Una conversación que podría ocurrir en algún momento, cuando nos demos cuenta que nuestras decisiones son cruciales para quienes nos rodean, cuando nos demos cuenta que tenemos un futuro que vivir y un presente que nos acerca a él.
- Oye, necesito dinero para los gastos de la casa
- ¿Qué? ¿No te alcanza con lo que te dí hace dos semanas?
- Ya se terminó después de que invitaste a todos tus amigos a la fiesta que tuve que improvisar pues tu pedías y pedías más comida y ya no había de dónde sacar
- Mira, se supone que tu debes racionar todo el dinero que te doy. Además si no te gustaba que mis amigos vengan a la casa, me lo hubieras dicho.
- Te lo dije, pero estabas tan metido en la tele que ni caso me hiciste. ¡No soporto que puedas hacer esto cada vez!
(Suena el teléfono, contesta el esposo)
- ¿Aló? Hola hermano, que tal...
(Escucha atentamente, mientras la esposa se retira del recinto hacia la cocina)
- Hermano, sabes, yo te estimo mucho y te apoyaré con parte de tu deuda, pues.
(Se mantiene en el auricular)
- Ok, Hasta luego.
(Camina hacia la cocina)
- ¿Sabes qué? Tu verás la forma de conseguir el dinero
- Que yo vea la forma de conseguir el dinero, aparte de cuidar a nuestros hijos entonces tengo que ver por todo en esta casa y tú bien gracias en la calle, según tú trabajando, y luego pasando más tiempo en la casa de tu mamá conversando con tus hermanos que son pasan toda su vida desempleados pues no saben valorar el trabajo que tienen y siempre los prefieres a ellos que a tu familia, por quienes realmente te deberías preocupar, nosotro.
(Llora la mujer, y siente una intensa presión en el pecho. Y un ardor profundo en el estómago.)
- Pero no puedo dejar a mi familia así como está. Creo que cuando les ayudo aprender que el dinero no llega fácil y siempre les digo que ya les toca esforzarse para ser mejores ...
- Y mientras tanto tus hijos te reclaman y necesitan que los lleves a pasear...
- Y a mi ¿Quién me saco a pasear? Nadie, yo me hice con el esfuerzo de mis brazos y no necesité la ayuda de ese señor que decía ser mi padre y que luego dejó a mi madre por irse con otra mujer. No tuve necesidad de tener un padre para salir adelante...
- ¿Me estás diciendo que no te importan nuestros hijos?
- No puedo dar algo que no me entregaron...
- Me asustas
- ¿Por qué?
- Han pasado tantos años y sigues cargando el mismo dolor que entonces.
- Cuando ese señor nos dejó me prometí a mi mismo que yo sería quien velaría por mi familia y que nunca jamás le perdonaría, mi odio hacia él se convertiría en mi energía para salir adelante y mira que el mundo da vueltas y ahora está sólo borracho dando pena a todos los transeúntes que lo ven dormir en la calle, sucio arapiento. Bien merecido por indolente.
- Ahora entiendo, sin querer te has convertido en lo mismo que él. No te regalas el privilegio de estar con tus hijos por enfocar tu ira con él, no quieres tener afecto con tus hijos porque piensas que ellos tambien pueden ser como tu, pero lo que conseguiras es que nuestra fmailia crezca con un resentimiento mayor, con heridas que no sanan por estar siempre abriendose por el odio y la venganza. Amor, creo que puedes mejorar tu condición. Perdona a tu padre y sabras amar a tus hijos. A mi me tocó vivir sin mi mamá, pero siempre estuve dispuesta a saber de ella. Hasta ahora no la conozco, el terrorismo me la quitó, pero ya perdoné al pasado. Sólo tengo la esperanza de que donde esté, me mire y sonría porque ve que tengo una familia feliz, como ella soñaba que ocurriera conmigo.
- No puedo... no puedo hacer lo mismo... qué diría mi familia, qué diría mi madre... no puedo mostrar mi debilidad...
- Creo que tu familia también puede aprender... Y si tu padre reconoce su falta también obtendrá paz y perdón... Sabes que es absurdo pelear contra el pasado, piensa mejor en tu presente y también piensa en tus hijos y no les heredes tu odio. Te amo.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario