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31.12.09

Feliz Año Nuevo... XD


El mar era cómplice de la noche... la luna parecía esconderse detrás de una nube... los carreteros salían de sus escondites y paseaban corriendo por la orilla, todos de costado... de un momento a otro el cielo se iluminó de fuegos artificiales de todo tipo... bombardas, cuetes, silbadores, luces de diferentes formas, y el afán de la humanidad por establecer y mantener un hito anual se escuchó en un grito colectivo: "¡¡¡Feliz Año Nuevo!!!" Luego no se dejaron esperar los abrazos y los buenos deseos por un mejor año. Por un lado un grupo de jóvenes cantando y conversando a la luz de una fogata, por otro lado un grupo más grande bailando a la luz de la luna y al ritmo de la música de un stereo... Cada año ocurre así, cada año vivimos experiencias parecidas, y cada año podemos equivocarnos o no en que el siguiente será el mejor año de nuestras vidas... Sólo comprendo que el tiempo nos permite decidir y queramos o no, no podemos decidir en un instante para todo el año que vendrá, creo mejor que debemos ser concientes en todo lo que pensemos decidir y pensar hacer... Que tengan un feliz año y espero entonces tener más que escribir y compartir con ustedes. Bendiciones.

29.12.09

Enigma... e interés por el arte



Hace poco tuve la oportunidad de de visitar una exposición de arte muy agradable, era arte contemporáneo en una sala y arte antiguo en otra. El silencio me permitía escuchar la voz interior apreciando cada linea, cada color y cada curva delimitada en la expresión de emociones plasmadas en la figura, forma y fondo. Era una aventura mágica y llena de fantasía, complementos cognitivos permitidos por la imaginación. Deslices de colores y sombras envolviendo y transmitiendo el objetivo del autor en la búsqueda de la abstracción. En ese viaje cuasi-espiritual en el que me encontraba recordé entonces mi primer encuentro con el arte expresado en una gran sala de exposiciones. 

Estaba intrigado hace unos años atrás en cómo se veían aquellos edificios de Lima en la época en que mi padre vivía aquí como universitario. Imaginaba la casona San Marcos, la Biblioteca Nacional, la ciudad e Lima misma con pocas calles y trafico vehícular. Fue entonces que aprovechando la oportunidad de pasear por la Av. Abancay le propuse a mi padre entrar a visitar aquella Biblioteca Nacional, la cual me había contado en sus historias de cuando era joven y caminaba por el centro de Lima. 

El edificio se mostraba rígido, frío, iluminado como un señor viejo, enojado observando desde arriba al pequeño visitante. El ambiente interior se veía diferente era acogedor aunque exageradamente amplio para lo que estaba acostumbrado (hasta entonces), las escaleras tenían un recubrimiento muy elegante y del techo alto colgaban unos candelabros bien detallados que me dejaron con la boca abierta. Al frente de la entrada iluminado por la luz de afuera, y ya sin escuchar ni percatarme del bullicio del tráfico, observé una escultura de un anciano con los cabellos elevados que parecían ser llevados por el viento, en sus manos se observaba un pincel, un martillo y un cincel, además tenía artilugios y detalles alrededor que me hacían pensar en la época cuando vivió y si mal no me acuerdo me pareció observar un águila también.

En la base donde se erigía aquella obra escultórica se observaban letras rectas talladas "MIGUELANGEL B.". La observación de los detalles y la interpretación de la imagen por primera vez me parecieron un ejercicio único y especial, sentía que el ambiente me permitía analizar y aprehender lo que el artista pensó plasmar al formar la imagen del gran artista del renacimiento. Mi padre me acompaó y me dijo que ese hombre había pintado el techo de la Capilla Sixtina y continuó contándome sobre lo que sabía de él. Mientras se llevaba a cabo aquella conversación se acercó un señor se saco y corbata que se notaba amable y que trabajaba en la Biblioteca.

- Miguelangel... 
- El pintor del techo de la Capilla Sixtina -  dijo mi padre.
- Así es, además de pintor, también fue escultor y arquitecto por eso el cincel y el pincel en su mano y a sus pies unos planos en rollo - aumentó la información al comentario el hombre sin nombre - ¿saben porqué está la B después de su nombre? - continuó con un aire intelectual y con ganas de compartir lo que sabía.
- Mmm... - Nos miramos los rostros mi padre y yo.
- B de Buonarroti. Miguelangel Buonarroti era su apellido.

Comprendí entonces que la apreciación por el arte no necesariamente se debía hacer solo por que sí sino que se debía conocer e informar acerca de lo que se propone observar. Fue también cuando mi interés por el arte se incrementó y empecé a buscar otros lugares de exposición y desde entonces no me olvido de Miguelangel Buonarroti, el artista cuyo nombre sin querer me hará recordar aquella dimensión del ser humano de expresar y ser entendido.

- zach - 

25.12.09

Navidad el 23 de diciembre

La lluvia diminuta baña las calles cerca a mi casa, es de noche y es 23 de diciembre y considero que ya llegó la navidad... los niños juegan y ríen, los padres observan. Sonrío después de hacer una reminiscencia. Feliz Navidad a todos... XD


15.12.09

Hito de silencio y alegría


Después de haber detenido el tiempo en mis pensamientos, después de saber que todo ha cambiado sólo con una acción, llego a comprender que de nada sirve soñar sino estás dispuesto a hacer tu sueño realidad


Cada momento de decisión que la vida te ofrece tienes un oportunidad nueva para forjar qué es lo que quieres ser. Hoy fue un día de aquellos en los cuales tuve miedo, miedo de no poder llegar a ser lo que uno espera ser, y no necesariamente por un reto impuesto o por un revés del destino (que no creo que exista pero la frase da para mencionarlo). Inició con un hecho inesperado y agradable. Único, tal vez... en efecto fue único. No supe (lo sospeché) que podría ocurrir. 


Hoy y me puse a pensar en los rituales del hombre: Desde tiempos antiguos todo ser humano gustó de establecer hitos en el tiempo. Utilizar métodos de cómo recordar aquel momento crucial del hecho de vivir. Por ejemplo: una fotografía, un edificio en "memoria" de algo o alguien, una escritura, un dibujo, un elemento del ambiente con características peculiares que al verlo nos haga recordar aquella situación. La Torre de Pisa, la torre Eiffel, el Arco del Triunfo, la Estatua de la Libertad, el Templo de Zeus, el Coloso de Rodas, los Jardines Colgantes, las Pirámides, las Lineas de Nazca, Machu Picchu, una carta, un libro, en síntesis "reminiscencias" que siempre nos traerán al presente lo majestuoso, triste, importante, emocionante que fue aquel momento.


Hoy, por lo tanto, estableceré un hito en mis recuerdos, hoy y sólo hoy pues lo inesperado llegó. Y me alegro, creo que habrá tiempo para aclarar alguna duda de aquella aparición tan súbita (y sospechable) pero creo que lo dejaré para su momento, por ahora el silencio y la alegría serán testigos del momento y se empezará a construir un edificio en memoria de aquel momento en que se detuvo el tiempo en mis pensamientos, en este día. tkmG.

14.12.09

El algarrobo (quinta parte)




El pequeño y débil algarrobo se escondía tras la sombra de su padre y la frondosidad de su madre. Tan sólo echaba una que otra mirada al cielo para conocer al sol y a la luna quienes lo vieron nacer, Extendía sus ramas para sentir la brisa del mar en sus hojas y su padre algarrobo le recordaba no confiar demasiado en el viento. Su tallo aún no estaba firme y se balanceaba con el viento. La madre algarrobo, sabia como siempre hacía lo posible por enseñarle los ciclos lunares señalándole con sus ramas las formas que se observaban desde la costa según el día del mes y describía cómo la marea subía y del cuidado que debía tener, cuán distante podría estar de ellos, sus padres. El padre algarrobo por su parte lo cuidaba al mínimo estirón de sus hojas, y se cercioraba en cada momento de que no le llegue mucho viento. En alguno y otro momento intentó coger sus raíces con las suyas, pero el pequeño algarrobo se retorcía y lograba zafarse


Un día, en el desierto del litoral peruano, llegó un joven caminante de su larga travesía en tierras del centro donde habían montañas y lagos. Llegó cansado y se recostó sobre el tallo del débil algarrobo,que quedó doblado en un instante, siendo el padre el primer enojado que separó sus ramas de la sombras y se balanceó, se balanceó ayudado con el viento con la finalidad de darle miedo al caminante. La madre algarrobo, en su sabiduría lo observaba e intentaba encontrar las raíces de su hijo con las suyas para alimentarle en el poco tiempo que le quedaba de vida. El joven se puso en pie y corrió a las faldas de la madre algarrobo y se refugió del algarrobo que se balanceaba incesante. Las sombras de la madre se separaron pues intentaba ayudar a su hijo a ponerse pie nuevamente, sus ramas no soportaban más la tensión que ofrecía esa incómoda posición y se fue rasgando poco a poco, un poco fue segregada a raíz de la ruptura de sus ramas y pudo ayudar a ponerse nuevamente en pie al pequeño algarrobo. 


Mientras tanto el algarrobo padre calmaba su intento de intimidación y un sentimiento de rencor corría por el xilema y floema tornando la clorofila en un color más oscuro que el normal, sus hojas estuvieron caídas por un buen tiempo y las raíces de ambos algarrobos de vida primarios sostenían las raíces de su descendiente... simplemente fue así como el tiempo se encargó de implantar esos sentimientos uno de esperanza hacia el futuro, otro de rencor por el daño de los demás y otro el de la sabiduría de hacer bien las cosas aunque tenga que dejar cicatrices en las comisuras de la fuente de vida como recuerdo de lo inesperado del presente próximo.

13.12.09

Regreso a Corleone



La música repitiéndose en su memoria sonaba muy  agradable a sus oídos. El camino, largo aún, lo podía observar desde la ventana y con la mente puesta en el ritmo, la melodía y los acordes. El cielo celeste arriba y los sembríos de cereales levantando sus ojos para ver uno encima del otro hacia el visitante en su vehículo. Un pequeño volkswagen como los que ya no se ven muy seguido, caminando a través de los campos en un camino de piedras. El conductor, bueno el conductor sólo mantenía sus ojos sobre el volante, el camino, el nivel de combustible que rogaba alcance hasta conseguir más. El viajante, en el asiento de atrás, como ya mencioné escuchando música, y dibujando en su mente el pentagrama y las notas que escuchaba, creía que la música iba con el paisaje y se dedicaba a imaginar construcciones rudimentarias en medio de la nada.


Por otro lado en Corleone, una fiesta se llevaba a cabo, y como era costumbre se reunía a todo el pueblo, que era decir unas quinientas personas incluyendo a sus visitantes esporádicos, bueno un visitante aún no llegaba, estaba en camino. Las familias se conocían muy bien y el pubelo rebosaba en alegría y solidaridad. Los Cagliardi, los Consigliere, Cantacosi y Pascali eran familias muy conocidas y, en efecto, era la festividad de una de ellas. Don Biagio Cantacosi cumplía su centenario de vida y lo acompañaban hacia la capilla para la misa dominical. El anciano vestido elegante sonreía con sus ojos lagrimeantes al templo en la plaza de Corleone, sus hijos le hablaban al oído y asintía con la cabeza. Llegó el momento del padre a celebrar la misa en honor al onomástico de la persona más antigua de la ciudad y hubo un silencio como nunca hubo, ni los niños rieron o preguntaron algo sin susurrar, mientras se realizaba el oficio sacramental. Al terminar la ceremonia, salieron cantando y bailando todos vestidos muy elegantes.


Fabrizio Cantacosi, hijo de Biagio, seguía dibujando notas en su imaginación y construyendo edificios rudimentarios a lo largo del camino que a cada momento iba acortando su proximidad. Soñaba con el sol radiante y los campos llenos de verdor y alegría, también con Adriana, la hija de Ricardo Consigliere, bella doncella que al partir le regaló una mirada que soñó con volverla a ver, cada día que estuvo en Milán, trabajando como concertista de cámara.  Regresaba aferrado a su violín, compañero de viaje, pensando que el tiempo no había pasado y ella lo esperaba con la misma mirada y en la entrada de la ciudad dónde la dejó a ella y su familia y a su pueblo. Dibujó una vez más su encuentro con Adriana y sonrió a través de la ventana hacía el paisaje inmutable del atardecer esbozando en su imaginación una vez más su encuentro con la dama. El conductor pendiente de todo lo que sucedía con su pasajero, que por cierto también era su sobrino, río para sí y continuó conduciendo de regreso a Corleone.

8.12.09

El algarrobo (cuarta parte)




La pareja de algarrobos iniciaban la historia con una lágrima, convertida en savia. El sonido del viento creaba conversaciones susurrantes entre las plantas hospedando los espíritus de sus dueños que con tanta dedicación, dieron inclusive sus cuerpos como abono para el fortalecimiento de sus raíces y tallo, también le otorgaron emociones áureas y la capacidad de comunicarse como si fueran ellos mismos en aquellas plantas, trascendiendo a su humanidad y a su asincronía. Iniciaron así la historia, uniendo sus cualidades y generando una pequeña semilla que cayó en la arena y se retorció en sus entrañas reconociendo que el tiempo empezaba su largo recorrido. Aquella pequeña semilla fue plantada en el tiempo y fue el tiempo quien la adoptó teniendo a sus padres como testigos. Fue así que creció.


El viejo algarrobo padre cuidaba mucho a su retoño, lo protegía de las aves, lo protegía del sol inclemente de Piura, lo cuidaba del mar (que no se acerque mucho). lo protegía del viento (que en algún momento podría venir trayendo arena en forma de tormenta y podría hacerle daño, aún no olvidaba aquel episodio cuando era pequeño). La algarroba sabia, madre del algarrobo, le observaba en su crecer y en cómo el tiempo se iba apoderando de él, era tan sabia que reconocía que el tiempo en cualquier momento podría alejarlos de aquel pequeño y débil ser. Sabía que debía prepararlo para lo peor, pero antes debía prepararse ella misma y dar de cuenta al viejo algarrobo que también lo haga. Fue cuando comprendió por qué estaban en esa tierra, por qué tenían que vivir juntos, por qué sus dueños permitieron que sean los primeros. Levantó sus ramas como manos al cielo e hizo sonar sus hojas, y susurró: Tiempo, espacio, luz, aire, agua... ¡Vida!


El silencio se apoderó del ambiente y sólo se supo que sus hojas se hicieron más verdes y amplias, irradiaba alegría y frescor a todo caminante que llegaba a su sombra y se permitía descansar por un momento. El cielo sonrió y la luna se mostró aquel día muy clara y llena, su reflejó se mostró como espejo en el mar.

Carta en una caja






Salí, para atrapar una historia en el aire fresco de Chosica. Sonreír a la luna incompleta, pues la penumbra cubría la parte superior y el reflejo le daba una impresión de galleta mordida... era la primera vez que la veía así (y eso que tomo mucho tiempo observándola cuando me aborda el insomnio). Ubiqué mis jeans, un polo y un suéter para camuflarme en medio de los transeúntes, algo modesto y sencillo como para no despertar sospechas con algún vigilante paranoico que se le ocurra pensar que estoy en una "misión secreta". Llamé a unos amigos y concluimos en ir a pasear para recrearnos y desestresarnos de tanta presión universitaria... ellos (y ustedes) saben a qué me refiero.


El tiempo me permitió atrapar (como ya les mencioné) una historia al aire. Aunque para ser más exactos, una historia al azar, pues vino envuelta en una caja y escrita en papel (por razones obvias los nombres fueron cambiados) :


Hola amigo, zach. Te agradezco mucho que puedas contar esta historia pues sé que en algún momento si Rosa la llega a leer, se dará cuenta que yo la escribí para ella.


Esta historia empezó hace unos días atrás, cuando la conocí. Fue en una fiesta, sé que no fue el lugar correcto pero qué se puede hacer cuando te toca conocer a alguien. Ella, estaba bien arreglada, me gusto desde un principio. Se había laceado el cabello y tenía una mirada que me atrajo a invitarle a bailar. Reconocí a la primera que yo le agradaba un poco menos que ella a mi, pero me propuse caerle tan bien, que luego me pediría que la acompañe o que la visite en un futuro muy próximo. Y así fue. Le invité a salir un rato a caminar y aceptó, salimos dejando a nuestros amigos en la fiesta, a decir verdad, no los recordábamos. Sabíamos que ellos nos entenderían. Bueno conversamos un buen tiempo y luego nos dimos cuenta que ya era tarde. Sus amigas nos ubicaron y se despidió con un beso en la mejilla, hice el intento por acercarme a sus labios y ella fue muy astuta y sonrió como para darme a entender que se había percatado de mis intenciones. Quedé estupefacto.


Al día siguiente, en la tarde, busqué su número en mi agenda y la llamé, ella estaba saliendo del trabajo en Lima y le dije que estaba cerca que me esperara cerca a su trabajo que yo llegaba un cuarto de hora pues quería conversar. Almorzamos juntos y luego me dijo que debía regresar a trabajar, ella es secretaria en una empresa aseguradora. En fin, aprovechamos el tiempo que quedaba caminando hacia su trabajo. Sentía que todo era divertido en Rosa. Nunca entendí por qué.


Hoy la fui a buscar a su trabajo, no estaba. Hoy la llamé a su teléfono me contestó alguien que me dijo que no la conocía y que vivía en otro distrito de Lima, por más que intente conversar más para reconocer su voz no la identifique y sentía que me decía toda la verdad sobre el desconocimiento de una tal Rosa y que no le insista. En fin, le escribí a su correo muchas veces pero... no respondió. La perdí sin saber lo pronto que sería. Le comenté esta historia a algunos amigos pero me dijeron que se acordaban de ella, pero muy vagamente pues sólo salimos un día y ellos conocían a sus amigas que ni más se comunicaron con ellos. Pensé que estaba loco.


Empecé a hacer memoria e interpretar cada una, reconocerlas como parte del pasado y no como un sueño, y no podía hallar la diferencia. Espero que en algún momento ella se encuentre con esta historia, y se comunique conmigo. Pienso en ella.


Gracias por publicar mi historia.
Atentamente.


















Después de leer aquella carta encontré en la caja una hoja pequeña que decía: Uno nunca sabe lo que tiene hasta que lo pierde. Dije para mis adentros: Lo sospeché desde un principio. Sonreí y concluí en caminar una vez más para seguir atrapando historias al aire.

27.11.09

Un poco sobre "elpis" (rebuscando en la caja de Pandora)


Encontré una frase muy agradable:


En el corazón de todos los inviernos vive una primavera palpitante,

y detrás de cada noche, viene una aurora sonriente.

Khalil Gibran


Y entre todo lo agitada que estuvo esta semana me tomo un momento para reflexionar sobre la esperanza, sobre aquella cualidad inherente a cada ser humano, que sin lugar a dudas alberga en lo profundo de sus emociones, en el motor de su voluntad. Se le suele llamar "esperanza", en otros momentos "resiliencia", en otras situaciones "fuerza de voluntad", se suele calificar a los que la usan como "perseverantes", "firmes", "dedicados", entre otros adjetivos. Pero ¿es esa cualidad algo particular que nace en el corazón de algunos? Puedo pensar que no, me obligo a pensar que no. Al tiempo en que me limito a concluir en mi mente que las decisiones no están determinadas por el destino me doy cuenta que en algún lugar de Lima está ocurriendo un embarazo precoz, una muerte de un adolescente por "ajuste de cuentas" o por no poder convencer a sus padres de su "amor imposible", en una suerte de Romeo y Julieta claro está. Y me pregunto ¿Sirve de mucho que piense en la esperanza y llegue a tales conclusiones cuando el país se desmorona día a día? Yo sé que sirve de mucho cuando se presenta una situación grave como una enfermedad terminal y una familia anímicamente debilitada necesita de un apoyo fraterno, y se pueda repetir aquella frase de "la esperanza es lo último que se pierde" y esta frase me llevó a pensar (una vez más, para variar) en la mitología griega.

El pithos (caja?) de Pandora donde quedó Elpis (esperanza) me causo mucha extrañeza que contuviera los males, y que se considere a Elpis como uno de ellos, se generó el conflicto cognitivo he intente dilucidar por medio de la razón esta consternación. ¿Cómo esta cualidad que permite esperar en alguna manifestación divina la solución a un problema se convierte en un mal para la humanidad y hasta me atrevo a pensar que por el último mal en aquella urna tuvo que ser uno de los más poderosos? Acá va mi conclusión . En muchas oportunidades caemos en la adicción de depender demasiado en la esperanza y ésta se transforma en ocio, en un letargo por que un revés de la vida nos dé la riqueza como en un valdazo de agua fría en la espalda cuando estamos observando en la televisión nuestra serie favorita (otrora novelas, creo que ahora ya no gusta llamarlas de este modo), ese puede ser un caso ¿no?. Otro, aquellas falsas esperanzas aguardadas como poteniales hechos realizables cuando siendo sapientes del resultado nos hacen más daño del que podríamos obtener aceptando lo evidente, si bien es cierto no nos gusta sufrir pero debemos hacerlo en varios momentos de nuestras vidas para madurar y comprender en el proceso nuestro motivo de vida. Un caso más de los que faltarían por enumerar y que considero ustedes también pueden pensar después de leer este sencillo repaso de ideas, el fin de la esperanza es muchas veces la observación pasiva de un evento que se desenvuelve como esperamos sin mover tan sólo un dedo, considero que eso nos hace daño como aquel que no hemos liberado del pithos de Pandora.

Ahora bien, las cosas positivas. El ánimo desgastado por la nostalgia, ansiedad, dolor... se reluce y se obtienen nuevas fuerzas para seguir adelante, considero que a eso se refiere Khalil Gibran al pintarnos este cuadro tan agradable del amanecer. Que nuestro Elpis enclaustrado en el pithos de nuestro corazón debe ser liberado de una forma que nos impulse a actuar y ser parte del milagro y no esperarlo de brazos cruzados. ¿Acaso será posible hacer algo parecido con los otros males de la caja de Pandora?

16.11.09

El algarrobo (tercera parte)

Las ramas del algarrobo se iban haciendo cada vez más fuertes, las arrugas en su tallo se iban demarcando día tras día, tanto como en el rostro de su cuidador el campesino. El árbol obtenía juventud en sus hojas, en su postura en la sombra que podía otorgar y que el campesino cansado y adolorido aprovechaba para descansar. Cada día crecía, cada día el campesino se levantaba temprano y observaba a su hijo adoptivo fortalecer sus ramas, nacer hojas en aquellas y estirar sus brazos cada vez más hacia el sol (tal vez esa pueda ser la razón por la cual parecía ser muy frondoso). Una noche, el mar empezó a bailar con la luna, aquellas olas intentaban alcanzarla y la luna jugaba a las escondidas ocultándose en las nubes traslúcidas. Esa noche, fue la última noche del campesino, quien cayó de su cama con un dolor fortísimo en el pecho, arrastróse hacía la puerta de su casa y lo último que vio fue al algarrobo con sus hojas agachadas y llevadas por el viento, en el fondo el mar en aquella danza ilusoria buscando alcanzar a la luna y ésta ocultándose. Murió.

A la mañana siguiente la esposa del campesino, ocultó su pena y no brotó de sus ojos lágrima alguna, cogió un algarrobo que ella cultivaba en secreto y lo trasplantó junto a su semejante en el desierto frente al mar, luego enterró a su esposo debajo de las raíces del primer algarrobo y se enterró con el segundo para nutrir a las dos plantas y encontrarse con su amado en el sinfín del tiempo. Fue así como sucedió fue cómo las dos plantas estiraron sus raíces tanto como pudieron y las entrelazaron bajo tierra. El sol sonrió y la luna lloró, se mezclaron aquellos elementos: la risa y el llanto y siendo trasladados por el viento llegaron a caer sobre las raíces entrelazadas dando inicio a la historia. Los dos algarrobos demostraban aquella cualidad de la vida, en la que la dualidad permite un equilibrio para su mantenimiento. El sol y la luna, el mar y la arena, el viento y el fuego, los dos algarrobos.

Estas dos plantas, entrelazadas sus raíces, decidieron entonces ser más que dos plantas en medio del desierto, decidieron cumplir lo que no cumplieron en sus vidas. Ahora, estando en el control de las plantas podían darles emociones y conversar entre sí con susurros del viento en sus hojas. Sin embargo, el temor del primer algarrobo aún no había sido superado.

El algarrobo (segunda parte)

Aquel árbol de vida primario se erigía débil, sobre la tierra y mañana tras mañana alzaba sus ojos al cielo y extendía sus hojas cual brazos para alcanzar las nubes. El campesino día a día se despertaba más feliz pues sentía que la naturaleza estaba de su parte, el sol sonreía y alumbraba cuanto podía y debía, la luna por su parte permitía según su ciclo que la marea se mantenga alejada de la planta y sólo se acerque para entregarle nutrientes subterráneos, el viento evitaba acercarse con tanta fuerza y buscaba alguna forma de mantener limpias las hojas de la pequeña planta. Hasta que llegó el día de los cuentos.

Aquel día las olas sonaron diferente, aquel día el sol alumbró diferente, aquel día el viento sopló inclemente, aquel día la luna no salió, aquel día las nubes cubrieron cuanto pudieron el cielo, aquel día la tierra puso su cara más fea, aquel día fue el peor día. Lo único que se supo fue que el campesino observó desde su casa de adobe cómo se acercaba la tormenta de arena iniciada a lo lejos, en el horizonte. Observó, impotente de proteger al algarrobo, cómo aquella tormenta se acercaba y cubría todo alrededor, en un desliz de la vista cómo la tormenta cubría el mar y éste cómo se embravecía haciendo un conflicto intenso y extraño en la región (sino el único). Todo pasó en un instante y fue catastrófico. Al disiparse todo rastro de peligro, el campesino que se encontraba abrazando a su esposa cubriéndola de la arena en un rincón de su casa levantó la vista y se limpió los ojos para poder calcular los daños que aquella tormenta de arena le había dejado. Empezó a barrer con su vista el lugar, y no encontró otro daño que el techo de su casa que había sido lanzado unos metros lejos de la casa y el ambiente había quedado empolvado todo. Se puso de pie y echó un vistazo por la ventana viendo al pequeño algarrobo cubierto con arena entero, pero felizmente la tormenta no le había arrancado de la raíz y aún se podía mantener en pie.

Nunca surgió una pregunta sobre la razón de ese extraño fenómeno, nunca nadie supo porqué se inició aquella tormenta, nunca nadie supo quién la inició, nunca nadie supo si se pudo evitar, lo único que se supo fue que ocurrió. Los días después de éste fueron de más cuidado, después de reparar la casa de adobe y el techo de ésta, después de reconstruir el cerco que protegía al algarrobo de transeúntes que nunca vendrían, el campesino se puso a construir una pared de precaución, también colocó en la parte alta de la pared una bandera que le avisaría si el viento incrementaba su velocidad. El sol regreso a su estado natural, escondiéndose de vez en cuando en las nubes para no dar demasiado calor, el mar se calmó nuevamente, y la luna salió aquella noche aunque tímida, pero salió. La tierra puso nuevamente su rostro alegre y todo continuó como solía ser, pero la incertidumbre de aquella tormenta que ya había quedado olvidada por el campesino y su esposa, no fue olvidada por el pequeño algarrobo que día a día se fortalecía para algún día dar inicio a la historia.

15.11.09

El algarrobo (primera parte)

En el sinfín del tiempo, cuando las cosas eran y las plantas tenían emociones, inclusive podían hablar. ¿El inicio? Bueno, el inicio fue como en todos los cuentos: "Había una vez..." y es que en efecto hubo aquella vez una semilla, la que inició todo, la que se reprodujo e inició la historia, la semilla era de algarrobo que tembló en sus entrañas sobre las manos del campesino. Aquel campesino fue quien esperó mucho tiempo para plantarla, esperaba el momento en que la señal en el cielo se mostrara, la luna llena y la luz sobre la arena del desierto. La plantó de noche aquella noche de noviembre con brisa lozana, aquella noche en la que el mar se podía escuchar a lo lejos, muy lejos. Escarbó un pequeño hueco en la tierra y colocó la semilla, mientras se arrodillaba hacia la luna, que le sonrió concediéndole el privilegio de cuidar aquella planta que crecería para dar inicio a la historia. Era medianoche y el campesino decidió regresar a casa, el viento lozano le había otorgado somnolencia y ni bien entró en su casa de adobe muy propia de la zona, buscó su cama que se refugiaba en el calor de la pared opuesta a la entrada, y descansó.

A la mañana siguiente, el sol estuvo radiante, al otro lado del cielo se observaba la luna, también sonriendo y perdiéndose en el cielo azul, al horizonte muy de lejos se veían las olas del mar que sonaban jugando entre risas. El montículo de arena aún se mantenía húmedo y resaltaba en todo el desierto, como un pequeño chinchón en la cabeza de un niño pequeño que recién aprende a caminar. El campesino inició su labor de cuidado, haciendo un cerco alrededor para que cualquier visitante, en el caso que llegara alguno, no pueda afectar la zona de siembra. Cada cierto tiempo regaba la zona con agua de un riachuelo alejado de su casa y que una vez por semana iba a recoger agua de allí, la recogía en unos contenedores grandes que cargaba en una carreta de madera. El sol de vez en cuando reconocía que daba demasiado calor y se mantenía oculto tras las nubes que aparecían de la nada y esperaba a que necesitaran de su calor para que la madurez de la plante se dé con las mejores condiciones posibles. Semana tras semana se esperaba la primera señal fuera de tierra. En el interior, la pequeña semilla intentaba con todas sus fuerzas de madurar y nacer, dejar crecer su tallo y soñaba con el día en que sus hojas lleguen a dar sombra en aquel desierto amplio. Tembló suavemente y surgió de ella la vida, vida para las generaciones de personas que en algún momento lleguen a habitar aquel lugar.

Una mañana como otras el campesino, despertó y fue a revisar el calendario que colgaba de la pared con un clavo que se sostenía "con las uñas" de la pared, se acercó y contó los días desde que había plantado la semilla y el tiempo que la estuvo cuidando. Cogió su sombrero de paja hecho por su esposa y fue corriendo al lugar de siembra donde observó un tallo muy débil y las hojas de la bella planta elevándose al cielo como dos manos juntas. Fue cuando el campesino esbozó una sonrisa en su rostro de piel raída por el clima y con arrugas por la vida feliz que llevaba y le permitía sonreir a cada momento. Decidió en su corazón cuidar del pequeño algarrobo hasta que sus días se terminen, y fue así.

Conocimientos... ¿Acaso se puede saber algo más de aquellos?

Mis conocimientos sobre el planeta no son vastos, ni siquiera son suficientes, creo. Mis conocimientos sobre matemáticas, me ayudan a no perderme. Mis conocimientos sobre literatura alcanzan a los libros clásicos leídos a través de resúmenes y videos a manera de superproducciones, naturalmente por el contrato comercial son desviados de lo que realmente quiso mostrar el autor en muchas oportunidades. Mis conocimientos sobre el uso adecuado del lenguaje (hablado y escrito) me permiten mantener activo este blog y hacer tareas para la universidad, establecer debates con los profesores y quedarme absorto leyendo investigaciones que poco entiendo sobre el uso adecuado de los términos más técnicos y de las interpretaciones que se le asigne según el momento y tema del que se hable. Mis conocimientos sobre el uso del internet cada vez se perciben menores, pues día a día encuentro nuevos usos, nuevas fronteras, nuevas formas de atrapar más geeks, y superar el umbral de un mundo real como el que solemos vivir y enclaustrarnos en un mundo virtual que por si mismo no existe pero se alimenta día a día de nuestras mentes convirtiéndose en un abastecedor de conocimientos y por ende, cultura.

Y hablar de cultura también se convierte en otro contenedor de información. Hablar de idiomas, ni qué decir. Y aún así tenemos la osadía de permitirnos sonreír y caminar por el mundo invirtiendo el tiempo en otras actividades que por poco o mucho incrementan nuestro conocimiento según estemos dispuestos a aprender. Recuerdo que en la escuela, cuando todavía estábamos dispuestos a considerarnos niños, entre compañeros discutíamos por quién sabía más, surgía un interés por reconocer quién era el mejor buen estudiante. Con el tiempo, creciendo y creciendo, ya no era un tema común que nos interese, primaban entonces las travesuras o aventuras que cada quien estaba dispuesto a realizar y hasta dónde nos llevaba la osadía de hacer maldad. Al terminar la escuela, ya todo pintó diferente y simplemente todo se redujo a conocer el mundo social que nos ofrecía el hecho de madurar, un sinfín de oportunidades (obtenidas o desperdiciadas) que nos incitaban a sonreir, saludar, conversar trivialidades y hasta pasar tiempo el uno con el otro, y el conocimiento tomo el rumbo que tenía que tomar, personas y socialización, tomando en cuenta (para estar actualizado) la música, grupos de moda, personas famosas, etc. Lo que vino después es tanto más conocido como lo anterior.

El saber, siempre de la mano con el hacer pertenecen a una esfera innegable dentro de cada persona, podemos elegir qué saber, podemos inclusive inferir y sugerir un nuevo saber, es como siempre fue y como suele ser. Al final de toda metacognición llegaremos a la pequeña y común conclusión sheakespeariana: "Sólo sé que nada sé" o terminaremos, aunque de una forma optimista y jirafalorezca, en "sólo sé que erré una vez, cuando pensé que había errado".

8.11.09

Vejez

Siento que estas dos últimas semanas de mi vida he estado envejeciendo más. Primero, empecé a leer noticias en un periódico hasta quedarme dormido. Luego empecé a escuchar RPP en las mañanas, bueno eso si tenía que escuchar con los audifonos para no levantar sospechas de mi vejez. También empezaron a dolerme la espalda y las rodillas, aquella tos raspante también me confirió el uso de una bufanda a cuadros. Tengo que cuidarme del viento porque puedo empeorar mi estado de salud y tengo que acordarme cada cierto tiempo de tomar mis pastillas. Empiezo a contar historias sobre mi niñez y a reírme con chistes raros, además de sonreír a personas achinando los ojos porque no las reconozco con los ojos abiertos, dado que mi vista está disminuyendo de rango de alcance. Lo último que me falta para completar la transición es quedarme en casa cuidando a los nietos y quedarme dormido en cualquier lugar donde se me ocurra. Lo primero no puede ser debido a que ni siquiera tengo hijos y lo segundo tampoco porque algo de resistencia me queda y puedo llegar tan solo al pestañeo.

Nunca antes tuve tanto tiempo para pensar en todo lo que vengo haciendo con mi vida y las actividades que he dejado de hacer por simple flojera. Tuve tiempo para pensar en los planes a futuro y los que dejé de lado por decisiones de las cuales si no las hubieras tomado no hubiera estado pensando siquiera. Y tuve tiempo también para imaginar historias y cuentos que puedan trasmitir mensajes inferidos del argumento. Puedo considerar estos momentos como momentos de reflexión y de decisión por lo que pueda venir más adelante, ya falta poco para terminar la universidad y luego... bueno luego asumir las responsibilidades que se deban. Hace algún tiempo sucedió algo parecido. Fue para elegir una carrera. Ahora es para elegir cómo me gustaría vivir. Muchas veces en nuestra sociedad se repiten las historias de los padres, no necesariamente en la profesion, que ya es mucho decir, o por una ilusión parental malenfocada de ponerle el nombre del padre al hijo (que no digo que esté mal pero que influye mucho en la conducta del menor) y direccionar su vida tal y como la hubiese querido vivir el padre. ¿Acaso no es suficiente con legar los genes? Creo que se debería considerar la individualidad de ser humano, dejarle la posibilidad de decidir. Escribo esto pues lo he visto en muchos casos que estuve llevando y bueno, como es época de tomar un rumbo también tengo que asumir mi rol.

Tal vez elegir por una vida ajetreada en la ciudad, entre aquella denominada "selva de cemento" con el sonido del tráfico afuera y las ventanas dejando entrar el sol o mostrando la neblina según la estación. Tal vez elegir por una vida apacible en un pueblo alejado de la ciudad, disfrutando de las costumbres y ciclos de vida en la naturaleza. Tal vez pertenecer al grupo humano de los que viven en la casa de sus padres, sólo porque no tienen otro lugar donde vivir. O decidir por la búsqueda incesante de una profesión lucida con titulos y condecoraciones por investigaciones, ser solterón (gracias a esta sociedad que es machista, no es mal visto) y criar gatos o escribir libros en la biblioteca de casa. Uno nunca sabe hasta donde le llevarán las decisiones, pero uno puede decidir qué hacer y a largo plazo qué ser. Es hora de envejecer decidiendo.

7.11.09

El conductismo y yo

Aprender, es fácil, cuando se trata de teoría, pero aprender sobre hábitos es mucho más duro. Tengo dificultades para una afinidad al conductismo, pero naturalmente éste insite en que quedemos como amigos repitiéndo aquella conducta amable. Bueno creo que se propuso demostrarme que de algún modo debería aceptar la realidad de que los hábitos son una parte importante en la vida de todos, y que hay que tener especial cuidado en cuántos y cómo los cultivamos, sean positivos o negativos. Todo empezó la semana pasada, tal vez antes, pero según los síntomas fue la semana pasada. Un dolor de cabeza, común hasta cuando uno se da cuenta que incrementa. Luego, el debiliamiento en las piernas, calor en las manos y sueño. Unos días antes, estaba comiendo el chifita de la esquina, con unos patas. También comí chupetes de maracuyá, pura pulpa porsiacaso. Unas cuantas bromas con agua. Escribir en el parque con el viento soplando. Sonreir a la luna a media noche en polo y pijama. Y como siempre tomar agua fría cuando hace calor. Ahora, el clima en esta época no ha sido el más adecuado, pues el sol y las nubes jugaban a las chapadas y no dejaban tranquilo a cualquier transeúnte en la región este de Lima.

Aquellos síntomas se hicieron cada vez más intensos y se declaró lo que se suele llamar comunmente "el resfriado". No quise hacer mas dificil mi recuperación y sin hacer caso al conductismo, decidí poner buena cara y sonreir a la enfermedad siéndole indiferente. Bueno, al parecer la treta conductismo-resfriado se había aliado contra mi para que aprenda de una buena vez la lección. Caí tendido en cama hasta pedir clemencia. No sólo me había afectado el organismo sino también la vida psíquica (para dejar en claro, una vez más que el ser humano es una dualidad psique-soma). Un dolor de cabeza acompañado con intensos y punzantes apretones que me hacían desear estrellarla con la pared para una vez por todas terminar con el dolor, saboteando la treta, pero nada fue útil, amaba mucho mi vida como para estrellarla contra la pared después de haberla cultivado durante 20 años. Era momento de decidir, hábitos saludables y cumplir horarios estructurados, recibiéndo recompensas por mi buen comportamiento además de una buena salud que nunca más me traiga siquiera a la memoria el recuerdo de este dolor, o desfallecer en un lecho oscuro y caliente con la cabeza estallando.

La decisión se hizo aparente (y fue mi cognición de aplicar el conductismo en mi vida, la que me salvo), se hizo realidad y tomé aquella pócima vegetal que permitió disminuir la tensión que apretaba las instancias de mi organismo y mi psique hacia el delirio. Sobreviví sólo para contar que los hábitos construidos a través del tiempo, nos darán lo que buscamos practicándolos. Salud, si estos se irigen a una vida dirigida al cuidado del organismo para su buen funcionamiento. Enfermedad, si nos importa mucho menos que si llegó le mensaje a la persona que nos gusta. Con esto llegó a la conclusión: Es mejor empezar tu camino hacía una nueva forma de pensar, antes que pensar tu camino hacía una nueva forma de vivir.

2.11.09

Piensa, luego actúa

Manuscrito, 02 de noviembre a las 2:00 am.

Sabía que tendría que llegar esta noche en algún momento de mi vida, sé que no es un buen momento para ponerse a escribir pero tengo que escribir sobre aquel asalto de idea que me vino esta madrugada. No sé si fue porque desde ya estuvo rondando en mi cabeza por mucho tiempo la idea de poder hacer un trabajo colectivo con gente de mi entorno. no sé si fue el hecho de haber estado enfermo dos días que me dio mucho tiempo para pensar de todo un poco y a la vez en nada. Pero lo que si sé es que me abordó esta idea como ninguna otra siendo tan clara y precisa que no quiero perder algún instante sin pensar en ellao en cómo poder llevarla a cabo. En fin, estaba en mi lecho de rehabilitación jugando con mis estados de conciencia vigil para no sentir el momento en que me quedo dormido pero me doy con la grata sorpresa que mis ideas empiezan a fluir y poco a poco el insomnio se apodera de esta noche de luna llena y me prmite tan sólo por un segundo conversar con mi yo interno (una vez más) pero esta vez noto algo extraño en este yo interno, no se parece a mi, mas bien llego a la conclusión que un maniaco se estaba apoderando de mi pensamiento y la fuga de ideas se hizo inminente (tuve un miedo terrible de estar perdiendo contacto con la realidad por el problema de tener una amplia vida intrapsíquica) pero intenté revertir este indicio de de manía o esquizofrenia en cualquiera de sus interpretaciones. Me permití, entonces, dejar fluir por un largo tiempo aquella voz incansable que me comentaba sobre tal proyecto, me decía (entre loq ue pude entender) que teníamos que empezar a juntar personas a la búsqueda de una sociedad mejor, al desarrollo de ideas claras, con propósito, que no caigan en sueños, pero que se manejen con esa sustancia onírica esperanzadora. Prefiero pensar, también, que fue una declaración intersomnica que me permitió aclarar mis ideas respecto a mi conducta prosocial enccubierta y creo que terminaré con este relato que nunca quise contarlo debido al grado de reservas que suelo tener respecto a mis decisiones, pero lo considero pertinente con el fin de promover en todo aquel que lo lea una razón por la cual su idea no caerá en saco roto si cree que actuando así podrá ayudar al desarrollo sostenible de una sociedad mejor.

Mis recuerdos se presentaron una vez más llevándome en un viaje al pasado hacía 2 años atrás y algo más, hice una firme promesa de hacer de mis 18 años un momento del cual no me olvidaría jamás, un mometno que me permita reconocer que tengo todas mis facultades para decidir por mi mismo de un modo muy racional, con cierto grado de emotividad para establecer el hito en mi vida. Era uno de los primeros en la fila y sentía que debería estar feliz pro la decisión tomada, iba a donar sangre, si tal vez pensarás ¿sólo eso? ¿para eso tanta bronca? pues si, para eso tanto preludio pues nunca imaginé que gracias a ese recuerdo esta idea pudiese generarse tán rápido. Unas semanas más tarde la señorita de la RENIEC me preguntaba la famosa pregunta que su mayoría las personas contestan negativamente. ¿Donación de órganos? Y dije si. Ella esbozó una sonrisa diminuta que la noté en corto tiempo. Hoy, y que por esa razón tuve esos recursos, leí en la prensa que la donación de órganos puede salvar hasta 16 vidas, y me sentí nuevamente feliz al pensar que perdiendo mi vida puedo salvar unas 16 aproximadamente. Ahora, esto me permite desarrollar la idea de formar grupos juveniles y de adultos que promuevan la donación de órganos, tal vez y como está muy de moda crear grupos en el Facebook y promoverlo al máximo, tal vez. Pero quiero llevar esta idea a más. quiero que todos podamos otorgar ese grano de arena para construir un grupo de apoyo al desarrollo social no sólo colectivo, sino también personal, si deseas a`prtar con tu profesión, si deseas aportar con manod e obra para llevar a cabo la idea de otros bajo la dirección y/o permiso de aquellos. El fin en sí mismo es, como ya les dije, cambiar la sociedad según nos propongamos trabajar y con lo que estemos dispuestos a entregar. Gracias por tu tiempo al leer este texto escrito de madrugada una noche de luna llena. Si deseas comunicarte u ofrecer tu apoyo, deja un comentario. XD

Gracias. Atentamente

zach.

1.11.09

Hipócrates y Morfeo

Después de experimentar el calor y sensación de quemarme por dentro debido a los medicamentos consumidos, propuse firmemente en mi ley conductual nunca más volver a enfermerarme, claro que fui infiel a esa promesa y una vez más hace dos días caí rendido a los pies de Hipócrates pidiéndole clemencia para que no me hiciera daño en recompensa a mi mala relación con el ambiente que me acoge y al clima inclemente que se le ocurre sonreir y llorar el mismo día. Hipócrates decidió dejar la decisión en sus amigos que tanto como él buscan el bienestar de quienes se limitan a pedir su ayuda y ofrecer su cuerpo en sacrificio para que hagan con él lo que deseen, lo bueno en estos términos es que ellos tienen un juramento moral que les impedirá hacer uso indebido, según lo consideren, de aquellos cuerpos patógenados.

La decisión la hice en minutos, era seguir una dosis de 7 días incluidos malestares cada vez menores o dejar que una aguja ingrese en mi organizmo permita conducir un líquido (hasta me atrevería a escrbir pócima) que poco a poco se iba a expandir entre mis células produciendo un arrebato de segregaciones, activaciones de centros bioenergéticos, rupturas microscópicas de virus(es, jajaja), y el conflicto microcelular en mi organismo que cada vez pierde sus motivos para defenderse. El líquido curativo, empieza su labor y reconozco que mi cuerpo lo reconoce y se deja llevar por su ritmo desacompasado de inducciones a que éste empiece a defenderse de aquel cruel microorganismo adquirido unas semanas antes.

La temperatura empieza a aumentar en mi cuerpo, pero esta vez parece que es diferente, parece ser la última, siento mis poros abrirse y dejar salir el sudor, aquel calor interno. Me quedo pensando en otras cosas pendientes y siento que los ojos se me cierran en una caida incontrolable hacia mi cama que me espera con las sábanas abiertas y la frazada elevada un metro sobre ella para cubrirme una vez que halla estado bien acurrucucado. Caigo a los pies de Morfeo y le pido un sueño que me permita olvidar el sufrimiento de convivir con un virus, me lo concede de puro altruismo.

Siento que escucho un sonido celestial a lo lejos, muy lejos, ese sonido que tu sabes que es celestial, también contenía violines, chelos, guitarras, violas, ah! y también los vientos como trompetas, flautas, trombones, zampoñas... en medio de toda esa música profunda, música del alma, sentí que unos ángeles venían a cogerme por los brazos y me llevaban consigo a volar, volar para olvidar los sufrimientos, llevarme a sentir cómo son las nubes, en realidad, el sueño infantil me hizo olvidar el dolor, también visitamos los lugares del mundo y poco a poco fuí reconociendo el sonido en a mi espalda de aquella sinfónica que nos seguía.

Lo último que recuerdo es que caía, caía raudamente, caía muy directo hacía el lugar donde me encontraron aquellos seres alados y virtuosos, caía a mi cama, mis brazos se elevaban debido a la fuerza de empuje tanto como mis piernas y sentía el viento en mi espalda, y caí. En aquel momento, acurrucado sobre mi cama, con las sabanas cubriéndome y el sol en mi rostro, la enfermedad me había dejado y sentía aún en mi memoría que la música estaba detrás de mi. Sabía que no estaba.

31.10.09

What if you

Enfrentar un momento de soledad, sonreir a pesar de estar en silencio con un pensamiento triste guardado profundamente en el corazón. Sentir que el mundo puede ser mejor o tanto como no. Cada nota de la música conlleva a pensar que la frase no tiene nada de especial pero aún así es buena.

CowParade

Hace poco me enteré que viene al Perú el COWPARADE, una propuesta de arte que recorre el mundo visitando ciudades... Aquí algunas fotos...

29.10.09

Cronos y spatium

El sol estaba radiante aunque ya era el ocaso, las sombras se alejaban del mar mientras éste iba y venía llamando a sus victimas potenciales. Al otro lado de Lima, la noche cubre gran parte de la ciudad poco a poco. En la Av. Abancay los carros y combis en tráfico insesante pues ya se acerca año nuevo. En otro punto de Lima, las discotecas abren sus puertas y un público febril, efervecente de emociones y juvenil se agolpa por entrar. En una comunidad alejada, una pareja discute golpeándose el uno al otro y gritándo procacidades que conllevan a dejar huellas en la piel de la más débil. Todo ento en un continuum del tiempo y espacio, paisajes que nos permiten reflexionar en la pacifidad del ambiente en medio del río y los árboles, mientras tanto otro paisaje pinta deslucidos cuadros de tristeza y pobreza no sólo económica sino de alma. Situaciones que sólo pueden controlarse con el uso de la razón, que ya de por sí queda en segundo plano una vez que se consume sustancias súbitamente placenteras y el paso a la emoción artificial se lleva a cabo una vez más.

Es aquella dualidad en la que solemos compartir nuestras vivencias, son situaciones que conllevan a decidir entre sólo dos cosas en medio de un sinfin de posiblidades, es la simplicidad de lo compleja que es la vida siendo esta idea también una dualidad, cada acción, cada actitud, cada emoción, cada decisición sólo nos llevara a valorar la situación como buena o mala. Es eso, nuestro mundo dual, un mundo que nos trae realidad, pero que sólo es posible conocerla a través de nuestras abstracciones. En estas ciscuntancias se comprende entonces, el desarrollo de la vida en el cronos y el spatium del respirar, del vivir.


25.10.09

Lo demás, es (y sigue siendo) historia

Historia, un grupo de cuentos con un sentido lógico, muchas veces llegan a ser relatos reales, otros que con el tiempo llegaron a ser creídos reales, una suceción que se confunden entre la causalida de un evento y éste de lo que conllevó. La historia, como parte de nuestras vidas, nos da identidad, nos permite conocer qué fue de las personas que nos precedieron en el afán de vivir en el territorio que vivímos y que queramos o no dejaron una herencia, un regalo para nosotros que pudo haber sido alguno bueno, u otro malo, pero al fin es regalo y tenemos que hacer algo con aquello. Al pensar en esto también imaginaba en cuantas veces se "repite la historia" con aquellos que en nuestra generación no sabemos tomar las decisiones que de una vez por todas se puedan romper aquellas creencias, conductas y emociones adquiridas de nuestros antepasados.

Cuando tenía unos 6 o 7 años tuve la oportunidad de visitar a mi abuelo de parte de mi madre, antes ya lo había visto, incluso había interactuado con él, pero no como en esa oportunidad. Lo conocí muy poco tiempo, pero no puedo decir que no aprendí nada de él. Era un hombre alto, de tez blanca cabellos grises y blancos y solía utilizar pantalón, camisa y chompa. Caminaba cabizbajo, no porque quisiera, sino por un tumor en la nuca que le había causado problemas de salud desde mucho tiempo antes que naciera, en una oportunidad apresuró mi nacimiento dado que mi madre estaba pendiente de mi abuelo cuando aún tenía 8 meses de embarazo, pero creo que ocurrió por algo dado que se conjugaron muchos factores y no sólo ese, para mi nacimiento en Abril. Tenía una mirada muy acusiosa, algunas personas que lo conocieron más me dicen que tengo ese rasgo muy parecido a él. Era una persona muy leída pero con un temperamento dificil de controlar. Al atardecer de su vida, sonreía firmemente esperanzado en el futuro, con alguna mira difusa al pie de su lecho. Murió aquejado por Alzheimer y Parkinson.

Recuerdo aquel momento muy lucidamente, pero como un espasmo en el tiempo por la duración que me permite la memoria. Estaba en la sierra, en Huancayo, en un pueblo alejado de la ciudad a unos 5 o 10 minutos en carro. El sol estaba muy radiante, con un cielo muy celeste de fondo y unas nubes de lluvia en el horizonte. Yo le preguntaba: ¿A qué hora va a llover? Él me respondía: Espera un tiempo, tal vez las nubes no vengan hacia acá, están muy lejos todavía. Yo, que medía muy poco y lo veía como a una persona muy muy alta, me quedé parado observando el cielo, esperando a que las nubes se acerquen lo más pronto posible. Ocurrió. Llovió.

Puedo observarlo en otros espasmos en el tiempo. Me contaron que el era muy reflexivo y que le gustaba hacer las cosas como deberían hacerse, tal vez un poco obsesivo. Pero reconozco que hay muchas cosas por saldar con el pasado, no sobre nuestra vida, sino sobre el legado que obtuvimos de quienes nos precedieron. Gracias, por el regalo abuelo.

21.10.09

XD

Felicidad, eso es lo que tú me das
Felicidad, cada mañana al despertar...

Estaba feliz, pero era una felicidad extraña, una felicidad con vacío. Me parecía aún más extraño escuchar esta canción reagge en una combi que va de Chosica a Lima, pero bueno, yo sabía que éste no iba a ser un día tan normal como lo que algún día espero vivir (a todos los suelo considerar únicos, algunos más importantes pero siempre únicos). Empezaba a sentir una comezón en la nariz, además las yemas de mis dedos estaban adormecidas y pensaba en el porqué de mi felicidad extraña. Empecé a recordar una vez más.

Ocurrió hace poco, en la universidad, o tal vez cerca a ella. Era de noche según mi memoria me ayuda, me encontraba en una presentación al aire libre por motivo de la Semana Jubilar de la Facultad a la que pertenezco, en esa presentación puedo observar muchas personas sonriendo por cada parte del programa presentada con gracia y alegría por las circuntancias de celebración. El momento se presta para la emoción y la vivencia de vehemencias entre música, aplausos, risas, bromas... Y todo este recuerdo me trae de nuevo a la realidad y pienso en cómo nos podemos adaptar a la circunstancia y reflejar la emoción para que otras personas también la experimenten. Comunicamos más que palabras, comunicamos emociones, una de ellas la felicidad. Regreso una vez más y veo a alguien a mi lado, usa gorro y chalina blanca para el frío, aquella persona sonríe y sonrío con ella. Aquella imagen me devuelve una vez más a la realidad y me doy cuenta que estoy esbozando una sonrisa sutil que se ilumina con el sol que cruza la ventana y me da calor, y pienso en la agradable coincidencia.

Ahora, una vez más me propongo pensar en la felicidad y recuerdo en la frase de Lincoln, que vi en una película, que decía así: todos los hombres son creados iguales y están dotados por su Creador con ciertos derechos inalienables, entre estos la Vida, la Libertad y la búsqueda de la Felicidad... y por supuesto que nuestros derechos son esos, entre los principales, pero lo que me agrada es que resalta el hecho de la búsqueda de la felicidad, no es que tenemos el derecho de ser felices, sino que tenemos el derecho de buscar, un derecho activo a diferencia de los anteriores.

Repasando el momento de la presentación, recuerdo un momento de felicidad en el cual aprendí a buscarla, el momento de las burbujas, cual niño me quedaba con la boca abierta viendo cómo es que flotaban las burbujas en el aire y se acercaban para luego levantar mis brazos y reventarlas una a una en un proceso regresivo que me trajo felicidad de poder explorar mis emociones mientras dejaba liberar la ansiedad.

18.10.09

Sombras en el tiempo

El privilegio, o desdicha, de enterarme la cosas al último (ahora, el término cosas refiere mucha ambigüedad y en efecto, creo que es el que estuve buscando dado que no encuentro otra definición posible para lo que sucedió). No sé quién, ni cómo, pero lo que si sé fue lo que conllevó ese hecho y a grandes rasgos puedo suponer en qué consistió aquel. En fin. Fue raro, y a la vez esperado, que ocurriera algo así. Empezó hace unos años atrás, cómo suele ocurrir casi siempre cuando uno se entera a deshora. Fue claro que tomé otro camino, fue claro que tomé mi distancia, fue claro que no quería hablar del tema, pero ¿acaso fue claro que dejé de pensar y sentir lo solía pensar y sentir?... tal vez. La gente cambia, la gente por cada interacción que tiene cambia uno que otro esquema que no estaba muy claro, pero ¿eso determina lo que debe o no debe hacer? Me parece que no.

Ahora comprendo por qué reaccionabas así. Ahora todo parece encajar como debió encajar hace dos años en mi mente, pero, no encajó. Tal vez en tu caso si. Todo lo que te habían dicho pàrecía perfecto, exacto, razonable y posible. No juzgo, me imagino porqué no preguntaste, porqué no te cercioraste, al parecer estaba todo claro. Mi actitud lo decía todo. Como me dijo alguién muy cercana a tí y a mi: Las cosas suceden por algo. Y estoy de acuerdo con eso, de algún modo lo estoy. Tal vez sino hubiera sido así no hubieramos conseguido lo que cada quien tiene, y que buscamos tenerlo, además no creo que nos arrepintamos de tener lo que tenemos, en efecto, estamos felices en poder construir lo que queremos tener. No puedo desearte cosas agradables pues aún no sé si para ti lo serán, no puedo desearte cosas desagradables pues no las deseo para tí. Sólo espero (por ahora) poder encontrarnos algún día, conversar y recordar, por el simple hecho de recordar y delimitar al pasado lo que hacemos ahora. Disfruta lo que haces. Vive el día al máximo, te aprecio mucho.

15.10.09

Jueves en octubre...mmm

Jueves, en octubre... ¿qué más puedo pedir? No el domingo, porque es cuando hay más tiempo y no se hace nada. El lunes tampoco pues cuando todo lo que no se hizo el domingo se debe hacer además de trabajar. El martes, ni modo, es martes. El miércoles, puede ser un buen día pero definitivamente es el día en que se trabaja más... y llego al jueves, un día genial. Único. Perfecto para pensar, escribir, hacer tareas, cocinar, para hacer lo que más te guste hacer. Sin embargo, hay un pequeño detalle que incomoda el perfecto día jueves en octubre: El sonar del martillo del vecino que, sin querer, le gusta martillar su pared para colgar cuadros, cada jueves. Genial, perfecto día arruinado por una "perfecta" actividad del "perfecto" vecino que "perfecciona" la ruina de este día.

Dado que ya no hay escapatoria, decido arruinar de una vez este día, yendo a Santa Anita de shopping. Si, porque los varones también pueden ir de shopping, entonces sería una ruína completa el hecho de ir de shopping a Santa Anita, no a Lima, no al sur, no al norte, sólo a Santa Anita y se acabó la discusión. Salgo de casa para no arrepentirme de la decisión mientras no llega a mi razón. Tomo la primera combi que consigo subir al cruzar la pista. Una vez a dentro, me arrepiento pero ya es demasiado tarde para decidir bajarme.

El camino se hizo corto a pesar del tráfico. Intente imaginar en cosas agradables, al fin y al cabo el día arruinado se completaba con el esmog, con los cláxones, con los gritos de los cobradores, con los vendedores cantantes que suben a la combi. Lo admito, considero que son difíciles de soportar, a diferencia de lo que puedan estar pasando con sus vidas, tal vez sea por eso que aún guardo mis impulsos en lo profundo del ello (psicoanálisis) y sigo pensando en cosas agradables hasta llegar a mi destino: el óvalo de Santa Anita. Bajo de la combi, felizmente no era asesina, y puedo observar las tiendas en apertura y la gente yendo de un lado a otro. No conozco algún lugar que me guste, así que decido ir a la tienda más grande que veo cerca, si, exacto cruzando la pista, esa tienda amarilla.

Entro, miro al rededor y camino, tanto cómo el tiempo puede cargarme en sus hombros. Doy un respiro y sigo caminando, viendo cada sección, revisando cosas interesante y escuchando música en la radio juvenil que ponen de fondo. El momento una vez más parece perfecto, pero me percato que aquella tienda grande está en remodelación y que han cercado una gran parte de ella, aminorando los productos en stock y limitando las áreas de expedición. Descubro una vez mas que el jueves en octubre no es perfecto y que lo más sabio de mi parte es ir a la sección lácteos para disminuir mi asiedad tomándome un yogurt, medianamente frío y refrescante. Consigo llegar y en cuanto veo la botella brillando en el centro del estante frío la cojo y huyo del mundo para poder calmar la ansiedad de desengañarme que el jueves no es un día perfecto, sino un dia normal, en el cual puedes hacer lo que más te gusta.

14.10.09

Inconsistencias... en mi sillón, en la sala.

Es interesante pensar en lo que ocurre con uno mismo. Y a las 4:00 am es mucho más importante dado que el análisis tiene su tiempo exacto. A esto se le incrementa el deseo irresistible de escribir, pero se limita en la claridad de luz que ocupa el recinto. El ambiente se llena de una brisa suave y serena que naturalmente avisa que es de madrugada y que es preciso abrigarse cuanto antes sea posible. Aquella brisa se posa sobre mi nariz y la enfría, dejándome oler un aroma que se interna en el camino a mi cerebro. Me siento en el sillón de mi sala, oscura vacía, y empiezo a pensar (una vez más). Recuerdo algún campamento cuando quedé en vigilia. Recuerdo los viajes durante la noche hacia el interior del país. Recuerdo el viaje a Brasil, hace unos 5 años aproximadamente (aún no puedo creer que haya pasado tanto tiempo). Me imagino en la silla de un bus mirando por la ventana el paisaje avanzando junto a la velocidad, cambiando a cada segundo. Regreso a la realidad y continúo estando en mi sala, en el sillón, pensando.

A raiz de recordar los viajes que hice, recuerdo lo que conllevó haber viajado, los lugares donde estuve, lo que hice donde estuve, lo que pensé cuando estuve allí. Recuerdo en Salta, Argentina, llegando a un hotel para pasar la noche en ese lugar y al día siguiente partir. Recuerdo una vez más que aproveché para sentarme en la sala de estar de aquel hotel, a mi lado alguien a quien aprecio, y eché un vistazo por la ventana al paisaje de luces que ofrecía la ciudad y sentí la brisa lejana que venía hacia mi cruzando la ventana de madera abierta de par. Aquel recuerdo de la brisa una vez más me trae a la realidad y regreso a mi sala, en el sillón, pensando

El hecho de pensar en Argentina me trae al presente el recuerdo de las personas que están lejos de mi, de mi amiga en USA, de R, cuando solíamos conversar, jugar, vagar y caminar, caminar y reir. La extraño y pienso otra vez, en mi sillón, en la sala. También recuerdo a M, otra amiga que conocí cuando éramos niños y jugabamos cualquier invento que la imaginación nos permitía pensar. Recuerdo a S, con quien compartimos la secundaria y recuerdo sus abstracciones y análisis de la realidad peruana y de la sociedad que vivíamos. Recuerdo a alguien con quien pasé poco tiempo y que lo conocí más en historias de generación, mi abuelo, él está lejos, muy lejos. Recapacito una vez más en mi sillón, en la sala, el recinto oscuro con una ventana amplia que deja entrar algo de luz del amanecer azul.

Pienso en el tiempo, en lo que puede estar ocurriendo al mismo tiempo en muchos lugares que visité, imagino qué debe estar ocurriendo y esbozo una sonrisa y un lágrima fluye en mi interior. Pienso en los momentos, en las ciscunstancias, en las acciones, en las decisiones, en el tiempo de vida, en el privilegio de vivir y sentir el mundo. Sentimientos encontrados que me devuelven una vez más a la realidad que me hace consciente de que estoy dormido en mi sillón, en la sala.

Marcia no se despidió

Los rayos solares una vez mas asoman y sonríen en este cielo traidor. El tiempo de primavera de vez en cuando se acuerda de volver y se olvida de ir, parece que todo cambiará con la estación a cuestas. En todo este mundo mutante, voluble e inestable se encuentra Marcia, una vez más, sonriendo y jugando con las emociones y las expresiones de la naturaleza. En un afán por encontrarla busco un lugar pacífico, un parque. Pero reconozco que no llegará. Por el contrario, está de viaje. Está en el viento, volando hacia otro lugar. Está en el agua navegando al oeste. Está en la tierra sacudiéndose y bailando. Está en el fuego, toda ella, mística y sorprendente.

Recuerdo el sonido de su voz, recuerdo que la soñe, recuerdo que estuvo frente a mi y no se despidió. Fue una última vez sin querer. Fue y no volverá hasta el siguiente año. El sonido del río, junto con el crugir de las piedras empujadas en su ímpetu, el silbido del viento entre las verdes hojas de los árboles, el susurro del viento sobre los pastizales, muy pronto vendrán y dirán que Marcia, volverá cuando ellos se hayan ido, a la sexta luna después de su partida. Cada sombra que se dibuja sobre el suelo me permiten seguir el rastro de aquella que se fue sin despedir. Sombras que se muestran durante el día y que me hacen caminar en circulos.

Día a día Marcia se aleja más. No es porque esté huyendo sino porque va junto con la tierra, va junto con el sol, va junto con la luna, si aquella que cuenta historias y que sonrie al mar cada noche que no hay niebla. Hasta hoy llego a ver el rastro que dejó, mañana ya no será más y las sombras serán una señal de que se fue, se fue y no se despidió.

12.10.09

Rompecabezas por armar...

Escribir y dejarlo inconcluso. ¡Qué dolor!... la inspiración e imaginación tan cortas, disminuidas a falta de ejecicio, una obra que pudo haber sido agradable, bien escrita, sintácticamente apreciable, ordenada, y sin subterfugios que alborotan el pensamiento tratando de desentrelazarlos. A veces el momento no puede ser el correcto y por aquella ansiedad de liberar estrés, empiezo a escribir sabiendo que puede ser poco tiempo, sabiendo que no podré terminar. ¿Acaso estoy demasiado estresado? ¿Acaso es un pretexto de procrastinación? ¿Acaso tengo que hacer lo que debo hacer sin opción a reclamo? y dado que sé que el reclamo muchas veces puede caer en mal lugar, definitivamente no lo hago y se aprisiona todo en mi inconsciente. Luego todo cambia de motivación y busco posponer lo imposponible. La respuesta que necesito la tengo en mente, no la escucho, porque me niego a aceptarla. Puedo intentar rebuscar alguna otra pero aquella siempre estará presente. Negando me desgasto y envejezco.

Hoy estuve pensando en ponerme en orden, como suelo hacerlo cada que empiezo el bimestre o trimestre según el ciclo de proyectos que me proponga. En estos días acabó un proyecto, es hora de cambiar ¿verdad? el problema incial es que se ha cruzado con otro que inició en la mitad del primero, esto implica que tengo que continuar esta rutina hasta que termine el siguiente que según como ha ido el año, no terminará hasta que inicie otro. Y hasta eso habré escrito muchos textos incompletos y habré tenido que completar algunos a la fuerza o simplemente en un arranque de emoción haber escrito dos o tres artículos en continuo. Esos momentos son geniales. Pero, son esporádicos y suelen ocurrir después de una agran emoción previa cuando salgo, recurre en las noches de insomnio, y en las que no, bueno pues las transforman en noches de insomnio también. Otras oportunidades, no soporto más y duermo esperando que en el agún momento mi memoria episódica aunada a la memoria espacial me den un apoyo en recordar y ampliar la idea para luego escribirla en papel. En resúmen, algún día según la memoria e imaginación me propondré terminar lo inconcluso, ojalá no sea demasiado tarde.