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7.9.10

Introspecciones fugaces

Es agradable tener poco tiempo para escribir pues escribes lo primero que te dicta el pensamiento y no hay tiempo para retractarse pues la siguiente frase está muy apurada por ser plasmada en papel. Hace tiempo no me ocurría, tal vez vuelva a ocurrir más seguido pues tengo que sustraer tiempo del tiempo que me queda. Echo una sonrisa por la ventana del carro y luego me dispongo a seguir leyendo el libro que tengo entre manos, las frases se quedan pendientes en mi memoria que está a la espera que encuentre un papel cerca para desahoga mis ideas.

El viento me mira
Me arrebata en un sueño
Sé que no es verdad
Aún así duermo

Recientemente, dado los acontecimientos que activar aún más mi paranoia y debido a mis inquietudes por salvaguardar mi identidad me encuentro muchas veces alerta en las calles de Lima por las que transito casi a diario. Las personas con las que me cruzo son potenciales personajes dignos de mi desconfianza hasta que se demuestre lo contrario, siendo esto posible, he encontrado que soy superficial. Mi desconfianza se centra más en seres de vestimentas grises que combinan perfectamente con algunas paredes de casonas abandonadas, no es así con personas que visten de saco y corbata o de señoritas que poseen rasgos de inocencia y fragilidad. Eso me hace superficial. Es entonces cuando me concentro en escudriñar miradas, un acto muchas veces considerado como un reto y por lo mismo una potencial declaración de guerra a aquellas personalidades afines a delinquir, así que mi mirada acuciosa (e imposible de esconder tras mis cejas) se vuelve una mirada sutil (sin serla) y veloz (aunque escudriñadora en la medida de lo posible).

Las luces me acompañan en mi caminar
El ruido de la ciudad se aleja
El cielo se transforma en columnas de algodón naraja
El tiempo corre más rápido

He encontrado miradas de desdés, miradas egoistas, miradas de reclamo, miradas sin necesidad de mirar, miradas de angustia, miradas impenetrables e imperativas, todas albergadas en rostros de singulares arrugas y algunas cicatrices a la vista. Mi pulso se incrementaba pues revivía actos recientes, aún así mi curiosidad me llevaba a investigar de quien se trataba y consentir en una conclusión: son miradas que cuentan historias de frustraciones acumuladas, de sueños olvidados pues la realidad se presentó más difícil de lo que se esperaba, aquella realidad que convive en medio de sombras de metales oxidados y ropas grises teñidas por el humo de los carros y el suelo húmedo de las calles. No quise seguir buscando razones, tal vez quise pensar que las había encontrado sabiendo muy en mi fuero interno que cada cual tenía historias singulares y sin par que eran las consecuencias de las decisiones de sus antecesores y las imposibilidades impuestas en su interpretación de sus roles sociales, sólo se repetían muy en fondo de sus pensamientos "eso es lo que me toca vivir, así soy, así moriré". Muy difícil de aceptarlo por parte mía, mi melancolía me hizo olvidar mi rencor y pensar más en el dolor opacado por sus actos y ensombrecidos en su deshonestidad. La imposición de su violencia les hacía creer dueños del mundo y sin querer se encontraban envueltos en su propia mentira. Sentí mucho haber querido escudriñar sus miradas pero necesitaba saber el otro lado de su historia. Algún día cambiara alguna de esas historias. Oro porque ellos puedan cambiar antes que sea demasiado tarde.

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