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8.7.09

Marcia: respiro del universo

Hacía tiempo que no conversaba tanto con alguien, hacía mucho tiempo... esto de estar ocupado entre el trabajo y los estudios te lleva a pensar que tu vida es la de un robot y que Asimov tenía razón al decir que las tres leyes de la robótica impiden la autodestrucción y la intencionalidad de destrucción, o algo parecido. Me sentí ser humano después de tanto tiempo, sentí que podía sentir, reír y llorar. Es extraño reconocer eso dado que es muy probable que haya sufrido de distímia en mi estado autómata mientras realizaba mis actividades académicas y laborales.

La conversación empezó con un dolor de espalda. Fue por estar tanto tiempo al frente de la computadora dizque haciendo parte del trabajo de investigación y por resultado natural de la contracción muscular me empezó a doler la espalda y decidí salir a caminar un momento y pensar. Me alisté imaginando cómo estaría el clima afuera y cuál sería la ropa adecuada para poder usar y dar a entender al mundo que estoy saliendo a pasear "sólo porque sí".

Me puse de pie y sentí un estirón en la parte lumbar de mi espalda, mis músculos me lo agradecieron y yo simplemente respiré y sonreí. Cogí mi buzo de algodón y mi polo de mangas largas de algodón también, me puse sandalias y salí en cuánto fue posible tener esas ansias de respirar aire de calle (que por cierto es más lozano y frío que el aire doméstico).

Busqué un camino de piedras, para poder sentirlas en la suela de las sandalias, para volver a sentir con los cinco sentidos el mundo que me rodea, y encontré una banca al lado del camino de piedras, me senté en ella y sonreí a la vida con mis ojos, el mundo otra vez me decía que estaba vivo y yo quería vivir con él en este trajín de ritmos sincopados y deliciosos como el del corazón, amé vivir tanto como amo a Ella. El viento se dio cuenta de la ilusión sensitiva que me acogía y quizo participar también del mundo subjetivo en el cual estaba desenvolviendo mis sentidos, sopló suavemente sobre las hojas que caídas del árbol se recogían y desordenaban al vaivén del intruso.

En medio de aquella conexión con la naturaleza, escuche una voz al otro lado del mundo que se hacía cada vez más clara, era una bella adolescente que vestía de negro (para variar) y que quería sentarse a mi lado para realizar la misma conexión con su mundo interior. Me pareció extraño que me lo pidiera, ella podía haberse sentado a mi lado sin que me diera cuenta y haberse ido antes de percatarme sobre su presencia, estoy seguro que se hubiera ido antes dado que tengo mucha paciencia para este tipo de conexiones y ella parecía ser muy concreta en lo que pensaba, y en lo que hablaba. En fin, acepté que se sentara a mi lado y fue entonces cuando empezó a conversar sobre sus percepciones del mundo a través del arte, me dejó absorto. No podía creer ese convencimiento de palabras, dado que la había juzgado por su apariencia, yo me tragué los prejuicios y sólo podía escucharla y afirmar y aclarar uno que otro argumento que ella me mostraba con tanta sencillez lingüística, fue muy gratificante, mi intelecto y pensamiento se lo agradecieron.

Pudimos aclarar algunas ideas sobre la vida y concepción de algunos pensadores sobre esta, sin embargo, me parecía muy extraño poder conversar con una niña de 16 años vestida de negro y muy analítica, no me lo creía, parecía regurjitar mis prejuicios en torno a ella. Marcia, así se llamaba (bueno, así me dijo que se llamaba), es naturalista, y muy vegetariana (aunque no lo parezca, rayosss... tendré que lidiar mucho con mis prejuicios), estudia diseño gráfico y por poco llego a imaginar que sería un deja vu de mi hija... no me lo creo, pero tengo la esperaza utópica de que lo sea. En media conversación me di cuenta que había dejado de soñar en la naturaleza y que estaba en una discusión amena con una adolescente que tenía muy claro lo que quería para su vida era inteligente y astuta. Agradecí al universo de poder conocerla y de compartir un poco de nuestras ideas y proseguir con nuestras vidas el uno del otro esperando al destino encontrarnos en otra oportunidad en el tiempo y sonreír al pasado diciendo que la vida te presenta muchas oportunidades para verla con optimismo y esperanza (no utópica) sobre todas las metas trazadas.
zach.
un día de la primera semana de julio del 2009

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