Imagina por un instante que no puedas escuchar, mejor aún, que no hayas escuchado nada antes en tu vida. Que sabes que tu mundo, en gran parte de él, funciona con el sonido. Sin embargo, no tienes la oportunidad de escuchar, y tampoco poder hablar en el mismo código que los demás. Además te vez confinado a ver rostros tristes, de rechazo, de cuidado o sobreprotección, y llegas a sentir en todo instante alguna necesidad de poder comunicarte de alguna forma, la mejor que se pueda para no perder el contenido del mensaje. Te vez motivado a poder aprender ese código extraño que hacen los demás al mover sus labios, pero hay algo más que hacen que sientes que no puedes llegar a hacer. Es, hasta cierto punto limitante y frustrante, pero... hay otro método de poder comunicarse, y en un contexto más puro que el de las palabras, las señas.
Poco a poco empiezas también a comprender los grafemas, aprendes a escribir, con mayor tiempo dado que hay que asignarle a cada palabra un significado enteramente gráfico. Pero a la par de ese aprendizaje vas también comunicándote con otras personas que tanto como tú conllevan en sus vidas el reto de no poder oír un sonido, y con ello, vivir una vida feliz y cotidianamente adecuada y adaptada, mucho mejor que algunas personas que no saben valorar aquellos que tienen hasta que lo pierden. El signo, la señal, aquel código estandarizado que todos suelen usar, poco a poco llega a ser comprendido y adaptado a tu vida. Pero... por qué ellos, aquellos que observan, no se toman el trabajo de comunicarse, algunos lo hacen poco a poco el interés que van capatando se convierte en un mundo abierto en comunicación donde se comprometen muchos métodos y formas de enviar el mensaje.
Una vez más estás dispuesto a conocer más del mundo y compartir con él tu mundo de silencio, pero de mucha información, clara, directa, y sin barreras de contexto, estás atento a cada movimiento del mundo allá. Llega una persona y te habla, tu le comprendes y le respondes según mejor puedes expresarte y aquella persona te entiende.
Durante estos días, al rededor del mundo, hubo una movilización de grupos, asociaciones y clubes de personas sordas con una necesidad de que los entiendan, no sólo las autoridades sino también uno de nosotros, y puedan formar parte de nuestra sociedad de un modo activo y continuo, teniéndo el derecho a un intérprete y qué mejor que cada persona se de un tiempo y pueda aprender la mejor forma de comunicarnos. Este mundo presenta dia a dia retos, no sólo para "personas con necesidades" como eufémicamente nos hemos acostumbrado a llamar a todo aquel que no se parezca a nosotros, es tiempo de darnos cuenta que la mayor necesidad la tenemos nosotros, aquella necesidad de dejar de vernos y ver al mundo cómo está girando, en sus actitudes, en su gente, en su cultura y alimentarla.
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