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8.11.09

Vejez

Siento que estas dos últimas semanas de mi vida he estado envejeciendo más. Primero, empecé a leer noticias en un periódico hasta quedarme dormido. Luego empecé a escuchar RPP en las mañanas, bueno eso si tenía que escuchar con los audifonos para no levantar sospechas de mi vejez. También empezaron a dolerme la espalda y las rodillas, aquella tos raspante también me confirió el uso de una bufanda a cuadros. Tengo que cuidarme del viento porque puedo empeorar mi estado de salud y tengo que acordarme cada cierto tiempo de tomar mis pastillas. Empiezo a contar historias sobre mi niñez y a reírme con chistes raros, además de sonreír a personas achinando los ojos porque no las reconozco con los ojos abiertos, dado que mi vista está disminuyendo de rango de alcance. Lo último que me falta para completar la transición es quedarme en casa cuidando a los nietos y quedarme dormido en cualquier lugar donde se me ocurra. Lo primero no puede ser debido a que ni siquiera tengo hijos y lo segundo tampoco porque algo de resistencia me queda y puedo llegar tan solo al pestañeo.

Nunca antes tuve tanto tiempo para pensar en todo lo que vengo haciendo con mi vida y las actividades que he dejado de hacer por simple flojera. Tuve tiempo para pensar en los planes a futuro y los que dejé de lado por decisiones de las cuales si no las hubieras tomado no hubiera estado pensando siquiera. Y tuve tiempo también para imaginar historias y cuentos que puedan trasmitir mensajes inferidos del argumento. Puedo considerar estos momentos como momentos de reflexión y de decisión por lo que pueda venir más adelante, ya falta poco para terminar la universidad y luego... bueno luego asumir las responsibilidades que se deban. Hace algún tiempo sucedió algo parecido. Fue para elegir una carrera. Ahora es para elegir cómo me gustaría vivir. Muchas veces en nuestra sociedad se repiten las historias de los padres, no necesariamente en la profesion, que ya es mucho decir, o por una ilusión parental malenfocada de ponerle el nombre del padre al hijo (que no digo que esté mal pero que influye mucho en la conducta del menor) y direccionar su vida tal y como la hubiese querido vivir el padre. ¿Acaso no es suficiente con legar los genes? Creo que se debería considerar la individualidad de ser humano, dejarle la posibilidad de decidir. Escribo esto pues lo he visto en muchos casos que estuve llevando y bueno, como es época de tomar un rumbo también tengo que asumir mi rol.

Tal vez elegir por una vida ajetreada en la ciudad, entre aquella denominada "selva de cemento" con el sonido del tráfico afuera y las ventanas dejando entrar el sol o mostrando la neblina según la estación. Tal vez elegir por una vida apacible en un pueblo alejado de la ciudad, disfrutando de las costumbres y ciclos de vida en la naturaleza. Tal vez pertenecer al grupo humano de los que viven en la casa de sus padres, sólo porque no tienen otro lugar donde vivir. O decidir por la búsqueda incesante de una profesión lucida con titulos y condecoraciones por investigaciones, ser solterón (gracias a esta sociedad que es machista, no es mal visto) y criar gatos o escribir libros en la biblioteca de casa. Uno nunca sabe hasta donde le llevarán las decisiones, pero uno puede decidir qué hacer y a largo plazo qué ser. Es hora de envejecer decidiendo.

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