Hace un tiempo atrás me encontré con amigo después de algunos meses que estuvo de viaje. conversamos sobre todas y algunas cosas que habían cambiado durante los meses que habían pasado y de los proyectos personales que cada cual tenía. Tuvimos una buena oportunidad para bromear, aconsejar, conversar de trivialidades y curiosidades y también para hablar de trabajo. Durante aquel momento me comentó que el tenía una amiga que apreciaba mucho y que consideraba que las cosas iban para bien. Yo consentí en ser un reflejo a lo que decía por lo tanto no lo contradije hasta que no vi que fuera necesario. Y ocurrió.
Era probable que llegase un momento en que no iban a estar tan unidos como ahora y el se puso a pensar en cómo sería esa circunstancia, sobre cómo podría sobrellevarla o cómo se sentiría y empezó a dilucidar un futuro un tanto difícil en el cual no quería estar pero era inevitable poder prever o controlar la situación. Entonces fue cuando intente recapacitar de su historia y desfasarme de la emoción que experimentaba para poder decirle que no era necesario tanto dramatismo debido a que aún no se encontraba en esa situación y que, si bien es cierto, se pueden prevenir emociones negativa frente a, él no lo estaba haciendo sino solo pensar en cómo sería e intentando vivir el futuro próximo como un presente. Concluimos en que las circunstancias deberían llegar y que se podía estar preparados para afrontarlas pero sin la necesidad de vivirlas de antemano.
Todo parecía razonable y esperanzador hasta que me tocó vivir algo parecido.Dado el momento no me quedó que darle crédito (a mi amigo) de lo que ocurría y pensar en cómo sería el hecho de estar alejados (yo de ella). Intenté conversar y confiarle mis sentimientos pero descubrí que ella también estaba pasando por lo mismo, o algo parecido. Tal vez la noticia fue muy rauda como para precaver, pero no tenía otra opción. Además, sabía que la lejanía no sería tal como irse a otro país o continente, pero impediría un tanto vernos con la frecuencia con que solemos hacerlo. No sabía que hacer o que decir, puesto que uno no practica para estos momentos ¿quién practicaría? Es un poco absurdo prever las despedidas y según yo era poco probable pensar en despedirse pues nos vamos a ver, aunque con menos frecuencia pero lo haremos.
Intenté explicarme porqué es que estaba experimentado aquello que tal vez pensé que sería fácil de afrontar, aquello que con un pensamiento racional podría dilucidarse en un santiamén, lamentablemente los pensamientos en sus laberintos sinuosos te juegan trampas emocionales que conllevan a pensar en posibilidades extremas pero posibles y aceptarlas como hechos potenciales y sacrificar todo por evitarlas en el tiempo menos indicado, lo que sólo te lleva a intentar detener el tiempo con tus manos para que no llegue el momento desagradable de la soledad. Pero te das cuenta que es imposible debido a que no se puede reducir a detener relojes nada más y lo único quieres decir "por favor no te vayas más, tiempo".
¿Y que tal si eso ocurre?¿Y que tal si de eso se puede aprender a manejar nuestras emociones para situaciones realmente difíciles en un futuro más lejano?¿Y que tal si esto nos permite madurar?¿Y que tal si nos acordamos que existen medios de comunicación?¿Y que tal si nos visitamos eventualmente?¿Y que tal si le pedimos al reloj que no avance lento sino lo más rápido posible (según Einstein se necesitaría estar en momentos gratos ¿verdad?)? Aún creo posible que podamos redefinir nuestras ideas para sacarle el provecho a lo que nos ofrezcan las decisiones de los demás. Aún creo posible pensar en que el tiempo nos ayuda a observar la vida desde varias perspectivas y tal vez sea momento de elegir por una nueva.
Por lo pronto, no me iré. Por el correr del tiempo, si.