Nací lejos de la ciudad. Desde pequeño me dijeron que mi misión en la vida era dar alegría a los humanos, me convencieron que mientras crecía iba respirando más "dióxido de carbono" y exhalando "oxigeno" para que los humanos lo puedan respirar y seguir sonriendo. Me sentía encaminado y con muchas ganas de salir adelante ayudando a los humanos a llevar una vida mejor. Aunque en algunos paseos que daba por la granja, mis ánimos se perdían pues me daba cuenta que algunos mayores de mi especie tenían sus hojas mas oscuras que las mías y suponían que su destino iba a ser que los llevaran a la cabaña. Aquel lugar de donde nadie de nosotros regresaba. Los veía tristes y melancólicos, otros enojados. Y me prometí nunca ser como ellos
Después de muchos años la promesa no la cumplí pues eran tantos años que había pasado viviendo en la granja que no sabía mucho sobre la felicidad de los humanos ni de mis sueños de darles alegría. Mis hojas se oscurecieron y me llevaron a la cabaña. Ahí sufrí mucho. Es un lugar horrible donde te quitan las raices y te ponen a secar tus hojas. Hubieron muchos días soleados y muchas noches frías que lastimaron mis hojas y me puse marrón, demacrado y amargado.
Después de haberme secado, me hicieron trizas y me envolvieron en papel, uno de los humanos que me envolvió dijo: Ahora tal vez puedas alegrar a alguien.
No podía dar crédito a lo que había escuchado. ¿Sería verdad? Finalmente después de tanto sufrir iba a cumplir mi misión. Tenía que estar preparado para cualquier cosa. Unos amigos vinieron conmigo y aunque incómodo nuestro viaje duro un día, luego nos pusieron en la vitrina de una tienda. Desde ahí podíamos ver a muchos humanos caminando y observándonos. Poco a poco nos fueron llevando, día tras día íbamos quedando menos. No sabíamos qué sería de nosotros. Algunos iban felices, pues aquel hombre que los llevaba parecía famoso, otros un poco tristes pues venían jóvenes, incluso algunas veces adolescentes que aún no mudaban su rostro de niños.
El día se acercaba. Ya estaba pronto a ser llevado por un humano y al fín mi propósito se cumpliría. Mientras tanto mis compañeros de lugar se preguntaban al igual que yo cuando llegaría su momento de ser recogidos.
El 31 de mayo fue un día soleado. En ese día un hombre delgado, con la voz ronca y aguda casi inaudible, llegó a la tienda veloz, y le dijo algo al que atendía, estaba muy apurado pues puso el dinero en la mesa y ni bien el señor que atendía tocó mi espalda el señor apurado le quitó de las manos y me llevó afuera de la tienda casi corriendo. Miró a todos lados y caminó hacia un callejón a la vuelta de la esquina. El momento parecía el indicado para darle felicidad, el sujeto parecía delgado y ojeroso, además de que tenía un color amarillento.
Me extrajo de la caja donde estaba, me sentí libre. Me cogió en sus dedos largos. Y prendió con fuego un extremo de mi . Sentía que ardía, era un dolor muy intenso e insoportable. Era imposible que ese sujeto me estuviera quemando a propósito, yo no le había causado ningún daño. A pesar de mi dolor mientras me iba quemando, observé una extraña tranquilidad en el sujeto. Me tenía entre sus dedos largos de los cuales sobresalían unas venas negrísimas. Mi cuerpo se fue desvaneciendo con mis cenizas. Sentía que me iba descomponiendo en muchas partes, por un lado me hacía humo, por el otro sentía que me absorbían a un conducto oscuro frío.
Una parte de mí, la que se estaba haciendo humo, ingresaba por las fosas nasales del sujeto y era transportado hacia su cerebro, ahí los restos de mi iban afectando sus neuronas, algunas estaban acostumbrada a recibir restos de plantas quemadas como yo. Algunos rastros parecían a los de mis amigos que compartieron conmigo la vitrina de aquella tienda. Por otro lado era trasportado al interior del cuerpo del individuo. Algunas cavidades parecidas a un conducto frío donde entraba y salía un viento potente, llegué rápidamente a la traquea, ahí vi más claramente el daño que le habían causado mis compañeros de vitrina en aquel ser humano, las paredes de aquel lugar estaban rasgadas, dañadas, al límite de lo que podía soportar, comprendí porqué su voz era ronca, ligera y aguda, casi inaudible. Seguí siendo transportado y me encontré con unos señores que se llamaban “alveolos”. Me vieron con tristeza, como si se tratara de un enemigo. Les pregunté que pasaba, ellos me dijeron que hace mucho tiempo el sujeto se había olvidado de ellos. Que yo no debería estar ahí sino otro señor llamado “oxigeno”, porque una vez que hacían el cambio con “dioxido de carbono” ellos estarían purificando el cuerpo humano. Pero conmigo eso no iba a poder ser así porque mi composición era otra y no servía para el ser humano.
Fueron sinceros, pero el hecho de que no reconozcan mi trabajo me molestó mucho. Cómo era posible que el sujeto me ingiriera sabiendo que yo no servía para su cuerpo. Incluso que le estaba haciendo daño. Me parecía muy irresponsable, empezando por aquellas personas que me dejaron al sol durante semanas para que mis hojas perdieran color, el señor que nos llevó de viaje, aquel otro que nos tenía en la vitrina y por último el sujeto que me quemó con fuego y me ingirió sabiendo que todo lo que yo era no le daría felicidad sólo una ilusión de tranquilidad que produce la “nicotina” al llegar a su cerebro pero que en sus pulmones y en la sangre estaría destruyendo sus tejidos y la función de su cuerpo. Se estaba simplemente matando.
Me enojé y me introduje en su torrente sanguíneo y luego al llegar a su corazón ahogué las pocas células de oxígeno que quedaban. Me encontré, saliendo de nuevo hacia la traquea esta vez por otro lado, con “cancer”, que estaba ahí hace mucho tiempo pero que el sujeto no se había dado cuenta.
Se veía horrible, era una masa deforme que se enquistaba en los tejidos y destruía todo a su paso, me dijo que se uniera al equipo. Que ya faltaba poco. ¿Faltaba poco? ¿Para qué?. Ya verás - contestó.
Me uní a aquella masa deforme y poco a poco sentí que el sujeto sentía que todo se nublaba y caía al piso por un súbito dolor de cabeza. “Cancer” en su extensión se iba riendo, como lo hacen los villanos en las películas. Todas sus ramificaciones se llenaron de risas maléficas. Poco a poco la vida del sujeto se fue desvaneciendo tanto como el humo que inhalaba cuando me convertía en cenizas.
Y todo acabó. Con sólo una (última) vez más.
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Por cada 15 cigarrillos fumados se produce una mutación en el código genético del tejido pulmonar, la principal causa de formación de cáancer de pulmón. ¿Qué esperas para dejar de fumar?