Empezó a las 7:30 pm en la cancha improvisada de voley donde hace dos domingos voy asistiendo para jugar. Llegué a tiempo pero aún no empezaban a jugar, me di una vuelta por el parque de Chosica, comí un milhojas rebosante de manjar blanco y regresé para hacer al menos un poco de ejercicio. No imaginaba lo que me vendría después.
Empezamos un poco animosos, partido tras partido las disputa por el balón se fue haciendo cada vez más constante, había un equipo al cual no podíamos sacarlo pues digamos que tenían un método poco común de ganar. Pero llegó el momento de ponernos las pilas ya por la séptima ronda, empezamos con una formación diferente y se pudimos sacar ventaja, y de repente ya estábamos como ganadores. Esperamos a siguiente equipo, y ahora éramos nosotros los defensores y los del frente los retadores, era una sensación de “tenemos ganar gente”, muy egoísta por cierto. El siguiente equipo hizo lo propio, pero aún así no pudo contra nuestra formación bien estudiada.
Hasta que en uno de esos puntos cuando los ánimos estaban en plena ebullición que, el armador del equipo del frente envía una pelota muy cerca a la pared (pues jugábamos toda la cancha) y yo me creo superman (debido claro está a la emoción que la situación producía) y me lanzo para salvarla, puedo sostenerme un rato en una acrobacia de equilibrio pero no por mucho tiempo cuando siento (en mi sexto sentido) que me voy acercando sin control contra la pared, pongo mis manos para no estrellar mi rostro pero mis piernas llegan tarde a la reacción y mi rodilla choca fuertemente contra esa pared blanca con manchas de pisadas y manos marrones en la parte baja, no suficiente con el golpe caía al piso sentado y me dispuse a levantarme, en eso, sentí un tirón en la rodilla.
Pisé fuerte como para que se me pase, pero mi pierna no tomaba la tonalidad para sostenerme aún así jugué un partido más como para bajar mis ánimos y no quedarme con gusto en el paladar. Tuve subir a zona de ataque, y de repente el armador, que no se había percatado de que no podía saltar bien, arma la pelota como para que uno que suele jugar sabe que no se puede desperdiciar así no más cuando estás sin contusiones por el cuerpo y dada mi situación y mis ánimos exacerbados salto para matar y siento que mi pierna derecha (donde me había golpeado) me jala a quedarme pegado al piso, yo desobediente con las señales de mi cuerpo me dispongo a elevarme y no puedo matar por que no tenía fuerza en el impulso y sólo coloco, felizmente fue punto, terminó el partido y me despedí de la cancha, rengueando, deseando tener hielo a la mano para bajar la hinchazón y lo caliente que estaba, porque sí que estaba caliente.
Me dirigí al paradero de combis que me llevaría a mi casa con el movimiento, el choque y la pared en mente. Sin saber qué vendría después con los análisis y todo el proceso de rehabilitación, sin contar con los lugares donde tendría que ir y las reuniones que sin querer tendría que cancelar.
zach.
Recordando el domingo 24 de mayo del 2009
No hay comentarios.:
Publicar un comentario