Páginas

31.12.09

Feliz Año Nuevo... XD


El mar era cómplice de la noche... la luna parecía esconderse detrás de una nube... los carreteros salían de sus escondites y paseaban corriendo por la orilla, todos de costado... de un momento a otro el cielo se iluminó de fuegos artificiales de todo tipo... bombardas, cuetes, silbadores, luces de diferentes formas, y el afán de la humanidad por establecer y mantener un hito anual se escuchó en un grito colectivo: "¡¡¡Feliz Año Nuevo!!!" Luego no se dejaron esperar los abrazos y los buenos deseos por un mejor año. Por un lado un grupo de jóvenes cantando y conversando a la luz de una fogata, por otro lado un grupo más grande bailando a la luz de la luna y al ritmo de la música de un stereo... Cada año ocurre así, cada año vivimos experiencias parecidas, y cada año podemos equivocarnos o no en que el siguiente será el mejor año de nuestras vidas... Sólo comprendo que el tiempo nos permite decidir y queramos o no, no podemos decidir en un instante para todo el año que vendrá, creo mejor que debemos ser concientes en todo lo que pensemos decidir y pensar hacer... Que tengan un feliz año y espero entonces tener más que escribir y compartir con ustedes. Bendiciones.

29.12.09

Enigma... e interés por el arte



Hace poco tuve la oportunidad de de visitar una exposición de arte muy agradable, era arte contemporáneo en una sala y arte antiguo en otra. El silencio me permitía escuchar la voz interior apreciando cada linea, cada color y cada curva delimitada en la expresión de emociones plasmadas en la figura, forma y fondo. Era una aventura mágica y llena de fantasía, complementos cognitivos permitidos por la imaginación. Deslices de colores y sombras envolviendo y transmitiendo el objetivo del autor en la búsqueda de la abstracción. En ese viaje cuasi-espiritual en el que me encontraba recordé entonces mi primer encuentro con el arte expresado en una gran sala de exposiciones. 

Estaba intrigado hace unos años atrás en cómo se veían aquellos edificios de Lima en la época en que mi padre vivía aquí como universitario. Imaginaba la casona San Marcos, la Biblioteca Nacional, la ciudad e Lima misma con pocas calles y trafico vehícular. Fue entonces que aprovechando la oportunidad de pasear por la Av. Abancay le propuse a mi padre entrar a visitar aquella Biblioteca Nacional, la cual me había contado en sus historias de cuando era joven y caminaba por el centro de Lima. 

El edificio se mostraba rígido, frío, iluminado como un señor viejo, enojado observando desde arriba al pequeño visitante. El ambiente interior se veía diferente era acogedor aunque exageradamente amplio para lo que estaba acostumbrado (hasta entonces), las escaleras tenían un recubrimiento muy elegante y del techo alto colgaban unos candelabros bien detallados que me dejaron con la boca abierta. Al frente de la entrada iluminado por la luz de afuera, y ya sin escuchar ni percatarme del bullicio del tráfico, observé una escultura de un anciano con los cabellos elevados que parecían ser llevados por el viento, en sus manos se observaba un pincel, un martillo y un cincel, además tenía artilugios y detalles alrededor que me hacían pensar en la época cuando vivió y si mal no me acuerdo me pareció observar un águila también.

En la base donde se erigía aquella obra escultórica se observaban letras rectas talladas "MIGUELANGEL B.". La observación de los detalles y la interpretación de la imagen por primera vez me parecieron un ejercicio único y especial, sentía que el ambiente me permitía analizar y aprehender lo que el artista pensó plasmar al formar la imagen del gran artista del renacimiento. Mi padre me acompaó y me dijo que ese hombre había pintado el techo de la Capilla Sixtina y continuó contándome sobre lo que sabía de él. Mientras se llevaba a cabo aquella conversación se acercó un señor se saco y corbata que se notaba amable y que trabajaba en la Biblioteca.

- Miguelangel... 
- El pintor del techo de la Capilla Sixtina -  dijo mi padre.
- Así es, además de pintor, también fue escultor y arquitecto por eso el cincel y el pincel en su mano y a sus pies unos planos en rollo - aumentó la información al comentario el hombre sin nombre - ¿saben porqué está la B después de su nombre? - continuó con un aire intelectual y con ganas de compartir lo que sabía.
- Mmm... - Nos miramos los rostros mi padre y yo.
- B de Buonarroti. Miguelangel Buonarroti era su apellido.

Comprendí entonces que la apreciación por el arte no necesariamente se debía hacer solo por que sí sino que se debía conocer e informar acerca de lo que se propone observar. Fue también cuando mi interés por el arte se incrementó y empecé a buscar otros lugares de exposición y desde entonces no me olvido de Miguelangel Buonarroti, el artista cuyo nombre sin querer me hará recordar aquella dimensión del ser humano de expresar y ser entendido.

- zach - 

25.12.09

Navidad el 23 de diciembre

La lluvia diminuta baña las calles cerca a mi casa, es de noche y es 23 de diciembre y considero que ya llegó la navidad... los niños juegan y ríen, los padres observan. Sonrío después de hacer una reminiscencia. Feliz Navidad a todos... XD


15.12.09

Hito de silencio y alegría


Después de haber detenido el tiempo en mis pensamientos, después de saber que todo ha cambiado sólo con una acción, llego a comprender que de nada sirve soñar sino estás dispuesto a hacer tu sueño realidad


Cada momento de decisión que la vida te ofrece tienes un oportunidad nueva para forjar qué es lo que quieres ser. Hoy fue un día de aquellos en los cuales tuve miedo, miedo de no poder llegar a ser lo que uno espera ser, y no necesariamente por un reto impuesto o por un revés del destino (que no creo que exista pero la frase da para mencionarlo). Inició con un hecho inesperado y agradable. Único, tal vez... en efecto fue único. No supe (lo sospeché) que podría ocurrir. 


Hoy y me puse a pensar en los rituales del hombre: Desde tiempos antiguos todo ser humano gustó de establecer hitos en el tiempo. Utilizar métodos de cómo recordar aquel momento crucial del hecho de vivir. Por ejemplo: una fotografía, un edificio en "memoria" de algo o alguien, una escritura, un dibujo, un elemento del ambiente con características peculiares que al verlo nos haga recordar aquella situación. La Torre de Pisa, la torre Eiffel, el Arco del Triunfo, la Estatua de la Libertad, el Templo de Zeus, el Coloso de Rodas, los Jardines Colgantes, las Pirámides, las Lineas de Nazca, Machu Picchu, una carta, un libro, en síntesis "reminiscencias" que siempre nos traerán al presente lo majestuoso, triste, importante, emocionante que fue aquel momento.


Hoy, por lo tanto, estableceré un hito en mis recuerdos, hoy y sólo hoy pues lo inesperado llegó. Y me alegro, creo que habrá tiempo para aclarar alguna duda de aquella aparición tan súbita (y sospechable) pero creo que lo dejaré para su momento, por ahora el silencio y la alegría serán testigos del momento y se empezará a construir un edificio en memoria de aquel momento en que se detuvo el tiempo en mis pensamientos, en este día. tkmG.

14.12.09

El algarrobo (quinta parte)




El pequeño y débil algarrobo se escondía tras la sombra de su padre y la frondosidad de su madre. Tan sólo echaba una que otra mirada al cielo para conocer al sol y a la luna quienes lo vieron nacer, Extendía sus ramas para sentir la brisa del mar en sus hojas y su padre algarrobo le recordaba no confiar demasiado en el viento. Su tallo aún no estaba firme y se balanceaba con el viento. La madre algarrobo, sabia como siempre hacía lo posible por enseñarle los ciclos lunares señalándole con sus ramas las formas que se observaban desde la costa según el día del mes y describía cómo la marea subía y del cuidado que debía tener, cuán distante podría estar de ellos, sus padres. El padre algarrobo por su parte lo cuidaba al mínimo estirón de sus hojas, y se cercioraba en cada momento de que no le llegue mucho viento. En alguno y otro momento intentó coger sus raíces con las suyas, pero el pequeño algarrobo se retorcía y lograba zafarse


Un día, en el desierto del litoral peruano, llegó un joven caminante de su larga travesía en tierras del centro donde habían montañas y lagos. Llegó cansado y se recostó sobre el tallo del débil algarrobo,que quedó doblado en un instante, siendo el padre el primer enojado que separó sus ramas de la sombras y se balanceó, se balanceó ayudado con el viento con la finalidad de darle miedo al caminante. La madre algarrobo, en su sabiduría lo observaba e intentaba encontrar las raíces de su hijo con las suyas para alimentarle en el poco tiempo que le quedaba de vida. El joven se puso en pie y corrió a las faldas de la madre algarrobo y se refugió del algarrobo que se balanceaba incesante. Las sombras de la madre se separaron pues intentaba ayudar a su hijo a ponerse pie nuevamente, sus ramas no soportaban más la tensión que ofrecía esa incómoda posición y se fue rasgando poco a poco, un poco fue segregada a raíz de la ruptura de sus ramas y pudo ayudar a ponerse nuevamente en pie al pequeño algarrobo. 


Mientras tanto el algarrobo padre calmaba su intento de intimidación y un sentimiento de rencor corría por el xilema y floema tornando la clorofila en un color más oscuro que el normal, sus hojas estuvieron caídas por un buen tiempo y las raíces de ambos algarrobos de vida primarios sostenían las raíces de su descendiente... simplemente fue así como el tiempo se encargó de implantar esos sentimientos uno de esperanza hacia el futuro, otro de rencor por el daño de los demás y otro el de la sabiduría de hacer bien las cosas aunque tenga que dejar cicatrices en las comisuras de la fuente de vida como recuerdo de lo inesperado del presente próximo.

13.12.09

Regreso a Corleone



La música repitiéndose en su memoria sonaba muy  agradable a sus oídos. El camino, largo aún, lo podía observar desde la ventana y con la mente puesta en el ritmo, la melodía y los acordes. El cielo celeste arriba y los sembríos de cereales levantando sus ojos para ver uno encima del otro hacia el visitante en su vehículo. Un pequeño volkswagen como los que ya no se ven muy seguido, caminando a través de los campos en un camino de piedras. El conductor, bueno el conductor sólo mantenía sus ojos sobre el volante, el camino, el nivel de combustible que rogaba alcance hasta conseguir más. El viajante, en el asiento de atrás, como ya mencioné escuchando música, y dibujando en su mente el pentagrama y las notas que escuchaba, creía que la música iba con el paisaje y se dedicaba a imaginar construcciones rudimentarias en medio de la nada.


Por otro lado en Corleone, una fiesta se llevaba a cabo, y como era costumbre se reunía a todo el pueblo, que era decir unas quinientas personas incluyendo a sus visitantes esporádicos, bueno un visitante aún no llegaba, estaba en camino. Las familias se conocían muy bien y el pubelo rebosaba en alegría y solidaridad. Los Cagliardi, los Consigliere, Cantacosi y Pascali eran familias muy conocidas y, en efecto, era la festividad de una de ellas. Don Biagio Cantacosi cumplía su centenario de vida y lo acompañaban hacia la capilla para la misa dominical. El anciano vestido elegante sonreía con sus ojos lagrimeantes al templo en la plaza de Corleone, sus hijos le hablaban al oído y asintía con la cabeza. Llegó el momento del padre a celebrar la misa en honor al onomástico de la persona más antigua de la ciudad y hubo un silencio como nunca hubo, ni los niños rieron o preguntaron algo sin susurrar, mientras se realizaba el oficio sacramental. Al terminar la ceremonia, salieron cantando y bailando todos vestidos muy elegantes.


Fabrizio Cantacosi, hijo de Biagio, seguía dibujando notas en su imaginación y construyendo edificios rudimentarios a lo largo del camino que a cada momento iba acortando su proximidad. Soñaba con el sol radiante y los campos llenos de verdor y alegría, también con Adriana, la hija de Ricardo Consigliere, bella doncella que al partir le regaló una mirada que soñó con volverla a ver, cada día que estuvo en Milán, trabajando como concertista de cámara.  Regresaba aferrado a su violín, compañero de viaje, pensando que el tiempo no había pasado y ella lo esperaba con la misma mirada y en la entrada de la ciudad dónde la dejó a ella y su familia y a su pueblo. Dibujó una vez más su encuentro con Adriana y sonrió a través de la ventana hacía el paisaje inmutable del atardecer esbozando en su imaginación una vez más su encuentro con la dama. El conductor pendiente de todo lo que sucedía con su pasajero, que por cierto también era su sobrino, río para sí y continuó conduciendo de regreso a Corleone.

8.12.09

El algarrobo (cuarta parte)




La pareja de algarrobos iniciaban la historia con una lágrima, convertida en savia. El sonido del viento creaba conversaciones susurrantes entre las plantas hospedando los espíritus de sus dueños que con tanta dedicación, dieron inclusive sus cuerpos como abono para el fortalecimiento de sus raíces y tallo, también le otorgaron emociones áureas y la capacidad de comunicarse como si fueran ellos mismos en aquellas plantas, trascendiendo a su humanidad y a su asincronía. Iniciaron así la historia, uniendo sus cualidades y generando una pequeña semilla que cayó en la arena y se retorció en sus entrañas reconociendo que el tiempo empezaba su largo recorrido. Aquella pequeña semilla fue plantada en el tiempo y fue el tiempo quien la adoptó teniendo a sus padres como testigos. Fue así que creció.


El viejo algarrobo padre cuidaba mucho a su retoño, lo protegía de las aves, lo protegía del sol inclemente de Piura, lo cuidaba del mar (que no se acerque mucho). lo protegía del viento (que en algún momento podría venir trayendo arena en forma de tormenta y podría hacerle daño, aún no olvidaba aquel episodio cuando era pequeño). La algarroba sabia, madre del algarrobo, le observaba en su crecer y en cómo el tiempo se iba apoderando de él, era tan sabia que reconocía que el tiempo en cualquier momento podría alejarlos de aquel pequeño y débil ser. Sabía que debía prepararlo para lo peor, pero antes debía prepararse ella misma y dar de cuenta al viejo algarrobo que también lo haga. Fue cuando comprendió por qué estaban en esa tierra, por qué tenían que vivir juntos, por qué sus dueños permitieron que sean los primeros. Levantó sus ramas como manos al cielo e hizo sonar sus hojas, y susurró: Tiempo, espacio, luz, aire, agua... ¡Vida!


El silencio se apoderó del ambiente y sólo se supo que sus hojas se hicieron más verdes y amplias, irradiaba alegría y frescor a todo caminante que llegaba a su sombra y se permitía descansar por un momento. El cielo sonrió y la luna se mostró aquel día muy clara y llena, su reflejó se mostró como espejo en el mar.

Carta en una caja






Salí, para atrapar una historia en el aire fresco de Chosica. Sonreír a la luna incompleta, pues la penumbra cubría la parte superior y el reflejo le daba una impresión de galleta mordida... era la primera vez que la veía así (y eso que tomo mucho tiempo observándola cuando me aborda el insomnio). Ubiqué mis jeans, un polo y un suéter para camuflarme en medio de los transeúntes, algo modesto y sencillo como para no despertar sospechas con algún vigilante paranoico que se le ocurra pensar que estoy en una "misión secreta". Llamé a unos amigos y concluimos en ir a pasear para recrearnos y desestresarnos de tanta presión universitaria... ellos (y ustedes) saben a qué me refiero.


El tiempo me permitió atrapar (como ya les mencioné) una historia al aire. Aunque para ser más exactos, una historia al azar, pues vino envuelta en una caja y escrita en papel (por razones obvias los nombres fueron cambiados) :


Hola amigo, zach. Te agradezco mucho que puedas contar esta historia pues sé que en algún momento si Rosa la llega a leer, se dará cuenta que yo la escribí para ella.


Esta historia empezó hace unos días atrás, cuando la conocí. Fue en una fiesta, sé que no fue el lugar correcto pero qué se puede hacer cuando te toca conocer a alguien. Ella, estaba bien arreglada, me gusto desde un principio. Se había laceado el cabello y tenía una mirada que me atrajo a invitarle a bailar. Reconocí a la primera que yo le agradaba un poco menos que ella a mi, pero me propuse caerle tan bien, que luego me pediría que la acompañe o que la visite en un futuro muy próximo. Y así fue. Le invité a salir un rato a caminar y aceptó, salimos dejando a nuestros amigos en la fiesta, a decir verdad, no los recordábamos. Sabíamos que ellos nos entenderían. Bueno conversamos un buen tiempo y luego nos dimos cuenta que ya era tarde. Sus amigas nos ubicaron y se despidió con un beso en la mejilla, hice el intento por acercarme a sus labios y ella fue muy astuta y sonrió como para darme a entender que se había percatado de mis intenciones. Quedé estupefacto.


Al día siguiente, en la tarde, busqué su número en mi agenda y la llamé, ella estaba saliendo del trabajo en Lima y le dije que estaba cerca que me esperara cerca a su trabajo que yo llegaba un cuarto de hora pues quería conversar. Almorzamos juntos y luego me dijo que debía regresar a trabajar, ella es secretaria en una empresa aseguradora. En fin, aprovechamos el tiempo que quedaba caminando hacia su trabajo. Sentía que todo era divertido en Rosa. Nunca entendí por qué.


Hoy la fui a buscar a su trabajo, no estaba. Hoy la llamé a su teléfono me contestó alguien que me dijo que no la conocía y que vivía en otro distrito de Lima, por más que intente conversar más para reconocer su voz no la identifique y sentía que me decía toda la verdad sobre el desconocimiento de una tal Rosa y que no le insista. En fin, le escribí a su correo muchas veces pero... no respondió. La perdí sin saber lo pronto que sería. Le comenté esta historia a algunos amigos pero me dijeron que se acordaban de ella, pero muy vagamente pues sólo salimos un día y ellos conocían a sus amigas que ni más se comunicaron con ellos. Pensé que estaba loco.


Empecé a hacer memoria e interpretar cada una, reconocerlas como parte del pasado y no como un sueño, y no podía hallar la diferencia. Espero que en algún momento ella se encuentre con esta historia, y se comunique conmigo. Pienso en ella.


Gracias por publicar mi historia.
Atentamente.


















Después de leer aquella carta encontré en la caja una hoja pequeña que decía: Uno nunca sabe lo que tiene hasta que lo pierde. Dije para mis adentros: Lo sospeché desde un principio. Sonreí y concluí en caminar una vez más para seguir atrapando historias al aire.