![](https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgStV5tLyEBWLBTTrMNjMFNRTjdI_VUBr9hnQDiI0De25N7taHkhM8psMq7XPeWWzAsjFtpjP6rflf_bRfOcAjZl1B192Fgc9N3JpzTCGTDH3HGx_VgF8B8y3BucKeqZn9_MdVTG9jJJOU/s320/zach_+060.jpg)
La decisión fue planificada con antelación. Debería cumplirse si no el esquema y patrón conductual iba a ser de un comportamiento aleatorio no paramétrico. Fue cuando en ese instante de edfectuar la acción me arrebataron pensamientos morales, sobre la responsabilidad y el deseo de aprobar con las reglas que impone la sociedad. Decidí calmar mi conciencia y dejar las cosas "en orden".
Me acerqué a la profesora del curso del cual iba a faltar al día siguiente y le expliqé las razones por las cuales iba a estar ausente, ella, con sus ojos (muy lindos por cierto) grandes me miro directamente a los ojos y me dijo que no me preocupara y que debería de todas maneras leer lo que correspondería al tema que iba a tratar el día siguiente y cerró sus ojos y yo casi desmayo. Ya para eso la planificación había sufrido un retraso de media hora y la supuesta situación planificada se salió de control.
Fui lo más veloz que pude a mi casa. No me importó sentir frío y helar mis mejillas y orejas, pues debía recuperar esa media hora de tardanza. Avance cuán raudo pude y llegué. Aliste mis cosas en dos pequeñas maletas y salímos, mi padre y yo a cumplir con el plan establecido que llevaba media hora de retraso.
Tomamos el carro que nos llevaría al centro de Lima de donde tomaríamos el bus interprovincial para poder llegar al "lugar de los hechos". Me sentí reportero, yo, todo un comunicador social, dejando en el fondo de maleta la careta de psicólogo, pensé por algunos instantes ser reportero hasta que recorde lo estresante que se convierte cuando te piden reportaje tras reportaje al tiempo que vas tratando de contruir una familia y una vida normal. En fin, llegamos al centro de Lima a tomar el bus.
Ya en el bus, busqué un asiento confortable en el cual mis piernas puedan sentirse con libertad de extensión, no encontré ninguno. Decidí sentarme en el que estaba junto a la puerta lateral por donde los pasajeros entraban... así cuando estemos de viaje podría poder mis piernas sobre el soporte que impedía, en caso de un choque, me vaya adelante. Y así fue, perono había tomado en cuenta un insignificante detalle: el carro recogías pasajeros de ruta, lo cual significaba que tenía que estar poniendo mis pies en alto y cuando paraba bajarlos, otra vez cuando avanzaba los ponía en alto y al momento en que recogía pasajeros otra vez bajarlos. Eso se repitió por trechos toda la Panamericana Sur, en Lurín, en Cañete... además de que por cada peaje que pasaba subían unos hombres con chaleco verde para pedir revisar el boleto, como si fueramos a engañarles, supongo... je je.
En fin, aproveché para mirar por la ventana y ver los postes de luz alumbrando suavemente las calles y los techos de las casascon su luz anarajada y en el fondo el mar, pleno, inmenso e inconmensurable, un poco oscuro e incansable mostrando sus olas ir y venir sin cesar. Luego, se apoderó del paisaje un desierto oscuro que a lo más se podía ver el inicio de él alumbrado por los faros del vehículo, las estrellas se ocultaban detras de la niebla que cubría la playa desolada. El paisaje cambiaba entre pueblos alumbrados y desiertos fríos y nublados. Hasta que llegamos a Chincha. Ciudad aún con resagos delterremoto de Agosto del 2007 que desfiguró la ciudad. Me sentí en casa, pues los recuerdos de infancia, episodios que me daban la idea de estar aún en esos momentos... regresioné por cinco minutos.
Recuerdo del jueves 18 de junio
No hay comentarios.:
Publicar un comentario