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6.6.10

Café

Una taza de café frente a una ventana que refleja el silencio de la mañana. La niebla acariciando el mar en el horizonte. Bossa nova en la radio y el calor de unos calcetines a rayas. Un buen momento para soñar, un buen momento para descansar. Lo acogedor de una sala de muebles verdes y el privilegio de un libro para leer. O mejor el privilegio de una compañía con quien conversar.y compartir el café.

- Y cómo van los chicos
- Todo bien. Alexandra está en la universidad, es muy aplicada la chica, demasiado para lo que espero pero bueno, creo que eso le dará más oportunidades después cuando trabaje ¿no? Y Miguel aún está por terminar el colegio aunque ya lo estoy viendo un poco enamorador con una amiga de la academia. Una vez los vi paseando por el parque cerca a mi casa. Ja, ja, ja. - Se rió con ánimos de detective - Creo que ese muchacho está madurando demasiado rápido.
- Ja, ja, ja... de un momento a otro dejan de ser pequeños que corren con el pañal incomodándolos a muchachos alargados con la mirada ávida de nuevas experiencias. Recuerdas todavía nuestras fechorías. 
- Claro, pues. No estoy tan viejo todavía. Me acuerdo cuando íbamos al cine a ver películas de terror y Alberto gritaba justo en la parte donde le encontraba el malo a la chica, sabíamos que era sólo para matarnos de risa y las personas de atrás se la creían y luego se reían también. Ja, ja, ja.
- Ja, ja, ja... Ese Alberto... Hace poco le llamé, me dijo que estaba fuera del país le está yendo bien en el trabajo. Oye, sabes que me acordé hace poco. Cuando salíamos con Adriana a vagar en mi carro, sólo conversábamos. Que divertido era eso.
- Si.

El tiempo se dilataba en cada recuerdo. O mejor dicho se perdía el sentido de tiempo. La taza de café se terminó pero los recuerdos aún se mantienen endulzados y listos para tomarlos poco a poco, viendo la niebla acariciando el mar en el horizonte.

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