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28.2.10

Q.E.P.D

Las sombras ocultan el ambiente y el sol ya no alumbra más. Las hojas de otoño se caen llevadas y mecidas por el viento y preparan la llegada de la noticia. El viento sopla frío en la calle de diseño de antaño con faroles, pistas anchas, veredas amplias, jardines y casas blancas con balcones y ventanas decorados. A pesar de lo depurado de su estilo, no llega a tener importancia debido de la intensidad emocional que circunda en el ambiente. El llanto y la impotencia de poder curar a un familiar, son episodios en nuestra vida que nos impiden ser felices, mas aún si estas emociones las cargamos en el tiempo después del deceso de aquella persona que queremos.

Enfrentar la muerte es una tarea muy complicada que se nos encomendó desde que se inició el primer movimiento, aquel impulso de energía que dio origen a la división celular para formar nuestros débiles cuerpos en el vientre materno. Enfrentar aquella disfunción de todo lo que unos segundos antes funcionaba, y que ahora simplemente se fue. Enfrentar aquella circunstancia que te impide traer de vuelta la sonrisa en su rostro y pensar que ya no tendrá calor aquel cuerpo, ya no podrá abrazar, correr, compartir, hablar y escuchar, entre otras cosas más como virtudes particulares como también defectos. Considero que es doloroso ver partir a alguien, aún mas si no hay retorno, tal vez lo único que queden son memorias, tal vez lo único que queden son objetos, pero creo que lo más valioso que puede quedar de alguien es su recuerdo como un ser que enseñó, dejó una lección, dejó un esquema de su pensamiento plasmado en las memorias de cada quien con quien pudo compartir el tiempo y sus actitudes hacia la vida.

Lo que espera un ser humano en su paso por la vida, es trascender. No sólo quedarse como parte de las estadísticas, sino vivir en el recuerdo de sus coetáneos y de las siguientes generaciones como alguien que aportó algo para una mejor estilo de vida de quienes vienen después. Es algo como dejar tarea, pero no para la casa sino para el futuro. Es así como creo que las personas deberían vivir y recordar a sus seres queridos que ya no los acompañan más. La muerte es inevitable, esa premisa nos cuesta aceptar pero es realidad. El duelo llegará después de que veamos a nuestro ser querido yaciente, es natural y es normal expresarlo. Pero también ha de ser normal aceptarlo y reconocer que la vida no acaba para nosotros sino que podemos continuar viendo al futuro como un lugar donde podemos hacer de nuestros planes un hecho. Así podremos tener la certeza de que el tiempo es una dimensión física que nos permite observar cambios y que nosotros podemos hacerlos posibles.

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