Páginas

20.4.09

adolecentes de 15 años

La semana pasada llovió, cuando llueve me dan ganas de escribir, no como hoy, que soleó, sin embargo como la semana pasada no tenía un papel y un lápiz a la mano entonces creo que esas ganas de escribir las pospuse para hoy, siendo que ya es tarde, siendo que me duele la cabeza, siendo que fue un día desastroso, y eso que no es lunes, o será porque es miércoles.

En fin, llovió y yo me encontraba en la combi de siempre, yendo esta vez en dirección contraria a la que suelo ir un día normal, aunque en efecto no era un día normal, era el jueves santo, y llovió. Pero, ¿quién se atreve a ir a Chosica, cuando está lloviendo y en jueves santo? Yo, y unas cien o doscientas personas más, excluyendo a las que viven en Chosica, además de los acampantes que, en efecto, están yendo a Chosica, pero no exactamente a Chosica sino a las zonas alejadas de Chosica, lugar al que yo iba pero, para ser más exactos, era al centro de Chosica.

La pileta, el parque, los juegos, los anticuchos, la “canchita”, la gaseosa, etc., etc., etc… pero faltaba algo o alguien para ser más explícitos. Fue cuando recordé un episodio que muchas veces hace ya unos 4 ó 5 años había recordado para olvidar. Era 2004, el mes me parece que fue agosto o septiembre y había quedado con mi enamorada (en eso habíamos quedado cuando me declaré por chat (éramos compañeros de salón y la acababa de conocer unos dos o tres meses antes y cuando se me ocurre mandarme, ya estaban por terminar las clases y bueno lo más próximo que podía estar de ella era el Chat, ¿además qué esperaban de un adolescente de 15 años?)) en ir a pasear a Chosica (en eso habíamos quedado como pretexto, pero en realidad, como es de esperarse de adolescentes de 15 años, íbamos a ir a besuquearnos como si fuéramos grandes (los dos lo habíamos entendido así, pero para los amigos ( y en especial para sus padres) sólo fuimos a pasear)). Y para `completar el plan había quedado con mi pata del alma, el camarada de fechorías (como dijeron los abuelos algún día), salir en plan de 4. Pero, su enamorada no obtuvo permiso (sus padres eran más cuidadosos, además me parece que se las veían venir, y como mi broder no era tan santo que digamos…).

Al fin y al cabo, estábamos sólo los dos solos en medio del parque de Chosica, una señora se nos acercó y me dijo: Jovencito, anda no seas malito, cómprale una rosa a tu enamorada, pues. Yo la miré (a mi enamorada) y dije: Esta bien. Ella sólo sonrió y se acercó a mi oído y me susurro: te quiero mucho, pero mejor no, pues le dije a mi mamá que salía para hacer tarea a la casa de --- (era su amiga) y si me encuentra con una rosa, tu sabes cómo se va a poner. Yo sólo la miré (nuevamente) y le di el dinero a la señora, recibí la rosa y le entregué sonriendo como si no me hubiera dicho nada. Me pareció que se sintió un poco triste y me dijo: te amo (¿qué significa eso?, a esa edad…). Era el juego a ser mayores. Le dije: vamos a casarnos. Ella guardo la rosa entre las hojas de su cuaderno del colegio (que había traído como para hacer más convincente la excusa) y me dio la mano y caminamos.

Llegamos a pileta, me apoyé en una baranda donde cae el agua y después la aferré a mí. La excusa quedó atrás y empezamos a hacer lo que habíamos planeado hacer desde aquel primer día en que quedamos en vernos, y lo hicimos como los adolescentes de 15 años lo hacen. Después de abrir los ojos, le dije: yo, te acepto como mi esposa para quererte todos los días de mi vida y te lo prometo hoy tal día de tal mes del 2004 que no me acuerdo. Sonrió y me dio un beso con sus labios rojos y gruesos (no tan gruesos como para decir “Asu” sino como para decir “wau que lindos”) y sus ojos dejaron un destello de luz que venía de la pileta reflejarse. Y me dijo: con este beso te acepto como mi esposo para quererte todos los días hasta que mi corazón deje de latir. Y me abrazó y se recostó sobre mi pecho. Cinco minutos más tarde estábamos jugando con el agua y riendo. Cinco meses más tarde estábamos mirándonos de lejos y mordiendo frases de decepción o de odio… como los adolescentes de 15 años lo hacen.

zach

Lima, 15 de abril del 2009. Blessings L.

PD.: Después del recuerdo me senté en una banca para disfrutar de la “canchita” con gaseosa y en la banca del frente la señora le ofrecía a una pareja una rosa.

No hay comentarios.: