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25.10.09

Lo demás, es (y sigue siendo) historia

Historia, un grupo de cuentos con un sentido lógico, muchas veces llegan a ser relatos reales, otros que con el tiempo llegaron a ser creídos reales, una suceción que se confunden entre la causalida de un evento y éste de lo que conllevó. La historia, como parte de nuestras vidas, nos da identidad, nos permite conocer qué fue de las personas que nos precedieron en el afán de vivir en el territorio que vivímos y que queramos o no dejaron una herencia, un regalo para nosotros que pudo haber sido alguno bueno, u otro malo, pero al fin es regalo y tenemos que hacer algo con aquello. Al pensar en esto también imaginaba en cuantas veces se "repite la historia" con aquellos que en nuestra generación no sabemos tomar las decisiones que de una vez por todas se puedan romper aquellas creencias, conductas y emociones adquiridas de nuestros antepasados.

Cuando tenía unos 6 o 7 años tuve la oportunidad de visitar a mi abuelo de parte de mi madre, antes ya lo había visto, incluso había interactuado con él, pero no como en esa oportunidad. Lo conocí muy poco tiempo, pero no puedo decir que no aprendí nada de él. Era un hombre alto, de tez blanca cabellos grises y blancos y solía utilizar pantalón, camisa y chompa. Caminaba cabizbajo, no porque quisiera, sino por un tumor en la nuca que le había causado problemas de salud desde mucho tiempo antes que naciera, en una oportunidad apresuró mi nacimiento dado que mi madre estaba pendiente de mi abuelo cuando aún tenía 8 meses de embarazo, pero creo que ocurrió por algo dado que se conjugaron muchos factores y no sólo ese, para mi nacimiento en Abril. Tenía una mirada muy acusiosa, algunas personas que lo conocieron más me dicen que tengo ese rasgo muy parecido a él. Era una persona muy leída pero con un temperamento dificil de controlar. Al atardecer de su vida, sonreía firmemente esperanzado en el futuro, con alguna mira difusa al pie de su lecho. Murió aquejado por Alzheimer y Parkinson.

Recuerdo aquel momento muy lucidamente, pero como un espasmo en el tiempo por la duración que me permite la memoria. Estaba en la sierra, en Huancayo, en un pueblo alejado de la ciudad a unos 5 o 10 minutos en carro. El sol estaba muy radiante, con un cielo muy celeste de fondo y unas nubes de lluvia en el horizonte. Yo le preguntaba: ¿A qué hora va a llover? Él me respondía: Espera un tiempo, tal vez las nubes no vengan hacia acá, están muy lejos todavía. Yo, que medía muy poco y lo veía como a una persona muy muy alta, me quedé parado observando el cielo, esperando a que las nubes se acerquen lo más pronto posible. Ocurrió. Llovió.

Puedo observarlo en otros espasmos en el tiempo. Me contaron que el era muy reflexivo y que le gustaba hacer las cosas como deberían hacerse, tal vez un poco obsesivo. Pero reconozco que hay muchas cosas por saldar con el pasado, no sobre nuestra vida, sino sobre el legado que obtuvimos de quienes nos precedieron. Gracias, por el regalo abuelo.

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