Páginas

8.8.10

Refugio

El camino es largo
Las sombras crecen a medida que doy más pasos
Sus ojos me miran desde mi destino
Lamento no poder viajar a velocidad de la luz

Despierto en medio de un silencio único en mi dormitorio. Sus ojos aún me miran desde mi destino. Me doy cuenta que las sombras se han ido y que la luz se plantea ingresar cuanto antes a mi morada a través de las ventanas y pidiendo permiso a las cortinas. Prendo mi mp3 y escucho a Yann Tiersen para alejar a las sombras que me buscan cual recuerdo de una al cual decido serle indiferente. Me encuentro pensando yendo de camino a La Cabaña y sonrío pues el camino se parece mucho al camino de mis cuentos oníricos. Sé que llegaré a tiempo para cosechar el trigo. El viento levanta mi cabello y se lleva mi sombrero. Lo recogeré más tarde, pienso. Camino cuanto más rápido puedo, los árboles de eucalipto se mecen con el viento, parecen gigantes con muchas ganas de bailar. Camino cuanto más rápido puedo, las hojas de los árboles se ven arrancadas de su rama y se van sin destino conocido, tal vez un arroyo, tal vez un camino de piedras, tal vez un sembrío de maíz. Cojo con fuerza mi gabán marrón y siento que las nubes de lluvia se aproximan, aún escucho en mi mp3 Le Demarche, camino más rápido para llegar a La Cabaña. Miro a los lados del camino y percibo algunos niños jugando en el pórtico de su casa y su madre llamándoles para que regresen a su refugio ya que la lluvia viene, entiendo que yo debo hacer lo mismo, sin embargo, no compartimos el mismo concepto de refugio. A lo lejos escucho el ladrido de los perros y el sonido de las calaminas, además un burro rebuzna también. Tengo que subir un camino escoltado por maguey y guinda, a veces me detengo para saludar a algún transeúnte que regresa a casa caminando o arreando a su ganado. Ya falta poco para llegar a L Cabaña.

Las nubes negras avanzan lentas a mis espaldas mientras subo la cuesta, a lo lejos veo una cortina de gotas que ya empezó a caer sobre un pueblo cercano, luego escucho los truenos, unos segundos antes me percaté de unos relámpagos y a mitad de mi asombro llegué a la puerta de La Cabaña, mi refugio. Ingreso a la pequeña y única habitación que tiene, el piso está hecho de maderas así que cada paso significa un sonido sordo que me da la idea que estoy a salvo. La pequeña ventana me permite observar cómo las gotas caen de las tejas del techo de La Cabaña y a lo lejos los árboles bailan bajo la lluvia como gigantes nórdicos festejando una victoria tribal. Los rayos del sol bailan en el techo del cielo oscurecido por las nubes, pequeños y sinceros en su arte. La lluvia hace la música y los relámpagos marcan el tiempo junto con los truenos, desde la cabaña tomo un mate de coca abrigado con una manta y al lado de la dueña de aquellos ojos que me miraban desde mi destino.

No hay comentarios.: