Páginas

5.2.10

Transeúntes (namber tu)

Regresando de mi viaje, me apresuro a tomar el vehículo de transporte público y sospecho que tendré en adelante dos horas de tráfico insoportable, cláxones estridentes (uno dentro de toda la multitud que suene como la música del El padrino), cumbias (si el conductor está de buenas, aunque lo dudo mucho) o en su defecto, chicha. Empiezo con la técnica de respiración y relajación para prepararme ante situación de tal magnitud.

Como es de esperarse, el cobrador te dice que "hay asientos", lo que no explica es que todos están ocupados. Por lo tanto tengo que acomodar mi maleta entre mis pies y esperar que alguien que está durmiendo se despierte asustado/a y se de cuenta que su paradero está cerca o ya pasó, luego salir corriendo y dejar aquel asiento vacío listo para que pueda tener un viaje más cómodo. Como es de esperarse también en los asientos próximos a la entrada, están sentadas madres con sus hijos en brazos y señores de la tercera edad, en ese grupo de cinco o seis personas observo a dos madres que llaman la atención por su forma de hablar de vestir y el volumen de su voz. De fondo musical se escucha una cumbia de moda que da a entender que el señor conductor (chofer, en adelante) está de buen humor o por lo menos no hay tanto peligro de que sus pensamientos o recuerdos lo traicionen y el vehículo y sus usuarios terminen dañados o conmocionados por algún peligro de tránsito que pueda surgir de repente.

-Oye, te akuerdaz la vez pazada kuand el Chicho se metió una borrachera k kasi le pega a su mujer.
-Kuand fue eso? no me rekuerdo.
-Aze poko no más ¿en la diskoteca k fuímos el viernes? enahí fue pues.
-A si si... ya me rekordé, justo abía salido con la Cindia, porke me staba kontando de su viaje a Italia
-Ja, ja, ja... eeeesa... la Cindia siempre se alucina feo con su ropa, con su viaje, kreo que solo fue a vagar no más ¿no te akuerdas que su mamá estaba llorando?
-Si pe, la Cindia siempre se luse pero eso es por k su marido le da no mas, si no, estaría igual que la Loka, oe pobricita la Loka, ya le dejó su marido, dice que se fue con otra. La otra vez se enojó con su hijita porke se abía orinado en su pantalón. Yo le dije que así son los niños pero nada se endiabló y le pegó feo a la pobre Yanelí
-Oe y la Cindia que está aciendo ah? Kreo que está trabajando en una tienda por el centro no?
-Si su mamá de la Rosa me dijo que iba a vender ropa en el centro.
-Y qué sabes de la Juana, su marido lo llevaron preso hace tieeeempo
-No sé nada, chica. ¿Cómo estará esa chibola?

Mientras seguían conversando sus hijos intentaban acomodarse en sus brazos y jugar con lo que les llamara la atención, pero era como si no se dieran cuenta. El carro avanzaba lentamente y con mucha dificultad entre tantos otros, el chofer mascando su chicle vociferaba malas palabras a los que se cruzaban en su camino y temí que cambie de música, felizmente no lo hizo. La conversación continuó otro tanto más hasta que llegaron a su destino. Con esto comprendí que muchas personas en nuestro mundo, tienen muchas oportunidades de mejorar y para esto se tiene que tomar una decisión: la perseverancia. 

No sé mucho más sobre la vida de las señoras de la combi, tampoco sabré sobre el chofer que tenía sobre el timón el destino de los viajantes. Pero creo que sería diferente esta historia (nuestra historia) si aprendiéramos a valorarnos como personas y comprendiéramos el significado de una vida en sociedad.

No hay comentarios.: