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30.7.10

Burbujas de luz


Camino sobre los pequeños rectángulos que parecen una pared tendida sobre el piso que se extiende por los extremos de este apacible parque, los árboles se mecen al ritmo de una suave brisa que los empuja a su gusto como acariciando el cabello de alguien. Los sectores de césped se visten de verde claro como llamando a una siesta con la cabeza recostada a las raíces de un árbol con copa ancha y frondosa, de hojas pequeñas que dejan pasar el calor del sol entre su formación aleatoria. Hace mucho tiempo que no me daba un tiempo, me digo. Y empiezo a soñar.

Me encuentro en un parque subiendo las escaleras de una resbaladera, mis manos son más pequeñas y poco me tardo para darme cuenta que soy un niño, naturalmente en este estado de sueño no me da mucho tiempo para racionalizar y disfruto del juego, siento como el viento choca sobre mi rostro al bajar por la resbaladera y cómo mi estómago se contrae como sabiendo que algo no está tan bien con la gravedad, me encanta sentir esto, pienso y continúo mi recorrido para volver a resbalarme, pronto me encuentro en los columpios y gano velocidad para saber cuán alto puedo llegar, luego salto y parece que me suspendo un momento en el aire y caigo sobre arena. Todo el entorno parece más grande cuanto más pequeño me considero, siento que tengo más aire para respirar y caminos para correr. Subo una cuesta y encuentro un lago verde donde habitan peces grandes y renacuajos que pronto tendrán extremidades, siento un asombro incesante y llamo a mis compañeros de juego, ellos vienen y empezamos a descubrir nuestro nuevo laboratorio ecológico. De pronto alguien escucha el llamado de los mayores y la diversión se guarda en nuestro pechos para luego salir corriendo a contarles lo que hemos encontrado. Algunos se asombran con nosotros, otros se asustan y prohíben que no volvamos a ir, intercambian entre ellos algunos consejos de crianza y prefieren comunicarnos que es hora de ir a nadar. Antes que terminen de hablar reconocemos de que se trata y gritamos a una voz "¡Al agua!" y corremos como si el necesitáramos del agua tanto como el aire. Aunque... asi es ¿verdad?

Las imágenes se mezclan y me encuentro nuevamente jugando esta vez solo, miro a mi alrededor y me doy cuenta que todos se han ido, el sol se esconde tras nubes y empiezo a correr llego a abrazar a alguien y me doy cuenta que está llorando, le digo que todo pasará, mis hombros se mojan con algunas lágrimas suyas y despierto.

Me pregunto porqué habré soñado aquello, lo descubro unos metros mas allá de camino. Empiezo a recordar algunas cosas que se hacen perdurables por su contenido emocional, experiencias que reconocemos como agradables en la infancia y que con la frecuencia de ellas a veces olvidamos de cuán valiosas eran para nosotros. Esto me llevó a pensar en las personas que recuerdan las cosas que le sucedieron como irrepetibles y singulares en una etapa de sus vidas, y sufren mucho por aquello, me pareció extraño que en alguna oportunidad de los pocos años de existencia que tengo haya podido pensar también lo mismo. "Se acabó", " Ya fue", "Ni más"... eran algunas frases que aquejaban mis pensamientos y me empedraban el rostro cada vez más. Tal vez por sentirme infranqueable, pude conocer casos extremos de esto. Personas que vivían en deuda con su pasado y se sentían incapaces de volver a vivir aquello que les llenaba la vida, tal vez por decisiones no tan acertadas y algunas llevadas por emociones tormentosas, al conversar con ellos me percaté que su máscara de infranqueabilidad se deshacía cada que se tocaba el tema de su pasado y de situaciones con la familia en su vida infantil. Luego el hecho de enfrentar algunas nuevas emociones y confrontarse con la frustración y la negación de algún sueño potencialmente posible se impedían la posibilidad de ser felices, Me recordé a mi mismo y me vi abrazándome al pasado, saldando cuentas que no había decidido saldar a tiempo. Ahora vivo el presente.

28.7.10

28 de julio

En este día se celebra la Independencia del Perú. Se me ocurrió buscar algunas fotos que nos traigan al presente memorias de algún 28 de julio, fui a pasear a Chosica y Chaclacayo y conseguí algo muy particular...





24.7.10

Libertades

Libertad: Facultad natural que tiene el hombre de obrar de una manera o de otra, 
y de no obrar, por lo que es responsable de sus actos.

‎No es libre el que puede hacer todo lo que quiere hacer 
sino es libre el que puede hacer lo que debe hacer.

En esta reciente semana, he estado quedando con G en encontrarnos para tomar la combi de regreso a casa. Pocas veces llegué a tiempo y sabía que siempre iba a encontrar una sonrisa en su rostro como pidiéndome explicaciones sin decir una sola palabra. Es comprensible, pensaba. Claro quedas con alguien y por cuestiones de criterio de un señor chofer, es casi justificable tu tardanza. Bueno, al encontrarnos y dar una breve explicación de mi travesía hasta el punto de encuentro nos abrazábamos y continuábamos nuestra rutina por encontrar aquella combi en la cual pasaríamos por lo menos una hora y media (conversando, escuchando música, riendo, contando que nos pasó en el día o tal vez, durmiendo).

En una de que aquellas oportunidades nos encontramos con el tema de la marihuana pues ella está trabajando en un lugar donde se tiene que hablar del tema pues el objetivo de la institución es intervenir en casos de adicciones a drogas (sustancias psicoactivas, en nuestro idioma clínico). Para ser más exactos con el tema de la legalización del cultivo de marihuana. Me comentó que habían revisado algunas entrevistas hechas en televisión acerca del tema y de desde que perspectivas se intentaba darle un sustento al tema. Fue cuando me puse a pensar sobre la libertad.

He tenido oportunidad de conversar con personas que defienden la legalización y con personas que no la admiten como una actividad que afiance la seguridad de la sociedad, yo me encuentro en el segundo grupo debido a mi sistema de valores, lo cual no me quita el deseo de poder entender las perspectivas de primero. Bueno, consentí en informarme en lo posible del asunto y en parte pude observa una acérrima intención por que se cumpla lo que piden, que hasta cierto punto es bueno, pero algunas veces me parece peligroso. Por otro lado, mis amigos los antilegalistas, tal vez pensando en los riesgos que se corren al dar permisiones. Llegué a la conclusión de que hay todavía mucho por conversar y esperar de nuestra sociedad limeña que ya debe tener más de quinientos años pero aún sigue comportándose como adolescente.

Después de aquella conclusión que no era concluyente (por supuesto) recordé una conversación con un compañero de trabajo de ideales liberalistas. Intencionalidades de la aprobación del aborto bajo la premisa de que la señorita embarazada tiene derecho sobre su cuerpo entre otras ideas que buscaban la libertad de opinión y decisión. En un primer momento pensé que se trataba de una justificación de acciones que la ley moral albergada en nuestras creencias nos acusaba y que para evitar sugerir incongruencias era preferente borrar esa ley moral, o al menos, creer que no existe tan fuerte como la sociedad nos la impone. Luego, al seguir conversando, me di cuenta que lo que él buscaba era algo más, tal vez un ideal de sociedad responsable por sus actos pero con libertades que le permitan inclusive invadir el espacio vital de otros, algo que no me parecía muy convincente.

En la clase de Educación Cívica, una clase no tan favorita en la secundaria, lo más práctico que aprendí fue "los derechos de uno terminan cuando inician los derechos del otro y empiezan nuestros deberes". Comprendí entonces que la libertad no es simplemente realizar lo que nos plazca realizar, sino también saber hasta dónde podemos hacer algo nos permite reconocer que somos libres. Esa es la praxis de nuestra libertad, es ser esclavos de nuestra libertad. Algo que muy pocas veces solemos entender y que se explica de muchas maneras. Me gustaría algún día poder soñar siquiera que puedo participar de aquella sociedad que permita las libertades. Libertades acequibles al ideal civil. Que permita aquellas libertades por las cuales lucharon nuestros antecesores.

19.7.10

Sein

Ich bin mit meinem Dasein zufrieden 
(Estoy contento con mi existencia)

Estaba en mi escritorio, como hoy, escribiendo en mi diario, como pocas veces. De repente recibo un mensaje comentándome que este amigo llegaría a visitarme a casa, acepté y respondí en cuanto me fue posible. Llegó el tiempo acordado y nos sentamos a conversar, tomando café y un keke de vainilla. El está próximo a graduarse como teólogo. Por mi parte, mi afán de ser antropólogo (y con suerte psicólogo) trae consigo una gama de preguntas sobre cómo establecer creencias equilibradas que conlleven un estilo de vida saludable. Naturalmente esas preguntas implican mucho sobre las inquietudes que aún muchos pensadores no logran ponerse de acuerdo. Por nuestra parte tenemos algunas creencias en común y eso fue suficiente para establecer una linea de conversación que se base en la tolerancia de creencias. Lo que pasó tal vez fue necesario para ese entonces, el llegó de repente y de repente comenzamos a hablar de nuestras actividades cotidianas, de repente fuimos pasando temas de estilo de vida y profundizar cada vez más en creencias y en interpretaciones de la realidad. Fue interesante que ninguno de los dos se haya dado cuenta cuando terminaba la conversación por amistad de querer saber cómo le iba a cada cual en la carrera académica y en los planes de vida a pasar a temas relacionados con la validez del evolucionismo y del creacionismo como punto de partida.

Cada cual daba su punto de vista y al parecer concordábamos en algo y aún así por lo fluido del tema sabíamos que faltaba aclarar siempre algún detalle. Fue interesante tomar referencias de la Biblia y consentir en que las creencias de la humanidad difieren en perspectiva debido a que la razón presenta muchos caminos según el trasfondo existencial del ser humano pensante.  En la amistad que llevamos casi nunca nos habíamos permitido hablar de aquello, tal vez por la edad, tal vez por las bromas de adolescentes, tal vez porque no llegaba el momento, como hace poco lo fue. Eso me recuerda a una palabra de origen alemán: Sein, o ser una frase muy utilizada para explicar algunas veces aquella búsqueda de la razón de la existencia. Sé que aquellas preguntas que nos hicimos aquella tarde buscaban aquello.

11.7.10

Historias

Me gusta leer. No siempre fue así. Recuerdo cuando aprendía más por imágenes, esto se convirtió en un problema cuando el tema a estudiar trataba sobre cosas subjetivas, no había imágenes. Después del colegio, decidí estudiar psicología. Tal vez por alguna extraña necesidad muy interna de querer leer. No lo sé.

Me gusta escribir historias. No siempre fue así. Recuerdo cuando hacía planas, esto se convirtió en un problema cuando las frases a escribir empezaban con un "no debo...". Después del colegio, decidí escribir lo que se me pegue la gana. Tal vez por alguna extraña necesidad muy interna de querer escribir. No lo sé.

Me gusta escuchar historias. Desde siempre fue así. Recuerdo cuando mi madre me leía historias. Después de escucharlas las imaginaba con detalles. Tal vez por alguna extraña necesidad muy interna de querer imaginar. No lo sé.

Me gusta contar historias. Desde siempre fue así. Recuerdo cuando mi familia me escuchaba contar mis historias aún sabiendo que no eran ciertas. Después a mi me gustó escucharme, intentando mejorar la historia, cada vez que la escuchaba y la volvía escuchar. Tal vez por alguna extraña necesidad muy interna de querer contar historias. No lo sé.

Leí a Julio Verne, me imaginé el recorrido de Lidenbrock en su viaje al centro de la tierra. Leí a Abraham Valdelomar, me imaginé cómo el Caballero Carmelo peleaba. Leí a Cesar Vallejo, lo imaginé en Paris en aguacero. Leí a Homero, imaginé a Odiseo en Ítaca. Leí a Ciro Alegría, imaginé a los perros hambrientos en Cajamarca. Leí a Cervantes, imaginé a Dulcinea del Toboso. Leí a Alonso Cueto, imaginé la búsqueda de Miriam por parte de Adrián. Leí a muchos y pocos, imagine tanto y tan poco. También escuche, Escuché mucho a Francois Vallaeys, también a historias del pasado dictadas por poseedores de canas. Me encanta pensar en cómo describir aquellos sentimientos encontrados que nos afectan tanto en alguna circunstancias de nuestras vidas. El poder de conferir a unas palabras el peso de las emociones. Me encanta pensar que las historias son síntomas del deseo de darse a conocer. Nada que ver con un histrionismo, ni narcisismo, sólo con la necesidad de saberse existentes. Eso es un privilegio invaluable. Tanto como el de ser dueño de nuestras expresiones naturales. El arte. Ya lo sé.

Clash!


Hoy voy a darme a la fuga, cometeré una locura.

Hace ya algún tiempo que vengo pensando en hacer algo de lo cual no desearía arrepentirme jamás, pero me arrepiento de hacerlo ahora. Caminar. Exacto caminar sin rumbo, o con un rumbo relativo. 

Desde pequeño cuando paseaba con mi padre por algunas calles de Lima y nos encontrábamos con una desfile siempre intentábamos echarle un ojo al espectáculo y preguntar cuál era el motivo de aquella presentación, eventualmente se trataba  del aniversario de un colegio grande o emblemático de la zona o una celebración edil por motivo que variaban de versiones por cada citadino. En aquellos desfiles miraba a unos señores vestidos de chaleco con unas cámaras fotográficas colgadas al cuello interrumpiendo la visión de los privilegiados de la primera fila en la multitud, e inclusive eran los únicos con el permiso de ponerse frente al batallón y/o escolta de turno que se presentaba con paso marcial para demostrar su orden y gallardía al marchar. La banda estruendosa también era parte importante del desfile, pero mayor interés me causaba el hecho que esos señores luego del evento acordaban con algunas personas en venderles las fotografías después de revelarlas. Claro en ese entonces todavía se utilizaban rollos y se esperaba un tiempo para revelarlos, tengo entendido que aún se utiliza pero con menor frecuencia.

Desde entonces me interesé en la fotografía como una actividad particular y reservada para señores que les gustaba vestir de chaleco. En uno de los viajes para visitar a mi ascendencia me encontré con un tío, hermano de mi padre, que también le gustaba vestir de chaleco. Una que otra vez lo vi en acción frente a los batallones de Chincha en su aniversario, su ciudad natal. Luego un primo mío también se empezó a dedicar a aquello, hasta entonces supuse que esta actividad era reservada para actividades importantes, mientras fui creciendo me di cuenta que no.

Poco a poco fui conociendo más expositores y pude observar algo más sobre la teoría que respaldaba la composición de imagen que mostraban sus tomas. Me gustaba cómo conseguían la armonía en los colores y cómo se lograba obtener perspectivas de imágenes que a simple vista muchas veces no se pueden observar al detalle ya sea porque pasan rápido o porque el momento no te permite disfrutar del ambiente. Me gustó aprender entonces aspectos técnicos con el pretexto de "solo por curiosidad". Me parecía siempre una situación extraña el hecho de poder atrapar una imagen en un área limitada desde una perspectiva y con la necesidad de comunicar algo o de no olvidar aquel momento o a lo mejor capturarlo.

Creo que como a mucho les pasó también, esta actividad de observar una imagen y la combinación de sus colores, se fue haciendo una adicción, siempre que era posible ver una foto puedo quedarme viéndola unos segundos tanto como verla muchas veces al día como queriendo encontrar más detalles o una historia en el contexto. Ahora, ya no se me hace suficiente aquello y tengo una extraña necesidad un arranque de impulsos incontrolable de querer tener una cámara a la mano y tomar cuantas fotos sean posibles y practicar. De vez en cuando juego a que tengo una cámara imaginaria y guardo la imagen en mi memoria, claro como no es tan prodigiosa no dura mucho tiempo aunque tengo la esperanza de en algún momento la subjetividad de mis pensamiento me devuelva la imagen.

Recientemente busqué en mis cajones del pasado algunas fotos que había tomado o me habían tomado, y encontré junto con aquellas imágenes historias que se desarrollan antes de la imagen o después de ella. En algunas encontraba a personas que no veía hacía mucho tiempo, y también a personas que veo muy seguido y me asombro de ver cuantos cambios han surgido con el tiempo. Es una actividad que sé que nunca tendrá fin pero también supongo que será parte de mi era, la era de los recuerdos, de las reminiscencias.

Algunas veces pensé en ser fotógrafo de profesión, lo pensé muchas veces, tantas que creí que no sería suficiente, "tal vez en otra dimensión" pensé en mis delusiones. Tampoco descarto la posibilidad de tenerlo como hobbie. Al fin de año lo decidiré.