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17.6.09

Tus ojos

Estuve pensando en el carro, mientras venía de Chosica, mirando por la ventana, sobre cuánto tiempo tendrá que pasar para sentirme a gusto con mi trabajo, con mis hábitos, con los dolores de cabeza constantes, con la vida misma. Y llegué a la conclusión que soy demasiado fluctuante cuando se trata de responsabilidades y el proceso de cumplirlas.


Estuve pensando en la moto mientras iba a la universidad, mirando a las paredes desfigurandose mientras la moto iba a su velocidad común, sobre cuánto tiempo tendrá que pasar para disfrutar de mi propio trabajo y compartirlo con las personas que más quiero.


Estuve pensando en el camino largo desde la entrada de la universidad, observando el camino escoltado por árboles, sobre cuanto tiempo pasará para que pueda ver a mis hijos corriendo delante de mi, uno detrás del otro, y ver que la brisa sostiene los cabellos de mi hija, que tiene unos ojos muy lindos, y que sonrie para luego darse la vuelta y seguir corriendo adelante de su hermano... cuando de repente despierto del sueño y me doy cuenta que mi imaginación una vez más me traicionó y me reveló una nota de la sonfonía onirica de mis alucinaciones.


El soñar despierto, el saberse pensativo, el estar fuera de sí, el ensimismarse, ese vehemente acto de mirar a la nada o tal vez al futuro incierto, romper con la realidad y abrir una brecha sobre lo tangible significa ser idealista, una ventaja y una desventaja, una paradoja de habilidad.


El comprender el mundo que nos rodea precisa exactamente de eso, la abstracción, un paso más cerca al desligue del pensamiento, un paso mas lejos del pensamiento concreto. En estas circunstancias te conocí, y ni cuenta me dí de tus lindos ojos, curvos, marrones claroscuros, indescriptibles, ni cuenta me di de tus cejas, amplias, sencillas, semipobladas, indescriptibles, ni cuenta me di de tus párpados, únicos, delineados y sin error, indescriptibles.


Fueron esas circunstancias que me permitieron darme cuenta que no eras parte de mis alucinaciones, fueron en esas circunstancias cuando me di cuenta que el mundo era real, que pertenecía a dimensiones muy concretas como el espacio y el tiempo, demasiado concretas como para osar medirlas. Fue en ese instante que el tiempo se detuvo y ni cuenta me di que se detuvo, fue ese flash que de momento se presenta y se diluye en el tiempo tan pronto como llegó, y sigue su ritmo constante y consecuente hasta el siguiente quiebre dimensional que permita observar tus ojos y olvidar el mundo de las ideas y sumergirme nuevamente en tu realismo sincero, concreto, enteramente tuyo.


zach. alucinando con tus ojos.


17 de junio del 2009

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