Encuentro algo bello en tí, algo atrayente, algo que te distingue y que te hace única. El sonido de tu voz mantiene un ritmo y matiz asombrosos, tal vez no los hubiera podido apreciar si en todo caso hubiera tenido aún la visión. Puedo sentir la textura de tu piel y sonreir al sentir tu mejilla rosando con la mía. Es momento de alegrarse, de sentir al máximo cada sensación que recibo del exterior que venga de tí, puedo sentir inclusive cómo me miras, cómo sonries e imagino parte de tu mejilla doblándose dónde los músculos no pueden llegar a cubrir y tu sonrisa amplia iluminándo tu rostro. Toco tus dedos y descubro que tus dedos tienen uñas casi cuadradas, son dedos suaves, palmas un poco ásperas y calientes, comprendo que unos minutos antes tenías los puños cerrados. Intento tantear con mis pies cuán lejos están los tuyos, pero descubro que no es necesario pues siento tu respiración cerca a mi oído y susurras: ¿Cómo estás hoy?¿Puedes discriminar algo... alguna sombra al menos?. Giro mi rostro intentando encontrárte y digo: Todavía nada. Tu rostro cambia de expresión, lo entiendo por la reacción de tus manos que dejan de apretar mis dedos y la distancia que se incrementa mientras se recuestas en la silla frente a mi. Sólo me queda sonreir.
Fue un buen momento para conocerte, aquel día, aquel 12 de junio, fue viernes. Entraste por la puerta del restaurante con tus cabellos alzados por el viento y la luz de afuera iluminando tu sombra azul. Sabía que no iba a durar mucho mi visión así que me animé a conocerte y desde entonces hasta ahora todo ha ocurrido en su tiempo. No supiste que había perdido la visión hasta el año pasado en enero pero me parce que también fue el momento adecuado y preciso para que te enteres, pues tal vez si hubiera sido antes, hubiera primado la lástima o el temor a herirme. La dificultad, o podría decir novedad, de mantener una relación implicitamente planificada, es que aquella planificación no comtemplaba mi ceguera y eso le agrega un punto más en la escala de rareza. Además que sin ser convencionales, tienes, y tengo, aquella habilidad de descubrir lo que el otro piensa hasta en un setenta y cinco por ciento de efectividad. Y es muy bueno saber que tu sabes que puedo estar pensando antes de que lo diga por eso te dejo estas letras para que las entiendas en esa compleja semántica con la que se suele conceptualizar y tratar de entender.
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