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10.4.11

Solo...

Llegó el momento, no puedo negarme más. Estoy oculto, estoy en mi fuero interno, guardando sombras que no deseo que estén acá, buscando luces que no me alumbran cuanto deseo. Tristeza, a eso se reduce, muchas situaciones acaecieron, imcomprensibles, incontenibles, inprocrastinables. Fui yo quien lo inició y no puedo aceptar que me lastimo negándolo. Intento continuar, no puedo ya, tal vez no sea lo suficientemente tolerante, tal vez mi orgullo no desee hacerme consciente de lo que hice. Sé que estás ahí leyendome, sé que puedo escribir para tí pero me siento incapaz. No tengo razones para explicarlo, sólo no puedo escribir ahora para tí. Aún así tengo ganas de escribir y si lo llegas a leer entenderás que no busco compasión, no busco perdón, sólo busco entender, algo que siempre quise hacer respecto a mi, entender qué me pasa, qué hago para seguir negándome y por qué.

¿De dónde vienes? 

Aquella pregunta se mantuvo en aire unos minutos y nos llegó como queriéndonos acuchillar. Éramos unos chiquillos que recién empezábamos la secundaria y ya teníamos miedos existenciales albergados en lo profundo de nuestros olvidos voluntarios, aquellos que no se olvidan por completos, sólo se desvanecen por ratos para dejarnos vivir un momento feliz y luego quitarnos el sustento de saber qué decir o hacer, sólo convertirnos en errantes pensativos. Vengo de un átomo le dije, muy concreto aún, el profesor me miró con aires de preocupación y me preguntó ¿Estás seguro? Con eso morí, y tuve ánimos sólo de respirar para regresar a mi asiento.

¿Quién eres?

Sólo duró algunos segundos preguntándome con sus ojos abiertos, amplios aunque alargados, luego sonrió como aceptando nuestros miedos y dijo: No pienses en eso de nuevo, puede que no encuentres la respuesta que esperas. Había una vez una gaviota que quiso volar muy lejos, se llamaba Juan Salvador. Y sólo pudo conocer quién era hasta cuando estuvo sólo, cuando buscó dentro de sí la energía para ser quien quería ser, y hacer lo que soñó siempre hacer, volar. Tal vez debas no debas mirar afuera, tal vez debas intentar viendo dentro de tí.

¿A dónde vas?

Me rodeó con la mirada y susurró: No vayas a estar dando vueltas en círculos, haciendo lo mismo una y otra vez y luego te niegas y admites que nunca pasó y vuelves a caminar el mismo camino. Recordar no es malo, vivir lo que recuerdas te hace olvidar el presente, eso si es malo. Fíjate un objetivo, y percibelo como próximo luego búscalo. Eso es, tienes que buscarlo pues no todo está donde quieres que esté. ¿Dónde quieres estar tú?

Luego se fue como desaparecen los deja vu, olvidándose lo que me dijo, dejándome el legado de la intriga y la estupefacción continua. Caminaba con tranquilidad y sin preocupaciones pues lo opuesto me lo había dejado encargado. La imagen de sus cabellos blancos y su piel arrugada aún permanecen en mi memoria como cuando una canción de cuna deviene en una remembranza cuando el silencio inunda nuestras almas. Luego sólo pensé: ¿Quién soy? Soy quien deseo ser o ¿seré quien los demás quieren que sea? De ninguna manera, todavía puedo elegir.

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