Es de día aún
La luz está
Mis ojos la ven
La pierden una vez más
Es de noche aún
La luna está
Mis ojos la ven
La pierden una vez más
Es de tarde aún
El ocaso está
Mis ojos lo ven
Lo pierden una vez más
Es de madrugada aún
El viento está
Mis ojos no lo ven
Me acompaña una vez más
***
He tenido el privilegio de encontrarme con personas muy agradables en los lugares donde visito cuando voy de viaje. Pero he logrado recordar hace poco una visita a un pueblo de la selva en el que estuve, según mis ideas en ese entonces, buscando paz. El viaje lo hice en carro, duró un día con su noche (ó 24 horas). Sabiendo que duraría ese tiempo, me dispuse a observar el paisaje a mi alrededor y confiar en que el camino me díría cuando tengo que dormir. Unas horas después ya estábamos cruzando la cordillera y sentía el frío entrar por la ventana, aún cerrada. Me acurruqué y sentí que ya era tiempo de dormir, pero no fue así. Antes de quedarme dormido empezó a llover, estábamos en plena sierra con las plantas de retama en los bordes de la carretera y el tambaleo de los eucaliptos por el viento y las gotas de lluvia sobre el vidrio de mi observatorio. Era tiempo de estar despierto y disfrutar del paisaje, observar cómo los animales de granja se refugiaban en sus "casas" y las nubes negras danzar en el cielo dejando una cortina difusa de gotas que reflajaban la luz del sol aún intentando traspasar las nubes. Era un espectáculo único. Al terminar la lluvia, el carro se detuvo en un restaurante cercano, pude observar el arco iris y oler el aroma de la tierra que emanaba después del aguacero. Luego supe que era tiempo de dormir. En mi sueño recordé a mis amigos que habían viajado a distintos lugares y conversé con ellos preguntándoles cómo les había ido. Desperte con calor y en medio de una media oscuridad a medias, las plantas no eran las mismas eran mas delgadas y frondosas, supe que estaba cerca a mi destino. Miré a través de la oscuridad y descubrí que en un lugar alejado se desataba una lluvia torrencial con rayos y truenos, como si se cayera el cielo dijo un viajante a través del pasillo. Otro dijo en son de broma que San Pedro estába tomando foto y los ángeles jugaban a los carnavales. Yo me alegré de estar cerca a mi destino. Llegamos y el sol nos dio la bienvenida, tal vez muy abrasante. Llegamos al lugar donde nos hospedaríamos y aproveché en inspeccionar el lugar. No era un buen lugar como para pasar el verano, pero no tenía otra opción. Lo acepté a regañadientes. Luego me propuse salir a caminar. Fue ahí cuando me encontré con aquella persona agradable.
Se llamaba Julia, pudo haberse llamado María, o tal vez Isabel. Tenía metro y medio (y algo más) de estatura, ya peinaba canas y vestía ropas sin mucho decoro. Me comentó con su acento característico que siempre llegaba a aquel parque a ver a las personas cómo caminaban y que yo me había sentado en su silla. Era una rutina, tal vez una adicción. Es un parque muy fresco, a diferencia de las calles que lo rodean, me dijo con una sonrisa. Yo concordé con su opinión y le devolvía la sonrisa como suelo hacerlo sabiendo que me costaría dejar un silencio incómodo en la conversación. Ella no dejó que ese silencio existiera. Y me empezó a contar parte de su vida. No fue algo planeado pero me sentí en deuda así que le comenté porqué me encontraba de visita en aquella ciudad. Ella afirmó que yo no parecía del lugar. Luego continuó con su historia. Ella había sufrido mucho hace medio año, me contó si la hbiera conocido antes la hubiera encontrado en el mismo parque llorando. Yo quedé en silencio como para hacerñe entender que deje de recordar eso, pero continuó. Su hija había fugado de casa muy pronto, desde que tuvo quince le gustaba ir salir con sus amigas a bailar, no sábía cómo retenerla en casa, una vecina amiga de ella le dijo que no se preocpara, que "así eran los adolescentes ahora", lamentablemente las escapadas de su menor hija fueron desagradables pues no tenía control sobre sus decisiones estando en la efervescencia de la fiesta, así que salió embarazada. Luego su esposo que era mayor que ella por varios años estuvo muy emfermo por la época y después de tener dificultades para dormir por el dolor y un tiempo corto en el hospital, desfalleció y murió. Ella, entonces tuvo que lidiar con muchas visicitudes que la hicieron pasar momentos de tristeza frente a la noche oscura que observaba por la ventana de su pequeño hogar. Pero un día decidió asumir el pasado y aceptar su rol como mujer con mucho que enfrentar por el bien de su familia. Se ha registrado en la historia algunas narraciones parecidas que representaban personas con un avisoramiento de su futuro como un episodio feliz, esto los alimenta, esto les hace confrontar el presente. ¿Has pensado alguna vez que harías si te tocaría vivir esto? ¿Estarías dispuesto ha asumir el pasado? Espero que si.
Se llamaba Julia, pudo haberse llamado María, o tal vez Isabel. Tenía metro y medio (y algo más) de estatura, ya peinaba canas y vestía ropas sin mucho decoro. Me comentó con su acento característico que siempre llegaba a aquel parque a ver a las personas cómo caminaban y que yo me había sentado en su silla. Era una rutina, tal vez una adicción. Es un parque muy fresco, a diferencia de las calles que lo rodean, me dijo con una sonrisa. Yo concordé con su opinión y le devolvía la sonrisa como suelo hacerlo sabiendo que me costaría dejar un silencio incómodo en la conversación. Ella no dejó que ese silencio existiera. Y me empezó a contar parte de su vida. No fue algo planeado pero me sentí en deuda así que le comenté porqué me encontraba de visita en aquella ciudad. Ella afirmó que yo no parecía del lugar. Luego continuó con su historia. Ella había sufrido mucho hace medio año, me contó si la hbiera conocido antes la hubiera encontrado en el mismo parque llorando. Yo quedé en silencio como para hacerñe entender que deje de recordar eso, pero continuó. Su hija había fugado de casa muy pronto, desde que tuvo quince le gustaba ir salir con sus amigas a bailar, no sábía cómo retenerla en casa, una vecina amiga de ella le dijo que no se preocpara, que "así eran los adolescentes ahora", lamentablemente las escapadas de su menor hija fueron desagradables pues no tenía control sobre sus decisiones estando en la efervescencia de la fiesta, así que salió embarazada. Luego su esposo que era mayor que ella por varios años estuvo muy emfermo por la época y después de tener dificultades para dormir por el dolor y un tiempo corto en el hospital, desfalleció y murió. Ella, entonces tuvo que lidiar con muchas visicitudes que la hicieron pasar momentos de tristeza frente a la noche oscura que observaba por la ventana de su pequeño hogar. Pero un día decidió asumir el pasado y aceptar su rol como mujer con mucho que enfrentar por el bien de su familia. Se ha registrado en la historia algunas narraciones parecidas que representaban personas con un avisoramiento de su futuro como un episodio feliz, esto los alimenta, esto les hace confrontar el presente. ¿Has pensado alguna vez que harías si te tocaría vivir esto? ¿Estarías dispuesto ha asumir el pasado? Espero que si.
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