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13.1.10

Onírico


Silencio. Como si fuera posible pensar.


El pasillo se distanciaba mientras más lo veía, las luces se mantenían prendidas pero no alumbraban lo suficiente, intenté recordar que día era éste, pero no podía. Las sillas a lo largo del pasillo se mantenían vacías y todo cambiaba de forma incluyendo las puertas y las paredes algunas veces alto, algunas veces alargándose. La iluminación ayudaba al ambiente a sentirse más agobiante y hasta presionaba mis sienes. Mis manos sostenían mi cabeza y todo daba vueltas.


Las paredes blancas, aún en movimiento me mostraron una sombra al final del pasillo y en la acústica natural del recinto resonaban los pasos de la persona que se acercaba, reconocí el ritmo pero no me acordaba aún de quien se trataba, era algo familiar. Las puertas se mantenían cerradas y no pretendían abrirse pues se notaba que no se habían abierto durante mucho tiempo y los cerrojos mostraban su oxidación, intentaba fijarme en un detalle para no sentir más esa sensación incómoda de vértigo y delirio. Los pasos y la sombra crecían y jugaban con el vaivén del ambiente. Y se dibujo la silueta de aquella persona a contraluz. Las luces parpadearon y me debilitaba a cada segundo más.


Me tocó del brazo, estando debilitado con fiebre alta y con los ojos caídos, las voces en mi cabeza se callaron y el sonido del viento empezó a correr atravesando los bordes de las ventanas, escuché una voz suave y sensible de lo que me ocurría, sin embargo no podía escuchar muy claramente qué me estaba diciendo. Sostuvo mi brazo sobre su hombro y me llevó rengueando a la vuelta del pasillo. Salimos del recinto, estaba lloviendo, pensé que la lluvia me curaría pero no era posible siendo realistas, sin embargo lo intenté. Caí en el pasto mojado sentía que me hincaba en el rostro y que la lluvia enfriaba mi espalda. La sombra me cogió de nuevo del brazo y me ayudó a ponerme en pie.


El camino a la sala de recuperación se alargaba en cada paso que dábamos. Sonreí por lo irónico de la situación. Era de noche y el sol ya pensaba en salir. La puerta de nuestro destino se abrió observé una luz blanca que me permitía observar algunos detalles verde claro en el recinto y me esforcé en cuanto pude a llegar. La persona que me sostenía me animaba a continuar y finalmente sentí que perdía las fuerzas para llegar a aquel lugar. Caí al suelo y cerré los ojos.


Sentía que me movía pero estaba echado, escuché el sonido de las llantas pequeñas de una camilla que avanzaba por el suelo del hospital, intenté abrir los ojos y observé el techo verde claro del lugar. Miré a mi lado y comprendí que ya estaba a salvo y aquella persona que me ayudó corría junto con el personal médico por el pasillo de emergencia llevando la camilla que me sostenía. Cerré los ojos una vez más.


Alarma. Desperté. El sol alumbraba mi rostro y eran las 6 de la mañana, estaba en mi dormitorio. Me aliste para ir a trabajar. 


.z.

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