Estuve inmerso en mis pensamientos mientras caminaba hacia el destino más próximo, un lugar donde me puedo sentir bien sin necesidad de fingir, un lugar como mi casa, o la iglesia, o el teatro (en cualquiera de sus expresiones), o un museo. Mientras caminaba pensaba en todo lo que debo hacer, en lo que debí hacer y en lo que debo estar haciendo, sin embargo todo lo que pensaba se estaba convirtiendo en falsedad. Fue cuando te vi, y soy sincero, lo estaba esperando desde hace mucho, comprendí que no iba a ser un día para reflexionar. Comprendí que debería ser un día para actuar rápidamente, estár atento y adelante de la situación. Nos vimos, y sonreimos.
Ya van unas cuantos días que estamos viéndonos, y sólo nos dedicamos a hacer eso, vernos, disparar nuestras miradas directamente a través de la persona que tenemos en frente que venimos a ser el uno y el otro (tu y yo). Es una situación muy atrayente y hasta absurda pues si es que se precisa para mirar es tener los ojos abiertos, nosotros, estabamos invirtiendo mucho más energía y atención e inclusive una necesidad de antelación al momento, era una guerra añorada (como nunca existió) con matices de odio y amor, con alegrías y tristezas enfrentadas en una sonrisa o un cambio de expresión, naturalmente nuestra conversación, en su mayoría está basada en lenguaje no articulado, demasiado gestual, kinésico, proxémico, para resumir sin palabras, y es justo en esos instantes cuando estoy hasta la mitad de seguro de lo que quiero y hasta la otra mitad de lo que no quiero pero tampoco odio, cuando te dejo de ver, el odio ocupa esa mitad inestable.
Hoy no hicimos excepción en sonreir, en mirarnos de costado y conversar sin palabras. Sin embargo, ocurrió algo raro mientras ocupábamos nuestro tiempo en ese extraño hábito... tu mirada se oscureció busqué una razón, no la encontré. Algo anda mal y no comprendo qué es. Pensé que había "dicho" algo que no te gustó, sin embargo tus ojos me decían una vez más que no era esa la causa. Pensé que no te había prestado la necesaria atención, sin embargo los bordes de tus labios me confirmaban que no era así. Pensé que estaba incongruente con lo que "decía" y lo que sentía, lo cual era muy cierto, pero al pensarlo y examinarme no comprendí cómo era que te habías dado cuenta.
Mis ojos lo demostraban, para ser más exactos mis pupilas. Fue cuando completaste esa mitad inestable. Ahora la dificultad se presentaba mayor pues, la mentira estaba descubierta, sin embargo, había caido en mi propia trampa, me había traicionado pensando que no pensarías en algún momento que te estaba mintiendo y una vez descubierto en mi intento de falsedad me encuentro atrapado en el mundo de la certeza completa de saber que te quiero. Tus ojos se oscurecieron pues comprendiste que era un mentiroso, pero ¿habrías comprendido el otro lado de la historia? ¿aquel detonante que acababas de activar? el mundo se detuvo una vez más y fue todo pensamiento, como solía serlo, sino que esta vez tenía que tomar en cuenta algo que no pensé sucedería, abstracto pero comprensible. Tenía que hacer algo urgente.
Pensé en sonreir pero tu mirada de lado me dijo que mejor no lo intente. Pensé en entrecerrar los ojos pero me ganaste en el intento. Pensé en hablar, pero negué si quiera la idea, no era lo más sensato, sabía que estabas atenta a cualquier palabara que me atreva a mencionar para analizarla y desentrelazar los impulsos que me motivaban a articular y dejar de comunicarme por signos faciales, fue cuando sólo atiné a decir: eh?... Te reiste y comprendiste que tal vez no era lo que pensabas, te confundí por unos segundos y aporveché la oportunidad de iniciar la conversación antes de que te percates que ya estabamos hablando y no sólo pensando. Fue cuando dejamos de lado todo lo que analizabamos y cuando nos conocimos realmente, aunque de vez en cuando es bueno volver a analizar el por qué empezamos a hablar y encontrarás que todo empezó con un intento por mentir que se tornó en un trampa emocional.
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