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11.7.10

Historias

Me gusta leer. No siempre fue así. Recuerdo cuando aprendía más por imágenes, esto se convirtió en un problema cuando el tema a estudiar trataba sobre cosas subjetivas, no había imágenes. Después del colegio, decidí estudiar psicología. Tal vez por alguna extraña necesidad muy interna de querer leer. No lo sé.

Me gusta escribir historias. No siempre fue así. Recuerdo cuando hacía planas, esto se convirtió en un problema cuando las frases a escribir empezaban con un "no debo...". Después del colegio, decidí escribir lo que se me pegue la gana. Tal vez por alguna extraña necesidad muy interna de querer escribir. No lo sé.

Me gusta escuchar historias. Desde siempre fue así. Recuerdo cuando mi madre me leía historias. Después de escucharlas las imaginaba con detalles. Tal vez por alguna extraña necesidad muy interna de querer imaginar. No lo sé.

Me gusta contar historias. Desde siempre fue así. Recuerdo cuando mi familia me escuchaba contar mis historias aún sabiendo que no eran ciertas. Después a mi me gustó escucharme, intentando mejorar la historia, cada vez que la escuchaba y la volvía escuchar. Tal vez por alguna extraña necesidad muy interna de querer contar historias. No lo sé.

Leí a Julio Verne, me imaginé el recorrido de Lidenbrock en su viaje al centro de la tierra. Leí a Abraham Valdelomar, me imaginé cómo el Caballero Carmelo peleaba. Leí a Cesar Vallejo, lo imaginé en Paris en aguacero. Leí a Homero, imaginé a Odiseo en Ítaca. Leí a Ciro Alegría, imaginé a los perros hambrientos en Cajamarca. Leí a Cervantes, imaginé a Dulcinea del Toboso. Leí a Alonso Cueto, imaginé la búsqueda de Miriam por parte de Adrián. Leí a muchos y pocos, imagine tanto y tan poco. También escuche, Escuché mucho a Francois Vallaeys, también a historias del pasado dictadas por poseedores de canas. Me encanta pensar en cómo describir aquellos sentimientos encontrados que nos afectan tanto en alguna circunstancias de nuestras vidas. El poder de conferir a unas palabras el peso de las emociones. Me encanta pensar que las historias son síntomas del deseo de darse a conocer. Nada que ver con un histrionismo, ni narcisismo, sólo con la necesidad de saberse existentes. Eso es un privilegio invaluable. Tanto como el de ser dueño de nuestras expresiones naturales. El arte. Ya lo sé.

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