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20.2.11

Soledad

Nadie quiere estar solo. Pero a veces es necesario disfrutar de la soledad.

Recuerdo aún aquella clase de lingüistica y literatura que iniciaba con todo ser humano es gregario por naturaleza. Pero... ¿qué es ser gregario? Mi memoria me cuentan toda la travesía que continuaba a esa frase, un espectáculo de recuerdos y frases épicas que causaban interés en los que estábamos en la fila de adelante. Los de las filas de atrás aún seguían escribiendo en papeles sus conversaciones secretas que el profesor observaba de soslayo aquellos vehículos de información confidencial que sería tema de interés durante la semana. Me consideraba una persona interesada en esos temas pues me intrigaba, también de soslayo, saber el contenido de las cartas, pero más pesaba el interés de conocer los avatares de la literatura universal e hispana, textos cuyo contenido no era efimero.

En ese entonces, las cosas parecían más simples. Lo que era, era y punto. Lo concreto y lo observable partía de la realidad y eso no más era necesario. Así que saber que el ser humano era gregario sólo era un conocimiento sin contexto, sin reflejo en lo vivencial, sin necesidad de comprobación subjetiva. Hasta que uno crece, hasta que comprendemos que pueden haber media verdades sin ser medias mentiras y medias mentiras que se convierten en grandes problemas difíciles de deshilvanar por lo intricado de sus nudos, más aún si la valorización de nuestra realidad se ve cruzada con la intrusión de nuestras emociones y la parcialización de nuestro juicio. Es entonces cuando la necesidad de ser gregario, de comprender la visión de otros sobre lo que ocurre alrededor, se cristaliza y se hace una prioridad para no caer en el desvarío.

¿Por qué tenemos la capacidad de comunicarnos? ¿De articular un idioma? ¿De describir y explicar lo que nos ocurre? ¿Por qué podemos asimilar lo que ocurre alrededor? Eso nos hace abiertos a todo tipo de información, nos permite aprehender el ambiente, nos enseña a extrapolar situaciones e internalizar ideas y situaciones para evitarlas o replicarlas. Por eso somos gregarios, por contitución física y mental, por estructura biólogica y cognitiva, porque para eso tenemos nuestro cerebro y nuestros sentidos, para usarlos.

La soledad es sólo la inacción ser sensibles a lo que nos ocurre alrededor y observar hacia nosotros mismos, discriminar los sentimientos, entenderlos sin describirlos y vivirlos tal y como desean experimentarse, sin intención de cambiarlos y expresarlos en lo mejor que podamos evitando siempre causar daño en otras personas y en otro tipo de vida. Para eso es el arte, para explorar nuestro universo interno, para descubrir qué nos ocurre, para entendernos tan simbólicamente y abstractos como podemos ser. Es esa necesidad de ser sensibles a lo que nos ocurre. Algunas veces la soledad nos regala el privilegio de estar con nosotros mismos, de conocernos, es el mejor provecho y descanso que podemos darle a nuestra constante búsqueda de informacion externa. Pero como en todo proceso, la soledad debe también debe estar controlada por nuestra voluntad, impulsada por aquella necesidad inherente de ser gregarios y comunicar, entregar la información nuestra de la forma más clara y concisa posible. Quizás por eso nadie quiere estar solo. Quizás por eso también, a veces, es necesario disfrutar de la soledad.

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