Aprender, es fácil, cuando se trata de teoría, pero aprender sobre hábitos es mucho más duro. Tengo dificultades para una afinidad al conductismo, pero naturalmente éste insite en que quedemos como amigos repitiéndo aquella conducta amable. Bueno creo que se propuso demostrarme que de algún modo debería aceptar la realidad de que los hábitos son una parte importante en la vida de todos, y que hay que tener especial cuidado en cuántos y cómo los cultivamos, sean positivos o negativos. Todo empezó la semana pasada, tal vez antes, pero según los síntomas fue la semana pasada. Un dolor de cabeza, común hasta cuando uno se da cuenta que incrementa. Luego, el debiliamiento en las piernas, calor en las manos y sueño. Unos días antes, estaba comiendo el chifita de la esquina, con unos patas. También comí chupetes de maracuyá, pura pulpa porsiacaso. Unas cuantas bromas con agua. Escribir en el parque con el viento soplando. Sonreir a la luna a media noche en polo y pijama. Y como siempre tomar agua fría cuando hace calor. Ahora, el clima en esta época no ha sido el más adecuado, pues el sol y las nubes jugaban a las chapadas y no dejaban tranquilo a cualquier transeúnte en la región este de Lima.
Aquellos síntomas se hicieron cada vez más intensos y se declaró lo que se suele llamar comunmente "el resfriado". No quise hacer mas dificil mi recuperación y sin hacer caso al conductismo, decidí poner buena cara y sonreir a la enfermedad siéndole indiferente. Bueno, al parecer la treta conductismo-resfriado se había aliado contra mi para que aprenda de una buena vez la lección. Caí tendido en cama hasta pedir clemencia. No sólo me había afectado el organismo sino también la vida psíquica (para dejar en claro, una vez más que el ser humano es una dualidad psique-soma). Un dolor de cabeza acompañado con intensos y punzantes apretones que me hacían desear estrellarla con la pared para una vez por todas terminar con el dolor, saboteando la treta, pero nada fue útil, amaba mucho mi vida como para estrellarla contra la pared después de haberla cultivado durante 20 años. Era momento de decidir, hábitos saludables y cumplir horarios estructurados, recibiéndo recompensas por mi buen comportamiento además de una buena salud que nunca más me traiga siquiera a la memoria el recuerdo de este dolor, o desfallecer en un lecho oscuro y caliente con la cabeza estallando.
La decisión se hizo aparente (y fue mi cognición de aplicar el conductismo en mi vida, la que me salvo), se hizo realidad y tomé aquella pócima vegetal que permitió disminuir la tensión que apretaba las instancias de mi organismo y mi psique hacia el delirio. Sobreviví sólo para contar que los hábitos construidos a través del tiempo, nos darán lo que buscamos practicándolos. Salud, si estos se irigen a una vida dirigida al cuidado del organismo para su buen funcionamiento. Enfermedad, si nos importa mucho menos que si llegó le mensaje a la persona que nos gusta. Con esto llegó a la conclusión: Es mejor empezar tu camino hacía una nueva forma de pensar, antes que pensar tu camino hacía una nueva forma de vivir.
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