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Estaba cansado, saliendo del trabajo en Jesús María para ir a Miraflores a hacer una diligencia académica. En el viaje en la combi delante de mi estaba sentada un mamá joven con su pequeño hijo, me percate de ellos por el cabello crespo del pequeño y sus berrinches. El pequeño, inquieto por demás, cuando no podía hacer lo que quería pues los brazos de su madre no le dejaban amplitud de movimiento entonces le golpeaba en la quijada, ella sin saber qué ocasionaba sólo le amenazaba con pegarle y gritaba cuando el niño le respondió también con un grito ¡cállate!. Me sorprendí que la joven madre no tenía las herramientas emocionales y cognitivas para reaccionar frente a esa situación, imaginé cómo podría ella criar al pequeño y no quise pensar más en cómo le disciplinaba comprendí que hasta cierto punto le era indiferente y que no se preocupaba por la educación de valores y conductas sociales que mas tarde serán de utilidad al pequeño en esta sociedad convulsionada tantas veces. Me imaginé al pequeño en unos años más adelante, también imaginé a su padre en la actualidad y lo que sería una probabilidad su indiferencia por criarlo o participar en una disciplina conjunta con su madre.
Con eso comprendí que este niño estaría desprotegido en el aprendizaje de la conducta social y las herramientas emocionales de afronte ¿qué sería de él cuando sea mayor?¿cómo criaría a sus hijos si no pudiera aprender una forma adecuada (esperada, o requerida)? No lo sé, pero no quiero pensar en que siga la cadena de indiferencia por generaciones, espero que algún día ese pequeño niño se preocupe por saldar sus cuentas pendientes con el pasado una deuda legada por sus padres pero que si en su tiempo se puede saldar entonces sólo así podrá pensar en un futuro mejor.
Luego, estuve caminando por las calles alrededor del Parque Kennedy. Observando la decoración de los restaurantes y las temáticas propuestas junto con el ambiente y los productos que ofrecen, entonces me cruce con una cafetería muy agradable, un señor en una de las mesas pequeñas aprovechando una pausa en medio de toda la actividad de los transeúntes tomaba su tacita de café mientras leía el periódico, por su lado caminaba un señor con dificultad apoyado en su bastón y sin pensar en nada sino sólo llegar a su destino pronto. El primer señor sólo le miró y siguió tomando su café. Creo que de eso se trata la indiferencia arraigada...
Creo que tenemos mucha responsabilidad por cumplir con nosotros mismos (primero), saldar deudas (aprendidas).
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