Ya va un año y tres meses que estoy escribiendo, y aún siento que hay mucho por escribir y conocer. Como dijo alguna vez Joey de la serie Friends "Knowledge is tricky thing...". Tal vez eso sea.
Recuerdo visitar en algún momento una página titulada "Nombres para bebés", lo cual derivó en una risa solitaria frente a la pantalla de la computadora, siendo el objeto de pensamientos atributivos de locura. Pero en mi fuero interno comencé a imaginar a una pareja de esposos pensando en el nombre para su hijo/a, comprendí que pueden pensar en nombrarle como se imaginan su rostro, por el sonido del nombre resonando en sus oídos y calificándolos como "qué bonito", "lindo", "nooo!", "mmm puede ser...", "ja ja", "mejor otro".
No imagino a ellos imaginando a su hijo/a haciendo una travesura y llamándolo/a por su nombre con ira. No imagino a ellos imaginando a su hijo/a llegando tarde a casa y amonestándole llamándolo/a por su nombre. No imagino a ellos imaginando a su hijo/a escribiéndoles una carta desde otro país y viendo su nombre como remitente (o para ser más modernos un e-mail). No imagino a ellos imaginando a su hijo/a regresando a casa con un rostro triste reclamando porqué tiene ese nombre pues sus compañeros de salón se burlaron de aquel. Entonces si que se vuelve un trabajo un poco más difícil, luego están los significados, múltiples significados que van tomando forma con la creación y uso de aquel nombre, inclusive nos llevan a pensar en culturas antiguas y cómo es que aquellos nombres fueron representativos según la época que le toco vivir al personaje, pensando que en algún momento aquel pequeño humano con los puños y ojos cerrados podrá escribir la historia tanto como el personaje lo hizo en el pasado. Es entonces cuando los nombres para bebes dejan de ser nombres para bebes y se convierten en nombres para personas, personas que sienten, que ríen y que lloran y también que tienen sentimientos que no pueden describir debido a la situación que afrontan y que no podrán ya más repetir la historia de aquel personaje con el que lo bautizaron escribiendo su nombre para que cuando niño observe la vida de aquel y reconociera que puede escribir la historia como aquel personaje lo hizo, pero no, no será posible, pues las emociones se interponen y revierten el destino superpuesto en un nombre puesto con ilusión.
Es entonces cuando comprendo que el nombre, aunque no lo elegimos, nosotros tenemos la elección de asumirlos. Existen nombres que los aceptamos con gusto, esos son apodos que resaltan nuestras cualidades, o que nos gustan y los calificamos como "asu que chevere", "je je", "puede sher", "lo justo pe". Pero qué de los que nos desagradan porque describen alguna deficiencia en nosotros y la exagera, qué de aquellos nombres que nos afectan porque nos hacen recordar algún episodio triste de nuestra vida, qué de aquellos nombres que sin razón alguna (aparente claro está, porque sólo nosotros sabemos el porqué) no nos gusta, creo que es más difícil asumirlos con los ojos arriba, es difícil comprender porqué somos calificados así, es difícil aceptar que es verdad, pero es también encomiable el cambio. Producir un cambio en nosotros y poder decir algún día "si, me llamaban así, pero qué de nuevo, ya no es más así". El vivir el pasado es sólo para los que no saben qué hacer en el presente y llevan sus recuerdos sobre la espalda. Es tiempo de elegir tu nombre, aceptarlo y escribir la historia como el personaje que quieres ser.
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