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10.10.11

Como llenar un sudoku

Voglio farti un regalo
qualcosa di dolce qualcosa di raro 
non un comune regalo 
di quelli che hai perso o mai aperto 
o lasciato in treno o mai accettato 
di quelli che apri e poi piangi 
che sei contenta e non fingi 
e in questo giorno di metà settembre 
ti dedicherò... 
il regalo mio più grande


[...]
Vorrei mi facessi un regalo 
un sogno inespresso donarmelo adesso 
di quelli che non so aprire 
di fronte ad altra gente 
perché il regalo più grande 
è solo nostro per sempre

Il regalo più grande - Tiziano Ferro

***
Todo estuvo planeado. Decidí pensarlo bien antes de llevarlo a cabo, como llenar un sudoku, como jugar ajedrez. Fue hace dos semanas y creo que fue una de mis búsquedas más largas y energéticas. La mañana se presentó amable, incluso algunos haces solares quisieron salir y darle calidez al día. Nadie sospecharía que estaba yendo a Lima, ni yo mismo, todo debería quedar en una idea, todo debería quedar en una posibilidad. La plausible posibilidad de escapar y comprar el regalo. Pronto, me ví en el carro yendo raudo por la autopista. No quería pensar en otra cosa sino sólo en los detalles del presente ¿Sería una chompa beige que habíamos visto la semana anterior? ¿Sería un ramo de rosas? ¿Sería la vida misma en una esfera de vidrio, sensible y endeble?

Llegué al mall, revisé y caminé los mismos pasillos que caminamos cuando regresamos del Hospital Naval, aquel día de ansiedad y sorpresas, el lugar era el mismo, generalmente no cambia sino sólo de decoración. Empecé a observar todos los lugares donde potencialmente podría comprar un regalo que sea el adecuado, no exagerado, tampoco sencillo, no el que me hubiera gustado que me regalen sino el que ha ella le debería gustar que le regalen. No había opción al error, como cuando se desactivan bombas. Empecé a recodar cada una de sus frases, cuando salimos de compras: "Me gusta este...", "Esta medio rarito...", "Oh! Qué precioso...!", "¿Vamos a otro lugar?". Mientras recordaba sonreía pensando en cómo reaccionaria viendo lo que estaba buscando para ella.

Entré a algunas tiendas: Dunkelvolk, no habían los diseños que le gustan o al menos eso me parecía; Nike, una buena opción, empecé a revisar algunos buzos, polos, mochilas, y llegué a la zona de zapatillas, pensé: Esto es lo que estuvimos pensando comprar de hace un tiempo acá, creo que podría ser una buena opción. Unos días antes, estuvimos viendo la tienda online de Olympikus y empecé a configurar una idea de qué diseños le gustarían tener. Entendí entonces que debería comprar zapatillas, decisión tomada, primera fase completa. Lo segundo era, por consiguiente revisar las opciones y luego verificar si el precio estaba de acuerdo a mis posibilidades o si debía buscar otras alternativas. La mañana se presentó entonces como un sudoku. Habían muchos modelos, colores, formas y usos. Encontré uno diseñado con trazos sencillos pero no simples, sutiles y vistosos, sin embargo eran de una talla muy grande a la que estaba buscando. Entonces, tuve que tomar una decisión que asumiría riesgos. Ir, tomando el metro, hacia otro centro comercial dónde existía la posibilidad de encontrar el mismo modelo en una talla menor, o encontrarme con todo una gama mayor de diseños.


Tomé el metro. Era poco usual no encontrarlo lleno y con asientos libres, me percaté que era media mañana y que la mayoría de personas que esporádicamente suelen llenar y abarrotar el metro debierían estar trabajando en esos instantes. El viaje me hizo recordar la primera vez que tomé el metro, ver el Estadio Nacional, el todavía renovado y contrastarlo con el actual. Bajé en Javier Prado. Caminé todo el trayecto necesario para tomar un carro que me llevara al Jockey: El puente peatonal que parte de la estación del metro al inicio de la avenida, caminar Sodimac,Tepsa y otras empresas más para llegar a otro puente peatonal y tomar el carro al otro lado de la pista.


Repasar mentalmente el recorrido que tendría que pasar para llegar al Jockey, me alarmaba más pues sabía que no me quedaba mucho tiempo. La Biblioteca Nacional, el Teatro Nacional en construcción, el Museo de la Nación atrayente con sus paredes gigantes y toscas como diciéndome: Tengo mucho que contarte sobre nuestra cultura peruana, la entrada a la vía expresa dónde sólo vehículos particulares van, un sushibar dónde antes fué un centro de analisis transaccional, un anuncio de Visa , la Universidad de ADEX y el camino se acortaba cada vez más para llegar al emporio comercial y preparar la sorpresa para G. Ich Liebe Dich G.


Llegué y con la misma premura caminé directo al boulevard, donde recordaba había una tienda Nike exclusiva. Entré revisé los diseños y un joven muy amable me sorperndió en mi recorrido redarguyente en detalles. Me dijo que en la zona en la que encontraba se expendía prendas para damas y que al otro ladod el recinto encontraría prendas para varones. Me sorprendió mucho su aclaración y le expliqué que estaba buscando unas zapatillas para mi enamorada. Al parecer comprendió mi explicación y su consternación aparente fue resuelta, me mostró algunos modelos pero pocos me convencieron. La oportunidad que tenía de conseguir el mismo diseño se estaba yendo con cada nuevo par que me presentaba el amable joven, pues los modelos que tenían eran para caminar, para tennis, con la planta muy delgada o muy alta. Le agradecí por su ayuda y le dije que ya tenía una idea de qué par comprar y que regresaría, la verdad era otra. Caminé esperanzado en encontrar otra tienda que tenga aquel diseño tan esquivo. La encontré.


Estaba antes de llegar a Saga, estaba esa tienda. Marathon. Me acerqué a su panel que presentaban los diseños y fue cuando la encontré, no era el diseño del anterior mall pero era el indicado, el que me gustaría y que sospeché que a ella también le gustaría. Pregunté por su talla. Me miraron con la misma mirada del joven amable de la tienda anterior. Después de meditarlo me dijeron que sí y que espere que pronto sacarían el par que había requerido. Antes de que les preguntara me dijeron que si no le calzaba podía reclamar el cambio con la boleta de ventas. Accedí. Estaba feliz, había cumplido con mi cometido. Había sido difícil pero al llegar al resultado uno siente satisfacción. El sudoku estaba completo. 

Regresé raudo a mi hogar y lo guardé para el momento indicado: El viernes antes del almuerzo, después de la jornada escolar. Un nuevo hito de felicidad, una nueva oportunidad para reconstruir mi universo con su sonrisa. ¿Y sabes qué?... ¡Si le gustó! :D

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