Mamá está de viaje, visitando a mi abuela, acompañándole y apoyándole en sus quehaceres. Viaja cada cierto tiempo y regresa muchas veces con muchas noticias sobre su visita. Durante la escuela, el colegio y la universidad pensaba que siempre me podría dar tiempo para acompañarle en el viaje para visitar Huancayo, pues ahí nací, ahí vive mi abuela, ahí están los recuerdos de mis ancestros e historias muy interesantes que no escuché cuando niño pues ya vivía en Lima y el tiempo en el que llegaba de visita no era tan largo o suficiente. El viaje de mi mamá, nos dejó con el privilegio de acompañarnos mi padre y yo.
Me lleva muchos años y tiene algunas canas ya pintadas sobre sus sienes. Yo nací a fines de su carrera profesional y sus ánimos de vivir se fortalecieron para enseñarme sobre la vida desde cero, me pongo en su lugar muchas veces y sé que sus convicciones y expectativas sobre mi desarrollo fueron cambiando conforme me conocía, conforme aprendía a ser padre y yo a ser hijo. Ahora tengo veintidós años y ya terminé la universidad, estoy en el camino de insertarme en el mercado laboral, mientras tanto apoyo y aprendo las ritunas de casa. Hace unos días atrás decidímos ir de paseo a Chosica, a realizar algunos trámites bancarios y conversar sobre algunos planes que tengo para mi futuro.
Durante el viaje no conversábamos mucho, algo que no cultivamos mucho durante mi adolescencia y que en muchas oportundiades nos causó algunas discusiones, sin embargo pudimos hacerle frente mientras yo maduraba y el comprendía que ya no podía tratarme igual que como me trataba algunos años atrás. En muchas oportunidades sus frases siempre fueron cortas pero que contenían en ella muchas recomendaciones implícitas luego culminaba con "tu eres inteligente" como dejándome tarea de comprender y desentrelazar sus frases, lo admiro cuando me explica palabras nuevas en mi vocabulario y que el las usa normalmente en sus conversaciones, me dijo que tuvo un gusto por la lectura diaria desde pequeño "y esas eran lectura buenas, no como las de ahora" lo complementa. Nuestras discusiones en mi adolescencia, se debieron mucho a mis fluctuantes cambios en mis preferencias, creo que era el hecho de querer parecer mayor o de aparentar el deseo de libertad, él por su parte en algunas circunstancias se negaba a aceptar que yo estaba creciendo, que pensaba diferente, otras veces me tenía paciencia y yo aprendía mucho de su silencio. Aquel día llegamos a Chosica, entró al banco, le esperé y al salir decidimos caminar mientras me preguntaba sobre las opciones de trabajo de las que estaba esperando respuesta. Caminamos unas pocas cuadras, y comimos helado. Conversamos sobre política, sobre la familia, sobre mi sobrino que se queda con él las tardes en la semana. Y ya casi regresando a casa, en el carro, le pregunté sobre cómo era el Perú en los años cincuenta, durante su niñez.
Pensó y recordó, me dijo que lo gobernaba Odría quien había dado un golpe de estado pues el presidente anterior había hecho malos manejos. Sus palabra me hicieron acordar aquella novela que estoy reescribiendo y que él no sabe de su existencia, y espero que no sospeche hasta que esté lsita para publicarse, así que indague un poco más. Conversamos también sobre la música de entonces, "no escuchábamos mucha música, salvo en los compromiso que tu abuelo iba y nos llevaba, luego el tiempo lo dedicábamos a jugar" me respondió. Recordé algunos recortes de periódico que conserva en su baúl donde se le ve posando como arquero de un equipo de mayores, me asombré la primera vez que vi aquellas noticias en sepia. En casa, me contaba historias de sus partidos, creo que siempre quiso que le siguiera los pasos, sin embargo tuve preferencia por otros deportes qué por cierto él también me los enseñó. Basket, ping pong, natación, entre otros. Al regresar a casa nos pusimos a ver deporte, un tema en común uno de los pocos. A veces cuando conversamos de tecnologías o de psicología sólo me escucha y asiente, o cuando conversamos de las películas mejicanas o de algunas series westerns de hace algunas décadas me toca sólo escucharle, pero creo que con el tiempo hemos aprendido a comprendernos. Siento que estos días de compartir labores de casa y conversaciones de muchos temas que antes no conversábamos nos han llevado a valorar más nuestra relación padre-hijo, y esto es un gran privilegio.
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