaran de su calor para que la madurez de la plante se dé con las mejores condiciones posibles. Semana tras semana se esperaba la primera señal fuera de tierra. En el interior, la pequeña semilla intentaba con todas sus fuerzas de madurar y nacer, dejar crecer su tallo y soñaba con el día en que sus hojas lleguen a dar sombra en aquel desierto amplio. Tembló suavemente y surgió de ella la vida, vida para las generaciones de personas que en algún momento lleguen a habitar aquel lugar.

Una mañana como otras el campesino, despertó y fue a revisar el calendario que colgaba de la pared con un clavo que se sostenía "con las uñas" de la pared, se acercó y contó los días desde que había plantado la semilla y el tiempo que la estuvo cuidando. Cogió su sombrero de paja hecho por su esposa y fue corriendo al lugar de siembra donde observó un tallo muy débil y las hojas de la bella planta elevándose al cielo como dos manos juntas. Fue cuando el campesino esbozó una sonrisa en su rostro de piel raída por el clima y con arrugas por la vida feliz que llevaba y le permitía sonreir a cada momento. Decidió en su corazón cuidar del pequeño algarrobo hasta que sus días se terminen, y fue así.

Conocimientos... ¿Acaso se puede saber algo más de aquellos?

Mis conocimientos sobre el planeta no son vastos, ni siquiera son suficientes, creo. Mis conocimientos sobre matemáticas, me ayudan a no perderme. Mis conocimientos sobre literatura alcanzan a los libros clásicos leídos a través de resúmenes y videos a manera de superproducciones, naturalmente por el contrato comercial son desviados de lo que realmente quiso mostrar el autor en muchas oportunidades. Mis conocimientos sobre el uso adecuado del lenguaje (hablado y escrito) me permiten mantener activo este blog y hacer tareas para la universidad, establecer debates con los profesores y quedarme absorto leyendo investigaciones que poco entiendo sobre el uso adecuado de los términos más técnicos y de las interpretaciones que se le asigne según el momento y tema del que se hable. Mis conocimientos sobre el uso del internet cada vez se perciben menores, pues día a día encuentro nuevos usos, nuevas fronteras, nuevas formas de atrapar más geeks, y superar el umbral de un mundo real como el que solemos vivir y enclaustrarnos en un mundo virtual que por si mismo no existe pero se alimenta día a día de nuestras mentes convirtiéndose en un abastecedor de conocimientos y por ende, cultura.

Y hablar de cultura también se convierte en otro contenedor de información. Hablar de idiomas, ni qué decir. Y aún así tenemos la osadía de permitirnos sonreír y caminar por el mundo invirtiendo el tiempo en otras actividades que por poco o mucho incrementan nuestro conocimiento según estemos dispuestos a aprender. Recuerdo que en la escuela, cuando todavía estábamos dispuestos a considerarnos niños, entre compañeros discutíamos por quién sabía más, surgía un interés por reconocer quién era el mejor buen estudiante. Con el tiempo, creciendo y creciendo, ya no era un tema común que nos interese, primaban entonces las travesuras o aventuras que cada quien estaba dispuesto a realizar y hasta dónde nos llevaba la osadía de hacer maldad. Al terminar la escuela, ya todo pintó diferente y simplemente todo se redujo a conocer el mundo social que nos ofrecía el hecho de madurar, un sinfín de oportunidades (obtenidas o desperdiciadas) que nos incitaban a sonreir, saludar, conversar trivialidades y hasta pasar tiempo el uno con el otro, y el conocimiento tomo el rumbo que tenía que tomar, personas y socialización, tomando en cuenta (para estar actualizado) la música, grupos de moda, personas famosas, etc. Lo que vino después es tanto más conocido como lo anterior.

El saber, siempre de la mano con el hacer pertenecen a una esfera innegable dentro de cada persona, podemos elegir qué saber, podemos inclusive inferir y sugerir un nuevo saber, es como siempre fue y como suele ser. Al final de toda metacognición llegaremos a la pequeña y común conclusión sheakespeariana: "Sólo sé que nada sé" o terminaremos, aunque de una forma optimista y jirafalorezca, en "sólo sé que erré una vez, cuando pensé que había errado".

8.11.09

Vejez

Siento que estas dos últimas semanas de mi vida he estado envejeciendo más. Primero, empecé a leer noticias en un periódico hasta quedarme dormido. Luego empecé a escuchar RPP en las mañanas, bueno eso si tenía que escuchar con los audifonos para no levantar sospechas de mi vejez. También empezaron a dolerme la espalda y las rodillas, aquella tos raspante también me confirió el uso de una bufanda a cuadros. Tengo que cuidarme del viento porque puedo empeorar mi estado de salud y tengo que acordarme cada cierto tiempo de tomar mis pastillas. Empiezo a contar historias sobre mi niñez y a reírme con chistes raros, además de sonreír a personas achinando los ojos porque no las reconozco con los ojos abiertos, dado que mi vista está disminuyendo de rango de alcance. Lo último que me falta para completar la transición es quedarme en casa cuidando a los nietos y quedarme dormido en cualquier lugar donde se me ocurra. Lo primero no puede ser debido a que ni siquiera tengo hijos y lo segundo tampoco porque algo de resistencia me queda y puedo llegar tan solo al pestañeo.

Nunca antes tuve tanto tiempo para pensar en todo lo que vengo haciendo con mi vida y las actividades que he dejado de hacer por simple flojera. Tuve tiempo para pensar en los planes a futuro y los que dejé de lado por decisiones de las cuales si no las hubieras tomado no hubiera estado pensando siquiera. Y tuve tiempo también para imaginar historias y cuentos que puedan trasmitir mensajes inferidos del argumento. Puedo considerar estos momentos como momentos de reflexión y de decisión por lo que pueda venir más adelante, ya falta poco para terminar la universidad y luego... bueno luego asumir las responsibilidades que se deban. Hace algún tiempo sucedió algo parecido. Fue para elegir una carrera. Ahora es para elegir cómo me gustaría vivir. Muchas veces en nuestra sociedad se repiten las historias de los padres, no necesariamente en la profesion, que ya es mucho decir, o por una ilusión parental malenfocada de ponerle el nombre del padre al hijo (que no digo que esté mal pero que influye mucho en la conducta del menor) y direccionar su vida tal y como la hubiese querido vivir el padre. ¿Acaso no es suficiente con legar los genes? Creo que se debería considerar la individualidad de ser humano, dejarle la posibilidad de decidir. Escribo esto pues lo he visto en muchos casos que estuve llevando y bueno, como es época de tomar un rumbo también tengo que asumir mi rol.

Tal vez elegir por una vida ajetreada en la ciudad, entre aquella denominada "selva de cemento" con el sonido del tráfico afuera y las ventanas dejando entrar el sol o mostrando la neblina según la estación. Tal vez elegir por una vida apacible en un pueblo alejado de la ciudad, disfrutando de las costumbres y ciclos de vida en la naturaleza. Tal vez pertenecer al grupo humano de los que viven en la casa de sus padres, sólo porque no tienen otro lugar donde vivir. O decidir por la búsqueda incesante de una profesión lucida con titulos y condecoraciones por investigaciones, ser solterón (gracias a esta sociedad que es machista, no es mal visto) y criar gatos o escribir libros en la biblioteca de casa. Uno nunca sabe hasta donde le llevarán las decisiones, pero uno puede decidir qué hacer y a largo plazo qué ser. Es hora de envejecer decidiendo.

7.11.09

El conductismo y yo

Aprender, es fácil, cuando se trata de teoría, pero aprender sobre hábitos es mucho más duro. Tengo dificultades para una afinidad al conductismo, pero naturalmente éste insite en que quedemos como amigos repitiéndo aquella conducta amable. Bueno creo que se propuso demostrarme que de algún modo debería aceptar la realidad de que los hábitos son una parte importante en la vida de todos, y que hay que tener especial cuidado en cuántos y cómo los cultivamos, sean positivos o negativos. Todo empezó la semana pasada, tal vez antes, pero según los síntomas fue la semana pasada. Un dolor de cabeza, común hasta cuando uno se da cuenta que incrementa. Luego, el debiliamiento en las piernas, calor en las manos y sueño. Unos días antes, estaba comiendo el chifita de la esquina, con unos patas. También comí chupetes de maracuyá, pura pulpa porsiacaso. Unas cuantas bromas con agua. Escribir en el parque con el viento soplando. Sonreir a la luna a media noche en polo y pijama. Y como siempre tomar agua fría cuando hace calor. Ahora, el clima en esta época no ha sido el más adecuado, pues el sol y las nubes jugaban a las chapadas y no dejaban tranquilo a cualquier transeúnte en la región este de Lima.

Aquellos síntomas se hicieron cada vez más intensos y se declaró lo que se suele llamar comunmente "el resfriado". No quise hacer mas dificil mi recuperación y sin hacer caso al conductismo, decidí poner buena cara y sonreir a la enfermedad siéndole indiferente. Bueno, al parecer la treta conductismo-resfriado se había aliado contra mi para que aprenda de una buena vez la lección. Caí tendido en cama hasta pedir clemencia. No sólo me había afectado el organismo sino también la vida psíquica (para dejar en claro, una vez más que el ser humano es una dualidad psique-soma). Un dolor de cabeza acompañado con intensos y punzantes apretones que me hacían desear estrellarla con la pared para una vez por todas terminar con el dolor, saboteando la treta, pero nada fue útil, amaba mucho mi vida como para estrellarla contra la pared después de haberla cultivado durante 20 años. Era momento de decidir, hábitos saludables y cumplir horarios estructurados, recibiéndo recompensas por mi buen comportamiento además de una buena salud que nunca más me traiga siquiera a la memoria el recuerdo de este dolor, o desfallecer en un lecho oscuro y caliente con la cabeza estallando.

La decisión se hizo aparente (y fue mi cognición de aplicar el conductismo en mi vida, la que me salvo), se hizo realidad y tomé aquella pócima vegetal que permitió disminuir la tensión que apretaba las instancias de mi organismo y mi psique hacia el delirio. Sobreviví sólo para contar que los hábitos construidos a través del tiempo, nos darán lo que buscamos practicándolos. Salud, si estos se irigen a una vida dirigida al cuidado del organismo para su buen funcionamiento. Enfermedad, si nos importa mucho menos que si llegó le mensaje a la persona que nos gusta. Con esto llegó a la conclusión: Es mejor empezar tu camino hacía una nueva forma de pensar, antes que pensar tu camino hacía una nueva forma de vivir.

2.11.09

Piensa, luego actúa

Manuscrito, 02 de noviembre a las 2:00 am.

Sabía que tendría que llegar esta noche en algún momento de mi vida, sé que no es un buen momento para ponerse a escribir pero tengo que escribir sobre aquel asalto de idea que me vino esta madrugada. No sé si fue porque desde ya estuvo rondando en mi cabeza por mucho tiempo la idea de poder hacer un trabajo colectivo con gente de mi entorno. no sé si fue el hecho de haber estado enfermo dos días que me dio mucho tiempo para pensar de todo un poco y a la vez en nada. Pero lo que si sé es que me abordó esta idea como ninguna otra siendo tan clara y precisa que no quiero perder algún instante sin pensar en ellao en cómo poder llevarla a cabo. En fin, estaba en mi lecho de rehabilitación jugando con mis estados de conciencia vigil para no sentir el momento en que me quedo dormido pero me doy con la grata sorpresa que mis ideas empiezan a fluir y poco a poco el insomnio se apodera de esta noche de luna llena y me prmite tan sólo por un segundo conversar con mi yo interno (una vez más) pero esta vez noto algo extraño en este yo interno, no se parece a mi, mas bien llego a la conclusión que un maniaco se estaba apoderando de mi pensamiento y la fuga de ideas se hizo inminente (tuve un miedo terrible de estar perdiendo contacto con la realidad por el problema de tener una amplia vida intrapsíquica) pero intenté revertir este indicio de de manía o esquizofrenia en cualquiera de sus interpretaciones. Me permití, entonces, dejar fluir por un largo tiempo aquella voz incansable que me comentaba sobre tal proyecto, me decía (entre loq ue pude entender) que teníamos que empezar a juntar personas a la búsqueda de una sociedad mejor, al desarrollo de ideas claras, con propósito, que no caigan en sueños, pero que se manejen con esa sustancia onírica esperanzadora. Prefiero pensar, también, que fue una declaración intersomnica que me permitió aclarar mis ideas respecto a mi conducta prosocial enccubierta y creo que terminaré con este relato que nunca quise contarlo debido al grado de reservas que suelo tener respecto a mis decisiones, pero lo considero pertinente con el fin de promover en todo aquel que lo lea una razón por la cual su idea no caerá en saco roto si cree que actuando así podrá ayudar al desarrollo sostenible de una sociedad mejor.

Mis recuerdos se presentaron una vez más llevándome en un viaje al pasado hacía 2 años atrás y algo más, hice una firme promesa de hacer de mis 18 años un momento del cual no me olvidaría jamás, un mometno que me permita reconocer que tengo todas mis facultades para decidir por mi mismo de un modo muy racional, con cierto grado de emotividad para establecer el hito en mi vida. Era uno de los primeros en la fila y sentía que debería estar feliz pro la decisión tomada, iba a donar sangre, si tal vez pensarás ¿sólo eso? ¿para eso tanta bronca? pues si, para eso tanto preludio pues nunca imaginé que gracias a ese recuerdo esta idea pudiese generarse tán rápido. Unas semanas más tarde la señorita de la RENIEC me preguntaba la famosa pregunta que su mayoría las personas contestan negativamente. ¿Donación de órganos? Y dije si. Ella esbozó una sonrisa diminuta que la noté en corto tiempo. Hoy, y que por esa razón tuve esos recursos, leí en la prensa que la donación de órganos puede salvar hasta 16 vidas, y me sentí nuevamente feliz al pensar que perdiendo mi vida puedo salvar unas 16 aproximadamente. Ahora, esto me permite desarrollar la idea de formar grupos juveniles y de adultos que promuevan la donación de órganos, tal vez y como está muy de moda crear grupos en el Facebook y promoverlo al máximo, tal vez. Pero quiero llevar esta idea a más. quiero que todos podamos otorgar ese grano de arena para construir un grupo de apoyo al desarrollo social no sólo colectivo, sino también personal, si deseas a`prtar con tu profesión, si deseas aportar con manod e obra para llevar a cabo la idea de otros bajo la dirección y/o permiso de aquellos. El fin en sí mismo es, como ya les dije, cambiar la sociedad según nos propongamos trabajar y con lo que estemos dispuestos a entregar. Gracias por tu tiempo al leer este texto escrito de madrugada una noche de luna llena. Si deseas comunicarte u ofrecer tu apoyo, deja un comentario. XD

Gracias. Atentamente

zach.

1.11.09

Hipócrates y Morfeo

Después de experimentar el calor y sensación de quemarme por dentro debido a los medicamentos consumidos, propuse firmemente en mi ley conductual nunca más volver a enfermerarme, claro que fui infiel a esa promesa y una vez más hace dos días caí rendido a los pies de Hipócrates pidiéndole clemencia para que no me hiciera daño en recompensa a mi mala relación con el ambiente que me acoge y al clima inclemente que se le ocurre sonreir y llorar el mismo día. Hipócrates decidió dejar la decisión en sus amigos que tanto como él buscan el bienestar de quienes se limitan a pedir su ayuda y ofrecer su cuerpo en sacrificio para que hagan con él lo que deseen, lo bueno en estos términos es que ellos tienen un juramento moral que les impedirá hacer uso indebido, según lo consideren, de aquellos cuerpos patógenados.

La decisión la hice en minutos, era seguir una dosis de 7 días incluidos malestares cada vez menores o dejar que una aguja ingrese en mi organizmo permita conducir un líquido (hasta me atrevería a escrbir pócima) que poco a poco se iba a expandir entre mis células produciendo un arrebato de segregaciones, activaciones de centros bioenergéticos, rupturas microscópicas de virus(es, jajaja), y el conflicto microcelular en mi organismo que cada vez pierde sus motivos para defenderse. El líquido curativo, empieza su labor y reconozco que mi cuerpo lo reconoce y se deja llevar por su ritmo desacompasado de inducciones a que éste empiece a defenderse de aquel cruel microorganismo adquirido unas semanas antes.

La temperatura empieza a aumentar en mi cuerpo, pero esta vez parece que es diferente, parece ser la última, siento mis poros abrirse y dejar salir el sudor, aquel calor interno. Me quedo pensando en otras cosas pendientes y siento que los ojos se me cierran en una caida incontrolable hacia mi cama que me espera con las sábanas abiertas y la frazada elevada un metro sobre ella para cubrirme una vez que halla estado bien acurrucucado. Caigo a los pies de Morfeo y le pido un sueño que me permita olvidar el sufrimiento de convivir con un virus, me lo concede de puro altruismo.

Siento que escucho un sonido celestial a lo lejos, muy lejos, ese sonido que tu sabes que es celestial, también contenía violines, chelos, guitarras, violas, ah! y también los vientos como trompetas, flautas, trombones, zampoñas... en medio de toda esa música profunda, música del alma, sentí que unos ángeles venían a cogerme por los brazos y me llevaban consigo a volar, volar para olvidar los sufrimientos, llevarme a sentir cómo son las nubes, en realidad, el sueño infantil me hizo olvidar el dolor, también visitamos los lugares del mundo y poco a poco fuí reconociendo el sonido en a mi espalda de aquella sinfónica que nos seguía.

Lo último que recuerdo es que caía, caía raudamente, caía muy directo hacía el lugar donde me encontraron aquellos seres alados y virtuosos, caía a mi cama, mis brazos se elevaban debido a la fuerza de empuje tanto como mis piernas y sentía el viento en mi espalda, y caí. En aquel momento, acurrucado sobre mi cama, con las sabanas cubriéndome y el sol en mi rostro, la enfermedad me había dejado y sentía aún en mi memoría que la música estaba detrás de mi. Sabía que no estaba.