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15.11.09

Conocimientos... ¿Acaso se puede saber algo más de aquellos?

Mis conocimientos sobre el planeta no son vastos, ni siquiera son suficientes, creo. Mis conocimientos sobre matemáticas, me ayudan a no perderme. Mis conocimientos sobre literatura alcanzan a los libros clásicos leídos a través de resúmenes y videos a manera de superproducciones, naturalmente por el contrato comercial son desviados de lo que realmente quiso mostrar el autor en muchas oportunidades. Mis conocimientos sobre el uso adecuado del lenguaje (hablado y escrito) me permiten mantener activo este blog y hacer tareas para la universidad, establecer debates con los profesores y quedarme absorto leyendo investigaciones que poco entiendo sobre el uso adecuado de los términos más técnicos y de las interpretaciones que se le asigne según el momento y tema del que se hable. Mis conocimientos sobre el uso del internet cada vez se perciben menores, pues día a día encuentro nuevos usos, nuevas fronteras, nuevas formas de atrapar más geeks, y superar el umbral de un mundo real como el que solemos vivir y enclaustrarnos en un mundo virtual que por si mismo no existe pero se alimenta día a día de nuestras mentes convirtiéndose en un abastecedor de conocimientos y por ende, cultura.

Y hablar de cultura también se convierte en otro contenedor de información. Hablar de idiomas, ni qué decir. Y aún así tenemos la osadía de permitirnos sonreír y caminar por el mundo invirtiendo el tiempo en otras actividades que por poco o mucho incrementan nuestro conocimiento según estemos dispuestos a aprender. Recuerdo que en la escuela, cuando todavía estábamos dispuestos a considerarnos niños, entre compañeros discutíamos por quién sabía más, surgía un interés por reconocer quién era el mejor buen estudiante. Con el tiempo, creciendo y creciendo, ya no era un tema común que nos interese, primaban entonces las travesuras o aventuras que cada quien estaba dispuesto a realizar y hasta dónde nos llevaba la osadía de hacer maldad. Al terminar la escuela, ya todo pintó diferente y simplemente todo se redujo a conocer el mundo social que nos ofrecía el hecho de madurar, un sinfín de oportunidades (obtenidas o desperdiciadas) que nos incitaban a sonreir, saludar, conversar trivialidades y hasta pasar tiempo el uno con el otro, y el conocimiento tomo el rumbo que tenía que tomar, personas y socialización, tomando en cuenta (para estar actualizado) la música, grupos de moda, personas famosas, etc. Lo que vino después es tanto más conocido como lo anterior.

El saber, siempre de la mano con el hacer pertenecen a una esfera innegable dentro de cada persona, podemos elegir qué saber, podemos inclusive inferir y sugerir un nuevo saber, es como siempre fue y como suele ser. Al final de toda metacognición llegaremos a la pequeña y común conclusión sheakespeariana: "Sólo sé que nada sé" o terminaremos, aunque de una forma optimista y jirafalorezca, en "sólo sé que erré una vez, cuando pensé que había errado".

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