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26.6.12

El juego

¿Cómo empezó todo esto?¿De dónde es que aprendimos a jugar?

El juego es para el ser humano (infante, niño, preadolescente (y es que ahora les gusta diferenciarse), adolescente, joven, adulto y anciano) un medio de expresión natural. Como Freud propusiera, un método catártico. Tal vez Berne (no, no está mal escrito, pues me refiero al psicólogo no al escritor) hubiera dicho que el niño, la personificación de una de nuestras instancias, se muestra tal y como es; aunque yendo aún mas lejos diría que la raíz de nuestras interacciones es el juego, entendido como más que un proceso un medio para sentirnos nosotros, para ser quienes somos y para que los demás sepan quiénes y cómo somos.

El hecho de ver a un infante jugar implica entonces lo complejo visto de un modo sencillo y genuino. Juega porque siente que puede ser como es, juega porque quiere jugar, juega porque así aprende, juega porque es su juego y a veces te invita a formar parte de él, a veces quiere que tu incluyas tu juego en el suyo y otras por decisión propia busca la soledad en ello.

Para jugar vamos asimilando reglas que regulan el hacer trampa, un recursos para nunca perder, que a su vez es un estado que no nos gusta experimentar por hacernos sentir fuera del control del juego sino más bien sometido por él, entonces las reglas nos defienden nos amparan pero también nos limitan y nos someten (es ahí cuando el concepto de libertad busca mayor trascendencia que el de sentirse apto para hacer lo que la voluntad dicte sin afectar la voluntad ajena), evitan que nos sintamos perdedores y a la vez lo buscan, o al menos eso es lo que pensamos que hacen.

Las reglas se hacen cada vez más rígidas y minuciosas a medida que crecemos y el juego pierde su objetivo entre el abultamiento de palabras legislativas y asuntos de deberes y derechos. El juego ya no parece juego y lo único que queda es pensar en lo que se debe o no hacer y preguntarse si es lícito o no. La sensación de diversión, desahogo, alegría o esparcimiento se torna en aburrimiento, estrés, ansiedad y necesidad de afecto.

Por lo tanto, hace falta jugar. Hace falta encontrar actividades que fomenten la expresión natural de uno mismo, recuperar las reglas que tuviste, esas reglas sencillas que te dibujaban una sonrisa en el rostro y tu corazón palpitaba con energía. Hace falta jugar más ese juego que se llama Vida.


6.6.12

Schriftsteller



Tiene la potestad para reflejar su verdad. Por lo tanto, a veces miente, a veces no. Se hace un as de la fantasía y también cercano a la verdad pues la conoce de reojo, como cuando nos cruzamos con alguien por la calle, como cuando escuchamos el despegue de un avión. A veces incluso osa reconocerla mientras conversa con alguien o lee un texto, están muy cerca, pero sólo eso. Sabe que lo que tiene que hacer es describir lo que percibe, sabe que las percepciones le dicen algo sobre lo que realmente quiere contar pero ese algo le es esquivo. A veces lo busca y otras, escapa de ello, sin conocer su rumbo, sin siquiera percatarse por donde va.


Hubo una vez que salió a caminar, fue hace mucho. Recorrió calles largas, visito edificios altos, observó el paisaje atrás de lo urbano, a través de él también. Llegó a ponerse frente al mar, a darle la espalda, a caminar sobre arena, piedras, madera y cemento, a comer en la calle y en el refugio de su morada, a pensar en visitar el ferrocarril, a dormir en la estación, a contemplar la urgencia de los transeúntes y la paciencia de los indigentes, a visitar parques, estadios y emporios. Quiso observar todo como si fuera un tercero, intentando distinguir ese preciso momento en que todo se hacía genuino, sin patrones, sin parámetros, sin creencias con las que  sospeche lo que pueda suceder.


Vio a un niño que jugaba en el parque, escuchó lo profundo de su risa cuando bajaba por el tobogán, sintió el dolor que sentía el pequeño mientras lloraba después de que cayó sobre un charco al final de su juego favorito.Corrió hacia las faldas de sus padres y se refugió en la calidez de su regazo, intentó describir ese sentimiento hondo que arrebata el espíritu de los seres humanos cuando uno igual sufre, intentó explicarse porqué ese deseo de calmar el llanto de la criatura, trató de entender porqué hubo personas en algún momento de la historia que fueron inconsecuentes con esa emoción y por el contrario se negaron. ¿Qué pudo haber producido aquello?


Vio a una pareja de adolescentes encontrarse en el parque a escondidas de sus padres, entregarse cartas de papel cuadriculado y sonrisas tímidas de no saber qué hacer con esas nuevas emociones que los llevaban a quebrar reglas y les hacían sentir distinto como que si hubieran hecho algo bueno. Intento entender la nostalgia de recordar sus escapadas de casa y las cartas en clave que intercambiaba con su ahora esposa, trató de recordar cómo era ese sentir tan puro y sencillo. Pronto tuvieron que despedirse, pronto tuvieron que abrazarse en un segundo infinito, pronto tuvieron que salir de escena pues las responsabilidad de ser hijos aún estaba antes que la de deberse el uno al otro. ¿Por qué debería durar tan poco esa felicidad de experimentar el amor en su pureza y sencillez? ¿Por qué los abrazos infinitos no duran un poco más?


Vio a una familia salir del hospital y respirar aliviados, al parecer el anciano padre había pasado la parte más difícil de su enfermedad, sus hijos, con ojeras y aún recuperándose del desgaste de las veladas y soporte emocional recíproco, se miraban sorprendidos como aún no creyendo que todo había pasado. Se encontraban con sus hijos, que también los habían extrañado. ¿Por qué es tan difícil asimilar la felicidad? ¿Por qué es tan necesaria?


Vio a una pareja de novios salir de un centro comercial llevando algunas compras para su boda que estaba próxima. Los vio caminar como si el mundo fuera a su ritmo, los vio sonreír y jugar como si fueran los más grandes cómplices en la tierra. Se acercaron a una vendedora ambulante a comprar unas golosinas y luego siguieron su rumbo. No se percataron de la situación de aquella vendedora que acompañada de su hijo pequeño luchaban día a día por tener algo para enfrentar la vida que un sujeto les dejó al azar, uno que se hizo llamar esposo, padre y que tarde o temprano decidió irse. ¿Por qué podríamos pensar que es injusta la vida, si las decisiones que tomamos nos traen lo que buscamos? ¿Por qué no aprender a prever y planear pueden ser un objetivo inicial al empezar a tener uso de razón? ¿Por qué gastar nuestras energías en momentos importantes o irrepetibles si la vida misma es toda importante e irrepetible?


Al regresar a casa y enfrentar el papel blanco, limpio, inmaculado, insapiente de lo que podría contener, que solía enfrentar todos los días se dijo a sí mismo: Algún día podré describir la realidad que espero escribir, mientras tanto haré el esfuerzo por dejarme entender, así sea mi verdad, así sea mentira, así no comprenda a cabalidad todo cuanto deseo comprender, después de todo, en tanto sea más específico mejor podré dejarme entender, mejor me replicarán con sus opiniones, mejor sabré lo importante que es expresar lo que aprendo.


Y se puso a escribir, lo hubo aprendido...