Las nubes cubrían una vez más el sol pero el paisaje se notaba diferente con el mar en frente. Las olas mostraban su rumbo e invitaban a entrar más y más en el mar, regalando centímetros de vida a cada paso. La arena se desnudaba en el pasar de las olas y otra vez se permitía cubrir, en tanto, las rocas a los lados se mostraban firmes y raídas por la sal del mar. Mis pies se hundieron en la suave arena remojada de la orilla y en cuanto llegó la ola pequeña desdibujó las huellas, luego sentí que el correr del agua me tiraba de la planta de los pies y me invitaba a avanzar... disfruté ese momento único y agradable. Respiré profundamente la brisa del mar e imaginé que no había mejor lugar para pensar un primero de enero que aquel lugar donde me encontraba, la orilla del mar peruano.
Sentía una armonía entre cada elemento presente, el sol, las nubes, el mar, la arena, las rocas. Observé detenidamente la arena y cada una de sus partículas... imaginé entonces el tiempo representado en un reloj de arena y comprendí que cada segundo es único y particular con un matiz, forma y función... hay segundos para dormir, para despertar, para abrazar, para estar solos.
Observe luego el mar y me acerqué lo más que me atreví, sospechando que aún tenía el control de mi fuerza para poder regresar si algo no sucediera como lo planeado, veía las olas formarse y luego romper a unos metros de donde las que no rompían me balanceaban y las burbujas explotaban diminutas ellas escuchándose un susurro que era nuevamente interrumpido por la formación y caída de otra ola. Se retiró el mar y comprendí que me llamaba más y más, sin embargo la cordura me hizo recapacitar y observe la formación de una ola más grande y de cómo rompió potente y fluida... aprendí entonces que el mar es como las emociones, sabes lo que vas a ver pero nunca cómo lo vas a ver, te sobrecoge, te llama, busca que seas presa de sus tempestades que van y vienen, pero siempre es más fuerte que tu siempre y cuando estés a merced de su movimiento.
Me percaté entonces del cielo, el sol y las nubes. Comprendí que por más que no estaba soleando "irascible" el astro, de todas formas iba a quemar mi espalda o por lo menos mis hombros tanto por el calor como por la sal del mar... relacioné entonces que el sol es como la razón, otorgándole realidad a las cosas por más impedimentos a su brillantez que exista siempre cumplirá su propósito de dibujar sobre lo abstracto una dote de realidad.
Sentía una armonía entre cada elemento presente, el sol, las nubes, el mar, la arena, las rocas. Observé detenidamente la arena y cada una de sus partículas... imaginé entonces el tiempo representado en un reloj de arena y comprendí que cada segundo es único y particular con un matiz, forma y función... hay segundos para dormir, para despertar, para abrazar, para estar solos.
Observe luego el mar y me acerqué lo más que me atreví, sospechando que aún tenía el control de mi fuerza para poder regresar si algo no sucediera como lo planeado, veía las olas formarse y luego romper a unos metros de donde las que no rompían me balanceaban y las burbujas explotaban diminutas ellas escuchándose un susurro que era nuevamente interrumpido por la formación y caída de otra ola. Se retiró el mar y comprendí que me llamaba más y más, sin embargo la cordura me hizo recapacitar y observe la formación de una ola más grande y de cómo rompió potente y fluida... aprendí entonces que el mar es como las emociones, sabes lo que vas a ver pero nunca cómo lo vas a ver, te sobrecoge, te llama, busca que seas presa de sus tempestades que van y vienen, pero siempre es más fuerte que tu siempre y cuando estés a merced de su movimiento.
Me percaté entonces del cielo, el sol y las nubes. Comprendí que por más que no estaba soleando "irascible" el astro, de todas formas iba a quemar mi espalda o por lo menos mis hombros tanto por el calor como por la sal del mar... relacioné entonces que el sol es como la razón, otorgándole realidad a las cosas por más impedimentos a su brillantez que exista siempre cumplirá su propósito de dibujar sobre lo abstracto una dote de realidad.
zach.
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